Emery, la decepción

El sevillismo y el entorno en general culpan al vasco de la situación del equipo. Mala gestión de una gran plantilla o pensar sólo en el ataque, entre sus pecados.

Emery, la decepción
Emery, la decepción
Jesús Alba, Sevilla

04 de noviembre 2013 - 06:59

Dentro de la frustración que el sevillismo rumia por los males de su equipo, la sorpresa negativa en la mayoría de los foros de debate atiende por el nombre de Unai Emery Etxegoien, el entrenador que llegó a Nervión en el ecuador de la pasada campaña en sustitución de Míchel y que, tras gozar de la confianza del club para dirigir el nuevo proyecto, está siendo señalado como el principal culpable.

Y lo está siendo porque sus acciones, tan repetitivas como erróneas, están llevando al Sevilla a una situación difícil en la Liga, ya que en Europa la marcha ha sido hasta ahora la correcta. En un club en el que es fácil que el entorno pase con la inmediatez del último resultado de la euforia a la depresión, el entrenador vasco se ha ganado a pulso el ser la persona que encarna la decepción actual del sevillismo. Un colectivo que se fue animando -quizá más de la cuenta- durante el verano mientras iban cayendo fichajes (hasta catorce) en una plantilla bien considerada. Y ése es uno de los grandes problemas de Emery, que, si en otras épocas la labor de Monchi fue centro de las críticas por estrepitosos errores en incorporaciones que provocaban carencias patentes en el vestuario, el de San Fernando en esta ocasión puso mimbres a su entrenador en número suficiente, de nivel medio-alto y de todos los colores. Calidad, variedad y cantidad para recuperar la posición en el fútbol nacional que este club nunca debió perder. Ni deportiva ni económicamente. Seguramente no será por una o dos cuestiones, sino por un cúmulo de cosas -unas con más responsabilidad de Emery que otras- que tienen al Sevilla cada jornada más lejos de su objetivo.

Tres triunfos de doce y...

Lo que de verdad marca la trayectoria de un entrenador, más allá de la imagen, son los resultados. Pero el Sevilla con Emery ni gana ni convence. En la cuenta de resultados el Sevilla exhibe un preocupante tres de doce en el casillero de victorias. Y si habría que hacer la matización de que este equipo ya se ha enfrentado a Barcelona, Real Madrid y Atlético, también sería justo recordar que de esas tres victorias, (todas ellas ante equipos en zona de descenso), dos se materializaron cuando el rival se quedó con diez (Rayo y Osasuna) y otra en el último minuto (ante el Almería, que llegaba a Nervión colista y como el único equipo que no conocía el triunfo).

Esos tres triunfos en casa, junto con la buena trayectoria en la Liga Europa, han servido para mantener cierta confianza en su trabajo, aunque alternada con colosales decepciones cada vez que el Sevilla debía comparecer a domicilio. La tapadera estalló cuando en casa el resultado ha sido adverso, como la derrota y la pésima imagen del sábado en la visita del Celta.

Plantilla y crisis

Ha quedado apuntado más arriba que Monchi lavó su crédito convirtiendo los puntos negativos que tenía a ojos de la afición en bastante margen de signo positivo. El Sevilla, para evitar situaciones de evidente descompensación que se dio, por ejemplo, en el curso pasado, formó una plantilla amplia, de calidad y con gran proyección sobre la base del dinero ingresado en las ventas, sobre todo de Negredo y Jesús Navas, pero también de Medel, Kondogbia y Luis Alberto.

En una temporada en la que la crisis persigue a todos los clubes, el Sevilla puede decirse que ha sido el tercer equipo más reforzado tras Barça y Madrid. Si se excluye al Atlético (que tampoco tiene dinero y no pudo pagar a Negredo ni vendiendo a Falcao), la plantilla sevillista contrasta demasiado con el resto. Ni el Valencia, que sustituyó a Soldado con Postiga, podría competir con él. Quizá el Athletic, sí, pero el resto de clubes se han reforzado exclusivamente con jugadores cedidos y con la carta de libertad. La prueba está en los delanteros (el puesto en el que tradicionalmente juega el fichaje estrella), debutantes en Primera en muchos clubes, como Oriol Riera en Osasuna, Charles en el Celta...

Por eso extrañó que Emery alineara a los mismos hombres tres partidos en solo 6 días. Algunos, como Jairo, literalmente no podía.

Todos al ataque

Emery lo ha confesado: "Prefiero ganar por 4-3 que por 1-0". El caso es que el gusto por el ataque ha convertido al Sevilla en un equipo suicida que no es capaz de controlar los partidos pese a tener en la plantilla futbolistas para la contención como Iborra y Cristóforo. Salvo en contadas ocasiones (en Anoeta o en Valladolid...) el vasco utilizó siempre siete jugadores para atacar por sólo tres defensivos, los dos centrales y un solo pivote. En esto habría que destacar dos claves: la idea de sorprender siempre con laterales muy ofensivos y la posición de Rakitic como organizador desde atrás. Otro asunto, el empeño en arriesgar el balón en la defensa. En Madrid uno de los últimos goles llegó así. Con el Celta Beto encendió la mecha.

Malos días en los cambios

Unos días fue el planteamiento, como el excesivamente osado en el Bernabéu, pero en otros fueron los cambios. Y particularmente dos encuentros erosionaron el crédito del entrenador en esta materia. Uno fue en Mestalla, cuando quitó a Gameiro para meter un pivote cuando el Sevilla logró empatar y parecía atemorizar a un Valencia con Djukic en el alambre. Otro fue en Valladolid, donde tras un 0-2 y un gran plan inicial con tres centrales, no agotó los cambios y sacó precisamente al francés en vez de refrescar a los medios.

Un año sin ganar fuera

Es algo que está latente, pero que el aficionado no olvida. Emery no sabe lo que es ganar un partido fuera de casa desde que llegó. Ni en media Liga pasada ni en lo que llevamos de ésta lo ha logrado.

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