Diseño táctico sin pegada
sevilla | zaragoza
El Zaragoza busca la salvación ante la alarma de unos números que reflejan las carencias de su plantilla Jiménez tira de casta y carácter
El Zaragoza vive a la estela de un sueño. Para encontrarlo, sólo necesita números que justifiquen una idea desarrollada y que se convirtió ahora en un reto renovado. Dirigido por Manolo Jiménez, el cuadro maño acusó su buena aparición en la Copa del Rey y sus cuentas comenzaron a fallar cuando la Liga dejó de otorgar puntos por participar. Sin figuras que salven circunstancias, Jiménez es consciente de que la única salvación posible es una unión que ya demostró ser eficiente en jornadas precedentes, aunque las piezas sean tan móviles que incluso la imagen no termina de encontrar un rostro definido.
Las llegadas invernales retocaron un proyecto sustentado en la fuerza táctica y el rol goleador de Helder Postiga, que justifica esta campaña su papel con una presencia clave en la mayoría de los puntos sumados hasta el momento.
SIN BALÓN
El conjunto aragonés tiene las ideas claras cuando la posesión no es una realidad en su beneficio. Movilla equilibra todo desde la medular pese a no ser una baza destructiva clara. Junto a él, otro medio centro toma funciones de menor recorrido. La defensa queda sujeta a una escasa capacidad para controlar espacios. Ni Álvaro ni Paredes resultan fiables con metros por detrás, aunque en el área se hallan cómodos. Sapunaru parece haberse convertido en una baza real en el lateral derecho, con recursos limitados pero fiabilidad en el uno contra uno defensivo. Abraham, mientras, cumple con criterios tácticos bien ejecutados.
La lesión de Roberto abrió las puertas de la titularidad a Leo Franco y éste encontró solvencia conforme fueron pasando los encuentros, solucionando lo que amenazaba con convertirse en un problema para el Zaragoza.
CON BALÓN
Jiménez dicta a la perfección la ejecución de ataques rápidos y carentes de riesgo innecesario. Con José Mari en la medular, el equipo gana fiabilidad táctica, aunque cede presencia en el área rival. Los dos hombres del mediocampo son innegociables, mientras que por delante la apuesta se basa en una línea de tres con mucha movilidad.
En esa zona del campo el Zaragoza luce sus mejores virtudes. No brilla, ni maravilla, ni presenta fantasías, pero encuentra una efectividad fabricada a base de mucho trabajo táctico. Aquí entra en juego el rol de Montañés y Víctor Rodríguez, las armas creativas del cuadro maño para desarbolar a las defensas rivales. Pueden intercambiar posiciones, acompañar a Postiga o simplemente buscarse entre ellos, pero cuando el balón pretende ser usado para inventar, sus apariciones son decisivas. Rochina y Bienvenu también son bazas para jugar por detrás del punta, siempre con roles que incluyen intensidad y trabajo colectivo. Sin ello, ni el empeño creativo tiene su sitio.
En ataque, Postiga es el único referente capaz de marcar las diferencias. Se encuentra cómodo en solitario y apoyando a los otros atacantes con caídas a banda. La salida de Aranda y la lesión de Javi Álamo no ayudaron a solventar ciertas carencias ofensivas que obligan a este Zaragoza a potenciar sus esquemas tácticos para soñar con sumar de tres en tres.
LO MEJOR
Su disciplina táctica otorga argumentos de fiabilidad.
LO PEOR
La carencia de pegada, letal.
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