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Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena

Los nuestros | Pablo Martínez, piragüista del CN5

. / M.G.
Álvaro Guillén

22 de julio 2019 - 05:10

Pablo Martínez (12-12-1997) es una de esas personas que demuestra que nunca es tarde para adentrarse en algo si te llama verdaderamente la atención. En su caso, comenzó en piragüismo más tarde que la media, con unos 16 años.

Cuando era aún más joven, se dedicaba al tenis, algo que cuando entró en competición no le llamaba demasiado la atención, pues los resultados no eran los que deseaba. Desde entonces, decidió probar en el Club Naútico, ya que muchos amigos de su hermano, quien si llevaba bastante tiempo ligado al mundo de la piragüa, lo instaban a probarlo.

Y tan pronto como conoció las particularidades de la práctica, comprobó que ese mundo era el suyo y que, muy probablemente, su futuro estaría ligado a ello durante años.

Después de un dilatado periodo en el que le ha costado compaginarlo con sus estudios por falta de tiempo, esta última temporada ha conseguido llevar a cabo su mejor año en cuanto a entrenamientos y ha sido recompensado con su primer campeonato internacional, un Campeonato de Europa sub 23 que ha disputado recientemente con la selección española.

Un objetivo que ni siquiera se hubiese imaginado cuando decidió montarse por primera vez en una piragüa. “Es un deporte muy bonito, lo practicas en el agua, da mucha serenidad, hay un marcado compañerismo, no hay disputas, todo lo que lo rodea es muy sano, conoces a gente de otros lugares, se crean muy buenos grupos, es todo como una pequeña familia”, resalta Pablo.

Desde que probó la competición tiene claro que, aunque el día a día, los amigos y los entrenamientos son algo que le llama muchísimo la atención, lo que más le gusta es ese gusanillo previo a la competición, algo que le hace seguir motivado en todo momento. “Siempre es especial, es lo que más me gusta, los días previos en los que sabes que vas a viajar, me encanta prepararlo todo, mentalizarse...”, asegura.

Pablo es conocedor de que ya ha conseguido algo muy importante pero, actualmente, no se pone ningún límite y mientras se vea con fuerzas seguirá peleando para salvar aún más barreras.

Su temporada aún no ha acabado, pues queda un Campeonato del Mundo en Hungría, en el que aún hay plazas por definir y él está entre los posibles candidatos a llevarse una de ellas.

Después, no piensa más allá de seguir compaginando su vida deportiva con los estudios, que sabe que es lo que le dará de comer en el futuro. “En los deportes minoritarios es muy difícil vivir de ellos a no ser que estés en la primera plana mundial”.

Sólo hay una duda que le perturba ciertas veces: ¿qué hubiese pasado si en vez de empezar tan tarde lo hubiera hecho a la vez que la mayoría de sus compañeros? Es algo que nunca se sabrá, pero lo que sí está claro es el enorme talento de éste joven que, aunque descubrió tarde su pasión, nada más que llegó la explotó al límite y supo dar el paso al frente necesario. Como bien dice el refrán: nunca es tarde si la dicha es buena.

Una afición que descubrió gracias a su hermano

A pesar de empezar muy tarde en esto del mundo de la piragüa, Pablo siempre ha estado ligado de una manera u otra a este deporte, ya que su hermano siempre ha competido a alto nivel. Eran los propios amigos de su hermano quienes le incitaban a ir. Cuando por horario podían coincidir, fue cuando Pablo decidió apuntarse, para no tener que “obligar” a sus padres a llevarlos en horarios diferentes. “Siempre me ha gustado ir a ver competir a mi hermano, me llamaba la atención todo, eran como una gran familia y conocías gente”, asegura. Desde esos momentos y, aunque no lo practicase, ya se podía intuir que de una manera u otra su vida acabaría ligada a este deporte.

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