Descubriendo a Kristaps Porzingis
Con trabajo y los pies en el suelo, este letón apunta alto, pero le quedan tres años para seguir asombrando aquí.
Hay una corriente de opinión tan atronadoramente en sintonía sobre el futuro de este chaval que Aíto García Reneses, sabio en estas lides, baja los humos no sólo a él, sino a todo aquel muchacho con un talento sobrenatural para el baloncesto -aplíquese a cualquier deporte, a cualquier actividad de la vida- para que la cabeza siga sobre los hombros y no se pierda entre nubes y ensoñaciones. Muchos lo ven en la NBA escribiendo su nombre en letras doradas. Paso a paso. Kristaps Porzingis (Liepaja, Letonia, 2-8-95) está causando un furor contenido, sin excesos de minutos ni de protagonismo, aunque los tenga. Es un valor por descubrir y un jugador al que el club cuida para que los encantos de los halagos no lo hipnoticen. El báltico, tímido y sonriente, habla un español con acentazo sevillano. Conozcan a este espigado gigante al que un grupo de niños en la Encarnación le gritan Pau Gasol.
"Empecé con seis años, mi madre fue jugadora y mi padre también. Toda mi familia es del baloncesto. Hasta los 15 años estuve en Liepaja... hasta que me vieron los del Caja. Me descubrió un agente letón de 75 años que ya no ejerce, mandó mis partidos a varios equipos de España, Italia... y en junio (de 2010) me propusieron venir a Sevilla a hacer unas pruebas. Y Arturo Montequi o Juan Llaneza vio algo en mí", arranca el cajista, que recuerda que "cuando llegué con 15 años medía poco, 2,01 ó 2,02 metros; ahora estoy en 2,13 de estatura y 2,22 de envergadura".
Pasó un mal trago entonces porque "no sabía el idioma y echaba mucho de menos mi casa, pero cuando aprendí español, empecé a ir al colegio y Sevilla me encanta. También estaba muy delgado los primeros cinco meses. Pesaba 71 kilos. Me faltaban hierro y ácido fólico. Tenía sueño a todas horas. Comía, pero apenas tenía hambre ni fuerzas". Fue Inmaculada Avivar, nutricionista del club, quien dio con la tecla y Kristaps fue engordando. Ya está en 99 kilos: "Al principio, en los entrenamientos con Rocky Jarana, no podía lanzar 10 tiros seguidos, me dolía el brazo de lo débil que estaba por la anemia. Cuando se arregló, empecé a jugar mejor".
Habla con entusiasmo de Janis, uno de sus hermanos, mucho mayor que él y también profesional -jugó en el Palencia de la LEB Oro-: "Nos picamos este verano para ver quién saltaba más porque él decía que me ganaba y yo le respondí que ni de broma", cuenta entre carcajadas. Por Janis luce el dorsal 6 en la camiseta: "Es un espejo para mí; mi otro hermano, Martins, juega en la selección amateur de Letonia".
Pese al deje, no olvida las raíces: "Soy letón 100 por 100. Pero cuando llegas a un país y a una ciudad, si te gusta, perfecto, y yo estoy muy cómodo en Sevilla". ¿Y si le propusiera José Luis Sáez la nacionalización para jugar con la selección? "No, no puedo dejar tirado a mi país, allí me matarían, no podría volver", suelta muerto de risa.
Es el más joven del plantel hispalense y se considera el más gamberro, junto a Willy Hernangómez, aunque el año pasado alguna trastada le hicieron, poca cosa: "Soy el menor, pero no me considero novato". Eso sí, tiene chófer particular que comparte con Radicevic: "Bamforth nos lleva. Es muy buena gente. Niko y yo somos como los tíos de su hijo, Kingzton. Jugamos allí a la play-station. Ahí ando con el carné de conducir, quiero sacármelo el próximo mes. Estoy con los tests, pero estudio también el Bachillerato a distancia... ¿Una carrera universitaria? Eso es más difícil, pero ya veremos si tengo motivación. De momento no hay nada que me guste mucho para compaginarlo".
Las lecciones de Aíto no se circunscriben sólo al parqué, como explica el letón. "Lo que quiere primero es que juegue con intensidad y después recalca detalles del juego. Además, insiste en que estudiemos y pensemos en otras cosas que no sean el baloncesto, que disfrutemos de la familia. Estoy muy contento con él. En los partidos no hay problema si fallas, pero en los entrenamientos sí hay que correr si no lo haces bien", matiza. No entra al trapo sobre si va al banquillo si lo ve muy crecido en un partido... "A veces no sé sus pensamientos cuando hace los cambios, pero él sabe lo que hace, tengo plena confianza en él. Tiene mucha experiencia y sabrá por qué lo decide. Yo no opino".
Porzingis luce fama de jugar mejor, con más empeño y concentración, frente a rivales relevantes: "Bueno, en Bilbao puede que estuviera más motivado porque había otro letón enfrente (Bertans), quería demostrarle que soy bueno y quizás por eso salió bien. Pero no juego mejor o peor en función del adversario. Todos los partidos son igual de importantes y trato de salir a tope siempre". ¿Qué piropos y qué críticas le han hecho dentro de la cancha? "Malo no me han dicho nada, pero pegar hostias y cosas sucias... muchas. ¿Si me quedo callado? Yo pego igual -dice riendo-. Y algo bueno me comentó Caner-Medley al final del partido contra el Unicaja. Me dijo que seré un buen jugador y que tenga los pies en el suelo. Un halago de alguien así motiva". Quien no soltó ni mu fue Bourousis después del mate del báltico en su cara en San Pablo... "Él no, él no".
El jovencito Porzee, apodo derivado del apellido, elige "la penetración en Bilbao que acabó en mate" como su canasta favorita de la temporada y no se le hace raro jugar en un equipo rodeado de adolescentes: "Yo ya estaba acostumbrado porque el año pasado en EBA éramos júniors enfrentándonos a séniors de 30 y 35 años, algunos de ellos al final de su carrera. Pero, claro, cuando sales a la pista y ves a estrellas que siguen ahí como Andy Panko... ¡¡¡Pufff!!! Miedo no tengo, aunque el año pasado metí mi primera canasta en la pista del Real Madrid y cuando salté a la cancha y vi allí a Rudy Fernández... Fue increíble".
No polemiza respecto a los árbitros porque estima que es normal que tengan mejor trato con los veteranos: "No creo que me piten faltas por ser joven sino por respeto al otro jugador; si es un veterano, lo pitan todo porque siempre intentan sacarte faltas y llevan mucho en la Liga. Tengo aún que ganarme ese respeto. ¿Hablando? Así seguro que no. Mejor estar callado, jugar bien y hacer mi trabajo, respetando el suyo también".
Por su cabeza sobrevuela la idea de evolucionar y tiene claro dónde enfatizar: "Tengo que leer mejor el juego y por supuesto ganar peso, ponerme más fuerte para poder con los cuatros y los cincos más físicos de la Liga". Huye de la idea de alero alto: "Me siento cómodo de ala-pívot y ya veremos si en el futuro de pívot puro, pero de tres ya no creo. Un cuatro abierto mejor". El oponente más duro al que se ha medido coincide con el hombre al que idolatra en la ACB, aunque en la NBA sus gustos pasan por LeBron, Bryant, Durant. "Justin Doellman. Hace de todo y es muy listo. Al final del partido con el Valencia pensé que él no había jugado tan bien; miro las estadísticas y metió 27 puntos. Me encanta porque juegan muy simple y anota, rebotea, roba. Cuando yo era pequeño mi ídolo era Biedrins, el único letón que aún está en la NBA. Ahora no está tan bien como antes".
En caso de que el Cajasol ganara sobre la bocina con una acción de Porzingis, ¿preferiría que fuese con un mate o con un tapón? "Es difícil, la verdad, aunque diría que con un tapón, disfruto mucho cuando evito una canasta... aunque en Bilbao puse dos y no dieron ninguno en las estadísticas. Me gustó especialmente uno a Milko Bjeliça al final del partido contra el Caja Laboral porque lo hice con mucha fuerza".
Aunque los pajaritos de la NBA revoloteen por su cabeza, Kristaps asume que "para llegar allí tengo que trabajar mucho. De momento, sólo pienso en el Cajasol, tengo dos años más de contrato y uno opcional por parte del club, no debo plantearme nada de la NBA ni cosas así. Dentro de un tiempo ya veremos qué pasa, si voy allí, a otro equipo de Europa, si sigo en el Cajasol... Todo puede ocurrir". Fan de los Lakers, "aunque están fatal esta temporada", dice que en la calle lo comparan con Pau Gasol: "Los niños me lo dicen mucho. No es de mis favoritos, otros me gustan más, pero es el mejor de España y le tengo todo el respeto del mundo". A Satoransky lo ve preparado para el salto: "Creo que está capacitado para ir allí".
La selección, tan letón por los cuatro costados como es, la lleva en la sangre y no oculta que le escoció la cuarta plaza en el Eurobásket sub 18, celebrado en su país, perdiendo al final el bronce contra España... "Me dolió mucho, pero mucho. Todavía cuando me acuerdo ahora me duele. Pero así es el deporte. Quiero la revancha. En la semifinal ante Croacia me culpo de la derrota porque acabé con 4 puntos y 5 faltas, o algo así, mi peor partido del campeonato. Estaba muy cabreado conmigo mismo por no ayudar al equipo y sólo le daba vueltas al coco. Después perdimos el el bronce y encima en casa. Fue muy doloroso".
Ya tiene en mente lo que hará el próximo verano. "Me llamó hace poco el seleccionador sub 20 y le he dicho que me gustaría jugar el Eurobásket de la categoría ¿La absoluta? Para eso aún hay que esperar", apunta este chaval de 18 años que sabe nada menos que tres idiomas casi perfectos, se relaja escuchando a Beyoncé y Jay Z, y a quien le apasiona almorzar en Puerto Delicia, a la vera del río.
Del buen puñado de triunfos cajistas este curso, se queda con... "El de Bilbao, sí. Con el triple de Satoransky al final. Yo corría para el rebote e iba diciendo para mí: Tomas, por favor, métela, métela. ¡¡¡Y tomaaa!!! La metió. Fue increíble". La pregunta es obligada. ¿Aspira el Cajasol al play off? "Sí. No puedo decir que seguro que no vamos a meternos en la fase por el título. Tenemos que luchar para eso, aunque no será fácil. Debemos prepararnos para cada partido y a ver si lo conseguimos".
La plantilla está muy unida, como si fueran compañeros de instituto en vez de profesionales: "Es lo mejor, nos llevamos muy bien. El otro día fuimos casi todos a la playa". Lee en inglés -"estoy con un libro de Shaquille O'Neal y me gusta mucho"- y es un cachondo integral: "Imito mucho a Guille Corrales, íntimo amigo, cuando les pide a los camareros y dice algo así como: Traiga jamoncito bueno y un poco de salmorejo (con acento muy sevillano). Las otras imitaciones mejor no las hago".
Reconoce que cuando llegó a España con 15 años "estaba muy despistado, muy empanao; ahora me concentro más", y echa unas carcajadas cuando se da por hecho que un chaval altísimo, rubio y con ojos claros debe ligar bastante... "Bueeeeno, claro que sí, claro que sí".
Echa flores al Cajasol como club de formación para jóvenes que quieran aprender: "Por supuesto recomendaría a cualquiera la experiencia que estoy viviendo aquí. He probado cómo tratan aquí a los jóvenes y difícilmente podría haber elegido mejor. No es sólo que me han enseñado a jugar, se han preocupado por mí, por los estudios, por mi formación. Es como una familia. Además, se apuesta por los canteranos poniéndolos a jugar en el primer equipo, sin miedo a cómo saldrá. Para cualquier joven que quiera crecer deportivamente Sevilla es el lugar perfecto".
Kristaps Porzingis posa en las 'setas' de la Encarnación.
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