Defender es jugar al fútbol también (5-1)

Getafe-sevilla · La Crónica

El Sevilla se entrega de forma incomprensible después de tener el partido de cara y fallar claras ocasiones. Tras dejarse empatar en el primer error, el sistema defensivo hizo aguas ante los tímidos arreones del rival.

Defender es jugar al fútbol también (5-1)
Eduardo Florido / Getafe (Enviado Especial)

16 de abril 2012 - 22:32

Incomprensible, ridículo, catastrófico... Pónganle los adjetivos que quieran a lo que ofreció ayer el Sevilla justo cuando tenía una ocasión de oro no sólo para afincarse en los puestos europeos, sino para asustar de verdad a los propietarios de las plazas de la Champions. Al equipo de Míchel se le olvidó una de las premisas principales del fútbol, defender. Pero defender de verdad, con nervio, con fuerza, con firmeza y con coordinación en los movimientos. Nada de eso tuvo ayer el grupo que dirige Míchel, que tendrá pesadillas con su regreso a Getafe, al igual que Manu del Moral. El primer error grave del equipo atrás llegó en un córner y supuso el empate, después de que una genialidad de Negredo, a pase de Trochowski, quizá el único que mantuvo la entereza durante el esperpento de partido que ofreció su equipo, abriera de par en par la puerta de Europa. Pero ese error de Coke en el 1-1 fue el prólogo de la catástrofe defensiva que vendría después. Además, el Sevilla se dejó igualar por el Getafe, ahora un rival directo que incluso lo supera en el goal average particular. Otra catástrofe más.

El Sevilla empezó el partido frío, como la noche. Le costaba superar la línea de presión de los mediapuntas azulones, aunque comenzó a avisar poco a poco, después de que Míchel desperdiciara una clarísima ocasión a bocajarro al rematar alto un centro paralelo de Pedro Ríos. Manu del Moral y Negredo no terminaban de asentar el juego en la línea de tres cuartos, ante el hostigamiento de Cata Díaz y Miguel Torres. De ese modo, había muy poca continuidad en los ataques sevillistas, mientras que el Getafe amagaba sobre todo por la banda derecha, donde Pedro Ríos, en juego o desde el córner, creaba cierta inquietud.

Aun así, el Sevilla enseñó sus dientes. Un centro que parecía inocuo al segundo palo a punto estuvo de meterlo dentro Manu del Moral de cabeza, pero reaccionó Moyà. Sin llegar mucho, el Sevilla le enseñó a su rival que podía dar un zarpazo en cualquier momento y éste llegó cuando por fin Trochowski comenzó a pisar los terrenos donde se le pueden buscar las cosquillas al entramado defensivo rival. Así, en un rápido ataque, Trochowski logró realizar un gran control cerca de la banda derecha, se perfiló hacia dentro y le envió un gran balón a Negredo, cogiéndole la espalda a Miguel Torres. El madrileño se vio con confianza para realizar una chilena de espaldas que sorprendió a todo el mundo. Firmó un soberbio gol.

En esos instantes, pudo y debió amarrar aquello el Sevilla con el segundo gol. Quien más cerca lo tuvo fue Jesús Navas. De nuevo un rápido contraataque posibilitó una nítida llegada. Pero el palaciego, habilitado a la primera por Manu del Moral, dudó cuando tuvo la posibilidad de disparar y fusilar a Moyà a la primera. Optó por controlar y ya su chut fue forzado y fácil para el meta.

Todavía tendría alguna ocasión clara el Sevilla, como en un gran avance de Negredo por la derecha metiéndose hasta la cocina que quedó en nada. El Getafe, en cambio, sí supo aprovechar un error individual en un córner bien sacado por Pedro Ríos al área chica y mal defendido. En medio de las dudas colectivas, Coke peinó de forma extraña y Miguel Torres aprovechó el regalo para igualar. Había que empezar a construir de nuevo después de haber tenido la opción de encarrilar el pleito.

Pero llegó la debacle. Tras un par de claras ocasiones, un taconazo de Fazio en un córner y, sobre todo, un zurdazo cruzado estando solo de Luna, los centrales empezaron a hacer aguas. Por delante de ellos, Medel no sabía donde tapar. Escudé y Fazio empezaron a salir donde no debían ante el absentismo de los laterales y el Getafe, apenas en un par de zamarreones, comenzó a agradecer los favores. Fueron cayendo los goles uno detrás de otro, hasta llegar a cuatro en apenas 22 minutos. El Sevilla ya era un pelele sin capacidad de reacción, con el centro del campo sin saber dónde acudir a tapar y los defensas dando una facilidad tras otra en medio del desbarajuste colectivo. Pedro Ríos se bastó para poner en evidencia a toda la zaga y ahora Míchel debe meditar por qué llegó esta catástrofe cuando más cerca tenía coger el tren europeo. ¿La Champions? Da vergüenza pensar en ella con lo de ayer.

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