Cuidado con la candidez visitante
El Sevilla caería eliminado de la Copa ante el Espanyol con dos de las cuatro derrotas que lleva en la Liga. El equipo de Míchel calca los números de la 04-05 y se asemeja a los de la 07-08.
Desde la temporada 02-03 no perdía el Sevilla cuatro partidos seguidos a domicilio. A las alturas de la jornada 13, y después del enésimo toque de José María del Nido, Míchel ya tiene razones de peso para pensar que tiene un problema cuando su equipo sale de viaje. El Sevilla lleva en la maleta cada vez que toma un avión o un tren AVE unas cuantiosas sumas de candidez e inocencia que están imposibilitando su despegue en la tabla. El décimo puesto que luce no es sino el reflejo de la mediocre realidad de un equipo que tendrá que olvidarse de sus altas aspiraciones a menos que empiece a enderezar el rumbo como visitante. Además, a corto plazo, Míchel deberá meditar un cambio de planteamiento o un giro radical en la respuesta de su equipo, porque otro traspié similar a los cuatro que ha tenido en la Liga puede dejarlo fuera de la Copa del Rey a las primeras de cambio, con lo que ello traería acarreado de lastre negativo para el equipo y para él mismo.
El Sevilla lleva cuatro derrotas consecutivas y le urge cambiar esa dinámica. La primera ocasión que tiene de hacerlo es este miércoles en Cornellà, donde defenderá la renta de 3-1 que logró en la ida de los dieciseisavos de final de la Copa ante un Espanyol que, además, tendrá estreno en el banquillo. Si los de Míchel repiten el resultado de Vigo (2-0) o el Vicente Calderón, caerán eliminados. Puede agarrarse a la amenaza de marcar fuera de casa para ponerles las cosas muy cuesta arriba a los barceloneses, pero resulta que con Negredo o sin él, el Sevilla sólo ha marcado cinco goles como visitante: uno en Granada (Negredo), dos en La Coruña (Negredo y Rakitic), uno en Zaragoza (Medel) y otro en Bilbao (Negredo, de penalti). Tres goles fueron del vallecano y está lesionado.
Míchel ya ha meditado alguna vez tocar algo el planteamiento inicial que tenía en vista de que su equipo no le responde a domicilio. La premisa de jugar la pelota desde atrás y presionar muy arriba cuando el rival tiene la posesión está derivando en realidad en un equipo que se pierde en un quiero y no puedo. Ni realiza un repliegue defensivo intenso con la idea de salir y golpear al contraataque, ni tiene capacidad para imponer el estilo de intensidad y líneas adelantadas que sí le está dando réditos en el Sánchez-Pizjuán. El Sevilla se queda a mitad de camino en la filosofía que quiere implantar su entrenador cuando se aleja de Nervión y por ahí está perdiendo las opciones de agarrarse a los puestos altos. La mejor prueba de su inocencia y su poca competitividad es que, sin hacer muchas faltas, recibió tres expulsiones ante el Atlético. Frente al Valladolid, Míchel tendrá que paliar las bajas de Spahic, por acumulación, Fazio, Rakitic y Luna, además de la del lesionado Negredo.
Hasta la jornada 13, el conjunto de Míchel ha jugado 7 partidos fuera de casa, con un triunfo, en La Coruña, dos empates, en Granada y Vallecas, y las cuatro derrotas consecutivas que tuvieron como último capítulo la goleada del Calderón. Sólo ha marcado 5 tantos y ha encajado 11. No son nuevos estos números en los últimos años, aunque sí son propios de años complicados. Por ejemplo, en la covulsa campaña 07-08, llevaba a estas alturas una victoria, un empate y cuatro derrotas (9 goles a favor y 12 en contra). Acabó clasificándose para la UEFA tras un importante sprint final y después de superar el pésimo y condicionado inicio. En la 04-05, también empezó mal el Sevilla como foráneo, pues calcó los números actuales: 7 partidos, una victoria, dos empates y cuatro derrotas, con un goal average peor: 4-12. Ese curso también hubo UEFA, aunque de peor sabor, pues rozó la Champions. Y en la 02-03 sí presentaba peores números: en 6 encuentros no había ganado ninguno y empató dos para perder cuatro (2-8 en el goal average). Aquel año rozó la clasificación de la UEFA, que lograría al año siguiente. Así pues, el Sevilla está en la línea de visitante más habitual del presente siglo, pero si quiere aspirar a estar entre los grandes debe dejar atrás el bagaje de la candidez. No puede quedarse a medias, o va de verdad o no va y guarda la ropa.
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