Cuán diferente resulta con espacios
A ras de hierba
El mejor fútbol de la era Álvarez fluyó con aire, metros y extremos volcados en vertical
Como la vuelta de un calcetín, como de la noche al día... todos los tópicos posibles encajan en la metamorfosis positiva protagonizada por el Sevilla en Santander, donde apareció la mejor versión de la corta -aunque eso ya se verá- era Antonio Álvarez. Una imagen que recordó la de otras citas como Bilbao (0-4), donde el equipo entonces dirigido por Jiménez se merendó al Athletic con un gran fútbol e hilvanando hasta 17 pases por todo el campo antes de marcar el tercer tanto, obra de Jesús Navas a pase de Negredo.
Pero, por eso, por todo lo que vino después, que no se olviden las circunstancias ni el aire que corrió entre línea y línea sobre el césped de El Sardinero. El mejor fútbol de los blancos -rojos en este caso- fluyó como si lo de otras tardes no hubiesa pasado, aunque es verdad que tuvo los astros y la alineación de los mismos de su parte. Primero porque el sistema defensivo del Racing fue todo lo colaboracionista que un rival presionado por la urgencia podía desear, y segundo porque en los espacios fue donde el Sevilla encontró su sitio y éstos se dieron desde que comenzó la batalla dirigida (por cierto, con muchas deficiencias) por Pérez Lasa.
El ataque de los nervionenses está hecho para jugar así, para pensar así, con un centro del campo rival que no atosigaba a Renato y con una defensa que ofrecía mil facilidades cada vez que trataba de salir en la figura del fuera de juego. Claro que alguno dirá que algún mérito tuvo que hacer el Sevilla y es evidente que el planteamiento del técnico nacido en Marchena y criado en Alemania fue tan acertado como que ese 1-5 luce ya en el palmarés inamovible de su incipiente carrera como primer entrenador.
Buscó el Sevilla abrir el campo y eso se vio desde el principio, desde incluso antes de que Coltorti pusiese en bandeja en un minuto clave, justo al comienzo del choque, el primer peldaño de la escalera. Ese balón largo a Jesús Navas en el primer gol lo constataba; otro pase longitudinal al espacio en el penalti a Diego Capel que transformó Kanoute lo confirmaba. El espacio es la vida para el ataque sevillista... y es la vida para un delantero como Negredo, que si al comienzo de la temporada ofrecía sensaciones parecidas a la de ayer era precisamente por eso, porque disfrutaba de metros, de aire, de balones en largo y espacios libres que ocupar.
Ahí dos extremos como los que tiene el Sevilla se mueven como pez en el agua. Jesús Navas era una centella y su compañero en la banda contraria rizaba el rizo participando en cuatro de los cinco goles. Analizando la temporada de Capel habría que empezar por valorar que no ha sido un titular fijo, pero sí que eso que a otros profesionales les hace bajar los brazos no ha sido sino un acicate para el almeriense. Cada vez que ha salido ha reclamado con hechos la camiseta de titular y de esta forma, con actuaciones como la de ayer, pide a gritos un sitio el día 19. Igual que promete ritmo ante el Barcelona, su rival preferido. Una vela a otra de sus especialidades: marcar a los culés.
Quizá pueda ser la única fórmula posible de hincarle el diente al Barça. Espacios, velocidad y balones a los espacios libres. Fácil en la teoría, difícil en la práctica. Y es que cuando salen las cosas bien, suman todos. Negredo, el que mejor juega al espacio por el golpeo de su zurda, hace el gol del año y Konko, como cada vez que juega, suma. Lástima que juega poco, porque hay que recordar que el mejor fútbol del año afloró con el marsellés en el campo. En Glasgow (1-4), ante el Zaragoza (4-1), con el Real Madrid (2-1)...
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