Cohetes verdes en la 'mascletá'
Valencia-Betis · el otro partido
Rubén enciende la mecha de la fiesta bética engrandeciendo su leyenda en Mestalla. Adán, Durmisi, Joaquín y Brasanac, los aliados del canario.
Don Rubén Castro Martín. Pichichi de la Liga, con cuatro goles en tres partidos, y sin duda el mejor delantero de la historia del Betis. Increíble que todavía no haya sido internacional. No valen las excusas. Ahí están sus números (66 goles en Primera con el Betis en 134 partidos) y un estado de forma envidiable, por lo que Julen Lopetegui habrá tomado nota, a buen seguro, del rendimiento que sigue ofreciendo el canario. Y da igual que tenga 35 ó 40 años, su golpeo de rosca es algo innato y lo mantendrá de por vida. Espectacular. Su renovación debería ser vitalicia y nadie en el Betis debe discutirle el número de temporadas que desee. Y más, después del poco cariño que ha recibido en verano.
En Valencia, Rubén Castro encendió la mascletá para que los béticos situados en lo más alto de Mestalla disfrutaran de un triunfo que no sucedía desde hace 30 años. Muchas generaciones de hinchas verdiblancos que ayer disfrutaron viendo a su equipo romper el maleficio en territorio valencianista, gracias a otra soberbia actuación del 24, aunque al goleador bético no le faltó acompañamiento en un partido en el que el bético pasó por varios estados de ánimo. Y uno de los que se unió a Rubén fue Adán, que fue salvador con intervenciones de mucho mérito ante el bombardeo del Valencia en muchas fases del partido, sobre todo, en el tramo final. Una vez más, Rubén Castro y Adán. Pero al dúo también se unió Joaquín -la vieja guardia nunca muere-, que culminó su buen partido aprovechando un sensacional pase de Durmisi, otro de los protagonistas verdiblancos que se sumó a la mascletá. El danés cometió el error de romper el fuera de juego en el 1-2, pero eso no esconde su buen encuentro, con sus continuas y explosivas subidas al ataque. Un filón que el Betis ha encontrado con un jugador que además tiene carácter.
Y buen estreno de Brasanac -también debutó el aguerrido Zozulya-, que dejó claro que no es pivote, sino un centrocampista con un buen despliegue físico, con llegada y hasta con dotes de mando.
Sin embargo, la mascletá verdiblanca estuvo muy cerca de acabar en petardazo gordo. Si durante 70 minutos se vio un Betis con una imagen diferente a la mostrada ante Barcelona y Deportivo, con la expulsión de Enzo Pérez se vieron las carencias en un conjunto verdiblanco sin ningún jugador que tuviera el balón para tener el control del juego -¿Ceballos?- ni que aportara consistencia ni empaque al centro del campo -no estaba Donk y faltan más jugadores en la plantilla con ese perfil, pues en el fútbol actual es clave tener físico de élite-, a lo que se le sumó la relajación de los de Poyet, que parecían que eran ellos los que jugaban con uno menos y no el cuadro local.
Así, máxima incertidumbre hasta que apareció Rubén -nunca había marcado como bético en el feudo ché- para provocar el delirio en una afición bética que pudo disfrutar de la primera victoria de la temporada. Y es que dudar del canario a estas alturas de la película, como pasó en la pretemporada bética, es no tener ni idea de fútbol. Habría que clonarlo.
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