Chispazos geniales para tapar agujeros

La calidad de Negredo en sus dos golpeos, uno con cada pierna, y de Luis Alberto hace que la fragilidad defensiva no trascienda

Juan Antonio Solís

22 de mayo 2011 - 05:02

El último partido del Sevilla fue fiel al guión de la temporada, y exhibió las mismas virtudes y los mismos defectos que han marcado el campeonato realizado por el bloque de Manzano: tembloroso atrás, letal arriba más por acciones individuales preñadas de calidad. Por eso ha acabado la Liga con 62 goles marcados, una cifra más que aceptable... y 61 encajados, una marca para el sonrojo de un equipo con casi 100 millones de presupuesto. Sólo tres equipos defendieron peor que los de Nervión.

DEFENSA

El gol de Negredo a los dos minutos no evitó que la zaga sevillista tirara la línea lejos de Javi Varas, tratando de achicar los espacios y que Verdú, el mediapunta más talentoso del Espanyol, no disfrutara de espacios ni tiempo para filtrar buenos pases a Osvaldo. Pero una vez más, Medel echó de menos una ayuda a su lado, pues Romaric trató de apretar muy arriba y, con sus limitaciones físicas, provocó que el Espanyol tuviera pasillos cuando robaba la pelota y sorprendía al Sevilla.

En la primera parte, Osvaldo se abrió con peligro a la zona derecha de la defensa sevillista, para conectar con el compañero que llegaba desde la banda, Luis García.

Tras el descanso, Medel bajó su intensidad (se reflejó al no cruzarse ante Verdú en el segundo gol local), Romaric siguió a su ritmo parsimonioso y el Espanyol vio otro agujero a la espalda de Dabo. En un saque de banda, el lateral permitió el control del que recibía la pelota, Luis Alberto se durmió ante Verdú y Osvaldo se adelantó a Sergio Sánchez: fallos escalonados.

Manzano quiso reforzar el centro del campo por dentro con la entrada de Renato por Luis Alberto, pero faltaba vigor en esa zona interior, nadie se anticipaba ni apretaba, y encima Dabo se quedaba sin nadie por delante que le apoyara... Pero bien está lo que bien acaba.

ATAQUE

Esta vez sí aportó Alfaro desde la banda derecha. Trianguló, dio pases muy intencionados y perdió pocos balones. Luis Alberto, en la otra banda, sacó su talento para conducir, fintar y llegar al área. Eso, hasta el descanso. Luego, el equipo perdió llegada: Kanoute se quedó sin fuerzas, Luis Alberto ya no estaba en el campo y Alfaro se diluyó. Pero estaba Negredo, atento para cazar un gran centro de Cáceres.

VIRTUDES

Precisamente el estado de forma de Negredo. Y la eclosión de Luis Alberto, destinado a hacer disfrutar por su magia.

TALÓN DE AQUILES

Esa perenne fragilidad...

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