Champán tras la manzanilla

Gameiro evoca el gol de Puerta en otro jueves de Feria de emoción

Champán tras la manzanilla
Champán tras la manzanilla
Eduardo Florido

24 de abril 2015 - 05:02

La imagen de los jugadores del Sevilla abrazándose a Beto tras el pitido final de Nicola Rizzoli ilustraba sobre el sufrimiento del equipo después de los dos errores clamorosos del otrora héroe portugués. El artífice de la épica en la tercera UEFA, el héroe de Turín y Heliópolis, tuvo una noche tan negra como el uniforme que eligió para volver a la titularidad. Bien es cierto que tras los dos yerros monumentales que propiciaron la remontada del Zenit salvó al equipo con dos paradones ante Hulk y Rondón, pero había sido él quien había dado vida al equipo ruso. Y tuvo que ser Gameiro el que evocara la emoción de aquel jueves de Feria único para el sevillismo con un disparo similar al del inolvidable Puerta.

Del 27 de abril de 2006 al 23 de abril de 2015 han pasado muchísimas cosas en el seno del Sevilla, algunas muy negras, como la trágica pérdida del héroe de Nervión, pero la mayoría han sido gloriosas. Sin aquel gol de Puerta no habría abierto el Sevilla, y el sevillismo con él, la caja de Pandora de los truenos de su competitividad, de su invulnerabilidad, cuando llegan las grandes citas en su torneo favorito. Porque este equipo ha aprendido a sufrir y a salir victorioso cuando más negro se le pone el panorama. Porque siempre aparece un héroe inesperado: Puerta, Kanoute, Maresca, Palop, Beto, Mbia... Gameiro. El Sevilla estará en las cuartas semifinales y aspira a meterse en otra final de su torneo. Y esta nueva epopeya triunfal tiene de nuevo sabor a manzanilla, como hace nueve años.

En la Feria de Abril se descorchó champán, ruidosamente, abruptamente. Tras los nervios y el temblor de la manzanilla, fue la hora del espumoso francés, que sirvió bien frío Gameiro con un zapatazo eléctrico, después de una gran diagonal de Vitolo y un visionario túnel de Iborra. Bajo las piernas del gigante valenciano se desaguó toda la corriente del río Neva. San Petersburgo se quedó aún más helada y Beto suspiró de alivio viendo la jugada a 90 metros, con la cabeza dándole vueltas aún por los dos yerros que parecieron torcer la noche. Pero no. Todo parecía que estaba escrito en el guión de la historia de un Sevilla que volvió a hacer explotar de felicidad y emoción a los suyos en una noche de Feria. Otro mito reforzado de este equipo que no hace sino escribir páginas legendarias. Bien haría Beto en invitar a media botella de manzanilla a Gameiro a su regreso. No estaba la noche para una copa de Oporto. Tras la manzanilla, tocó champán.

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