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Con uno o dos menos

El Sevilla, que empezó muy frío, hubo de sobreponerse al agujero de Stankevicius y al de Negredo · La fe y el riesgo propiciaron el milagro final gracias a Rodri

Eduardo Florido / Almería / Enviado Especial

16 de mayo 2010 - 05:02

Lo que no pudo el orden, la táctica ni la disciplina lo dio la fe de un futbolista, un joven canterano especializado en milagros. El Sevilla logró el objetivo de forma heroica, sobre la bocina y con uno menos desde que Negredo se autoexpulsó en una acción punible desde el club. No se puede mirar el ego cuando hay tanto en juego y sus insultos al juez de línea estaban fuera de todo lugar. No fue el único agujero que debieron tapar Escudé, Luna, Kanoute, Zokora, Squillaci, Jesús Navas, Diego Capel, Perotti, Palop y Renato. Hubo otro, el de Stankevicius, que Álvarez no supo corregir. Menos mal que no sacó a Cala por él cuando era lo lógico, pues el elegido para suplirlo, para intentar ganar a la desesperada, fue Rodri, el hombre del partido.

Defensa

Álvarez ya había avisado de que no quería trastocar mucho la línea pese a las bajas y de ahí que hiciese debutar a Luna en el lateral izquierdo, su sitio. El debutante tuvo algún problema con los desdoblamientos que Míchel le hacía a Piatti, pero se fue haciendo con el sitio. Todo lo contrario que Stankevicius, que procuró a Crusat una avenida por el flanco derecho. Jesús Navas se vio obligado a trabajar a destajo ayudando a pararlo. Squillaci y Escudé volvieron a formar el eje y no terminaron de compenetrarse ante los numerosos centros que se produjeron durante la primera mitad, pero luego se fajaron. Quizás este desbarajuste estuviera motivado porque Renato y Zokora no fijaron bien las posiciones de presión ante el móvil centro del campo del Almería. Si encima existía ese pasillo por la derecha, porque Luna logró cerrar el suyo, el empate al descanso se podía considerar como un mal menor, porque de inicio el Almería se plantó con relativa facilidad en el área pero demostró que no estaba muy por la labor de hacer demasiada sangre.

Tras la expulsión, Álvarez tuvo que arriesgar y todos intentaron multiplicarse, aunque Stankevicius siguió sufriendo y no pudo tapar el 2-2, que fue un golazo.

Ataque

La disposición del equipo, con Kanoute intentando lanzar a Jesús Navas y Diego Capel, era buena de partida. Pero ninguno de los dos medios centro, que jugaron demasiado pegados entre sí, dio el paso adelante necesario para romper al rival. Además, Negredo fue de nuevo un alma en pena aislado arriba que ni se hacía con los balones en largo, ni ayudaba en la construcción. El 0-1 llegó tras el rechace de un saque de falta tras el que Jesús Navas y Kanoute ejecutaron una jugada de gol perfecta. Pero poco más, muy poco. Los ataques de los extremos, aislados pero profundos, terminaron siendo claves para los dos goles de la victoria definitiva. Al final, con el equipo volcado arriba, hubo precipitación, nervios y faltó frialdad. Rodri la tuvo, al igual que tuvo la sangre caliente para estar ahí y firmar un gol histórico.

Virtudes

La fe hasta el último minuto, la profesionalidad de muchos y Rodri. Un gol para la literatura.

Talón de aquiles

Noche negra de Negredo y Stankevicius.

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