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Athletic-Sevilla: Desmelene vasco hacia la final (3-0)

Copa del rey

Severa eliminación en un San Mamés que vio la cara fea del Sevilla y que celebró la primera final del Athletic en 25 años.

Fernando navarro y Adriano cabizbajos mientras los jugadores del Atlhetic celebran su temprano gol. Foto: Félix Ordóñez/Agencias
Jesús Ollero

04 de marzo 2009 - 22:00

Como Génova pero a lo bestia. Cámbiese el Luigi Ferraris por San Mamés, porque el Sevilla presentó lagunas parecidas, y la diferencia es el resultado entre el empuje y la bravura bilbaína y la especulación de la Sampdoria. La fe ciega y la habilidad para manejarse con lo que haya. Nada de eso tuvo el Sevilla. Ni de eso ni de nada. Nada de nada. Ni melena, ni cola, ni león, ni final. Eso: nada. El Athletic está en su 35º final. Enhorabuena.

Lo tenía claro Caparrós desde no se sabe cuándo. Tapar las bandas desde atrás, no en la defensa propia. Si se consigue el daño a este Sevilla puede ser irreparable. De hecho, lo fue. Colocación de libro del técnico de Utrera, el único sevillista contento. Presión muy arriba, no hacer tonterías con la pelota, rapidez de movimientos y algún jaque al tobillo para dejar claro quién manda aquí. Sin noticias de Navas, ni de Adriano, ni de Renato, ni de Kanoute, ni de los cambios (Luis Fabiano), ni de nadie. Todo lo más, de Palop y de Mosquera, seguramente el mejor del Sevilla en San Mamés. Y si Mosquera es el menos malo, pues...

Inconexión total. Fazio no se encuentra, Romaric no es el del sábado, a Renato se lo han comido y Kanoute queda inédito más minutos de los que sería deseable. Al otro lado, no es tanto el trabajo que da Llorente como la falta de medidas para las incorporaciones locales. Cada incorporación es un roto: Toquero por un lado, Javi Martínez por el otro, Yeste por los dos. Orbaiz lo sostiene todo y es cuestión de tiempo que el sufrimiento aéreo del Sevilla acabe por ser algo más.

El primer problema es que el daño llega demasiado pronto. Recordando a Benito Floro y su célebre teoría sobre la importancia del saque de banda, Llorente peina un balón bombeado desde la cal y Javi Martínez se adelanta a todo el mundo para rematar hasta en dos ocasiones. Imposible para Palop la segunda. Ruge San Mamés. Ni rastro de la melena. El crazy gang del Wimbledon no habría soñado una jugada tan suya como esa.

El Sevilla tarda un mundo en ser el Sevilla. De hecho, lo fue apenas en dos o tres acciones. Se empeñó por el centro y con balones largos. A Navas lo sacaron del juego con tres bajonazos tobilleros y la primera tarjeta fue para él por protestar: se fue del todo. Albricias en el Athletic. El Athletic, en cambio, es el Athletic de siempre. Fuerte y con las ideas claras.

Llorente es más que un señuelo, pero es un gran señuelo. Distrae para que otros escarben. Tanto, que la defensa del Sevilla se olvidó de un balón que no salía y que recogió Yeste junto a la línea de fondo para encontrar a la espigada estrella local. 2-0. Horror. Horror de los gordos. Ni melena, ni cola. El león ríe.

Media hora larga y lo peor está por llegar. Llorente estafa a David Prieto, que se complica sin motivo y pierde el balón ante el internacional vasco. Toquero llega solo por la izquierda y el resto viene solo. Tercer golpe, un gol visitante ya no es suficiente y el león ruge y ruge de felicidad mientras rumia a su víctima con toda tranquilidad.

La segunda parte es un tratado de impotencia sevillista. La misma de la media hora final de Lieja, de Génova, del Racing, del último derbi, y así. La misma impotencia que se ha visto las veces en que estaba escrito que el Sevilla no ofrecía reacción. El empujón de Ocio a Squillaci casi es irrelevante. Cayó peleando, pero a estas alturas eso es tan poquito...

Resulta fácil recordar la desafortunada frase de José María del Nido. Es lo que tiene el orgullo (bien ganado) y la confianza extrema en lo suyo. Y lo que tiene atraer la presión para sí intentando liberar de ella al futbolista. No lo logró, desde luego que no. No contaba con un detalle que ha podido ser crucial, mucho más crucial que la tromba de agua del partido de ida, la lluvia que salvó al Athletic de afrontar la vuelta prácticamente eliminado. Sin poner en duda (faltaba más) la ambición sevillista, el Athletic y su afición han tenido el hambre que tenía el Sevilla hace tres años. Desde entonces han pasado muchas cosas y la mayoría buenas. Quizás el Sevilla lo ha vivido como un bello reto y el Athletic como la gran ocasión de su vida (25 años sin una final). Como el Sevilla el día del Schalke. En el fútbol hubo diferencias, pero sigue siendo una mediocridad este Athletic. Ganó por otras cosas: inteligencia, entrega y espíritu. ¿Recuerdan?

Athletic de Bilbao, 3: Iraizoz; Iraola, Ocio, Amorebieta, Koikili; Javi Martínez (Gurpegui, min.78), Orbaiz, David López (Gabilondo, min.87), Yeste; Toquero (Ión Vélez, min.68) y Llorente.

Sevilla, 0: Palop; Mosquera, Squillaci, David Prieto, Fernando Navarro; Fazio (Luis Fabiano, min.36), Romaric (Duscher, min.76), Jesús Navas, Adriano (Diego Capel, min.46), Renato; y Kanouté.

Goles: 1-0 (4') Javi Martínez. 2-0 (34') Llorente. 3-0 (37') Toquero.

Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Orbaiz (25'), Iraizoz (26'), Amorebieta (53') y Ocio (90') por parte del Athletic; y a Jesús Navas (22'), Fazio (26') y Fernando Navarro (67') por parte del Sevilla.

Incidencias: Encuentro de vuelta de semifinales de la Copa de SM el Rey disputado en San Mamés. Lleno (40.000 espectadores). El Athletic se clasifica para su 35º final.

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