Alfa y omega de la etapa de Monchi
Kanoute y De Mul, cuyos contratos con el Sevilla expiraron ayer, simbolizan su mayor éxito y quizá el fracaso más llamativo
La ya larga etapa de Monchi como máximo responsable de la parcela técnica del Sevilla está trufada de grandísimos éxitos y también de sonadísimos fracasos. Su cargo implica el riesgo de apostar por un jugador u otro y el rendimiento del elegido es el que finalmente califica la gestión. Pero el rendimiento depende de muchos factores que a veces explotan hacia lo positivo y otras hacia lo negativo. Ayer, 30 de junio, expiraron los contratos que en su día firmaron dos jugadores que simbolizan el alfa y omega de la era del ex guardameta de San Fernando: Kanoute y De Mul.
Del primero poco se puede añadir más a tanta literatura que ha provocado durante sus siete años, un número mágico, con la camiseta del Sevilla. Es leyenda viva del sevillismo, el mayor éxito de Monchi sin duda por sus logros, su carisma y la huella imborrable que deja. El segundo es sin margen de error el mayor fiasco. Uno costó siete millones de euros en 2005 y llegó con 27 años como un jugador que parecía de vuelta. El otro arribó en plena borrachera de éxitos, a la que contribuyó de primera mano Kanoute, en el verano de 2007, con 21 años y siendo una promesa que parecía justificar los cinco millones que pagó el Sevilla al Ajax. Nada más lejos de la realidad. Kanoute logró 6 títulos y se convirtió con sus 290 partidos y 136 goles en el extranjero con más partidos y en el cuarto goleador histórico del Sevilla, por detrás de Campanal, Arza y Araújo y por delante de Luis Fabiano, otro gran éxito de Monchi. Desde ayer, el franco-malí ya pertenece a otro club, el Beijing Guoan, con el que se comprometió por dos temporadas. Allí tendrá su retiro dorado antes de colgar las botas. La afición china podrá disfrutar ahora de su extraordinaria clase.
El belga, en cambio, apenas disputó 18 partidos con la camiseta del Sevilla, entre 2007 y 2009, y marcó un único gol, el 16 de noviembre de 2008, en Getafe (0-2). Lleva sin jugar un partido oficial desde el 3 de mayo de 2009, el último de su cesión al Genk, previa a una lesión que lo tuvo un año en blanco (09-10).
Mientras que Kanoute se va como leyenda viva del Sevilla, De Mul se topó con varios condicionantes. El primero, Jesús Navas. Está todo dicho. El segundo, unas eternas molestias de adductores que acabaron con él en el quirófano del doctor Cugat en febrero de 2010. Y el tercero, su absentismo absoluto ante todos los técnicos.
Marcelino fue el último en darle la oportunidad después de que se esforzara durante la pretemporada por hacerse con un hueco que no encontraba fuera del Sevilla. Pero cuando empezó la temporada bajó los brazos y no devolvió la confianza depositada. Con el asturiano entró en tres convocatorias y con Míchel en seis. No jugó ni un minuto, al igual que durante su cesión en 10-11 al Standard de Lieja , que hasta lo bajó al filial. El rendimiento de De Mul ha sido inversamente proporcional al de Kanoute: alfa y omega de la era Monchi.
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