Abel Antón: "Fue un triunfo histórico"
Maratón
La gesta de Abel Antón en el Maratón mundialista cumple dos décadas.
"Los sevillanos se echaron a la calle, lo vivieron como algo suyo”, asegura con emoción el atleta soriano
20 años hace que se escribió la historia en un Estadio de La Cartuja abarrotado, con unas 60.000 personas que vibraron cuando Abel Antón entraba para proclamarse campeón del mundo de Maratón en su país.
1999, Sevilla, agosto, y un calor que no muchos soportan, algo que sirvió a Abel para mentalizarse de que muchos de sus rivales no podrían aguantar temperaturas tan extremas. A sus 36 años, ese día firmó el que sería su último gran triunfo de una carrera deportiva más que exitosa.
El atleta soriano llegaba a los campeonatos del mundo de Sevilla con la firme convicción de realizar una gran actuación, bajo una intensa preparación en la ciudad numantina, que le valió para llegar en un estado de forma óptimo para ganar su segundo Mundial, después de haberlo conseguido dos años antes en Atenas.
Precisamente haber ganado esa medalla de oro en Grecia le hacía ser el foco de la presión mediática en Sevilla, donde tenía que demostrar que no había sido suerte que tuviese el metal en su poder, y demostró que, lejos de la fortuna, el trabajo había dado sus frutos e hizo disfrutar a un gran gentío que lo apoyó durante el recorrido y, en sus casas, en una retransmisión que fue lo más visto con un 60% de audiencia.
Después de una gran estrategia, de prepararlo a conciencia y de ser más astuto que el resto, Abel Antón se volvió a hacer con el metal más preciado de la maratón, algo que marcó un hito histórico, ya que ningún atleta antes había conseguido reeditar un éxito de éstas características. Además, recalca que no hay color entre proclamarte campeón mundial en tu país y hacerlo fuera de él, por lo que el título en Sevilla fue mucho más especial. “Ambos títulos son muy especiales para mí. Evidentemente Atenas tiene un sabor particular tanto por ser el primero como también por el lugar que es, la cuna de la maratón, pero cuando llegué a Sevilla y ves que ganar uno es difícil, dos es casi imposible, imagínate hacerlo en tu país. Para un español es lo máximo, ganar en Atenas y luego en tu país. Fue muy especial ver cómo lo vivía toda la afición, los sevillanos se echaron a la calle y lo vivieron como si fuese un triunfo suyo, fue espectacular”, asegura.
La preparación de Abel fue clave para revalidar su título mundial, una puesta a punto que se produjo entre Soria y Tarragona, pensando en el posible calor que haría en Sevilla en agosto. “Entrenaba en Soria mayormente, siempre sobre la una del mediodía, cuando más calor hacía. Yo sabía que la carrera iba a estar marcada por el sofocante calor, y creo que a alguno lo pilló por sorpresa, sobre todo a los más desorganizados, como los africanos”, comentaba ayer con añoranza.
En cuanto a la carrera, Abel Antón sabe que la dureza de ese día fue muy muy grande, hasta el punto que en los últimos kilómetros, su cuerpo parecía ceder. “La asfixia se notaba, igual que un principio de deshidratación, aunque ahí fui listo, ya que en el kilómetro 37 mi estrategia fue adelantarme a Modica para robarle una botella de agua en el avituallamiento y dejarle seco para los últimos kilómetros, algo que con ese calor pasaba factura”, sentenció Antón.
El atleta soriano consiguió recortar una distancia importante, de más de un minuto al japonés Sato y hacerse con la primera posición. Los últimos kilómetros, a pesar de la dureza, los recuerda como especiales por el hecho de ver como se acercaba cada vez más la llegada al estadio. “La adrenalina de ver que estás llegando al estadio y entrar en primer lugar es única. Llegar y ver como todo el mundo se emociona, eso hace que todo se te olvide”, asegura después de ese entrenamiento diario que aún realiza.
Abel Antón, un corredor que marcó una época, que en Sevilla confirmó que su leyenda no estaba del todo escrita hasta conseguir ese segundo título mundial y que permitió disfrutar a toda la ciudad de Sevilla de un espectáculo memorable que perdurará en la memoria de los más de 60.000 espectadores que había en La Cartuja y los más de 200.000 que siguieron el evento por la televisión. Una carrera de la que se han cumplido justo dos décadas, pero que sigue muy presente en la memoria de los sevillanos.
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