Otros jóvenes bajo la higuera

Lecturas para el confinamiento

La antología 'Ya no recuerdo qué quería ser de mayor' reúne voces de una generación "encarcelada bajo el adjetivo ‘millennial"

El madrileño afincado en Granada Munir Hachemi.
El madrileño afincado en Granada Munir Hachemi. / Carlos Gil

"Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento. De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante (...) Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto", escribía Sylvia Plath en su novela La campana de cristal. La imagen de ese árbol que para la poeta y narradora representaba la incertidumbre asoma ahora a la portada de Ya no recuerdo qué quería ser de mayor (Temas de Hoy), una antología que reúne a nueve autores jóvenes en cuyos relatos están muy presentes la indecisión y la angustia por el porvenir que abrumaban a Esther Greenwood, alter ego de Plath en aquel libro.

Con este volumen, los editores de Temas de Hoy reivindican "el talento de una generación encarcelada bajo el adjetivo millennial", jóvenes a los que se ha acusado "de rehuir responsabilidades que tampoco reciben, de no querer familias que ni siquiera podrían mantener, de no buscar una estabilidad que pocos les ofrecen". María Bastarós, Lucía Baskaran, Alejandra Martínez de Miguel, Munir Hachemi, Andrea Gumes, Elisa Levi, Víctor Parkas y Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez, que firman conjuntamente la última pieza, son los nueve creadores que "tienden su mano a quienes les miran desde fuera de la jaula" y que "en cada uno de los textos ofrecen una llave que puede empezar a abrir la puerta que los separa", se argumenta en el prólogo de este libro.

Luna Miguel, Víctor Parkas o Munir Hachemi son algunos de los autores seleccionados

Desde la primera narración, Fantasma, de María Bastarós, brillante e irónico retrato de la deriva de quienes creyeron vivir una revolución con el 15M, en las páginas de Ya no recuerdo qué quería ser de mayor se suceden las mujeres y los hombres que rechazan los patrones heredados pero tampoco atinan a enarbolar un ideario propio. En Estoy bien, gracias, la politóloga y periodista Andrea Gumes plasma la indefensión de una joven que colecciona plantas para tener algo que cuidar, pero desconoce las nociones básicas de jardinería y tampoco sabe cómo protegerse a sí misma. En Un ataque de angustia momentánea, de Elisa Levi, la protagonista lleva consigo a distintos escenarios, Nottingham y Londres, un pánico que la paraliza y que viene de la mano de un interrogante: "¿Qué hago? Esa pregunta sigue formando parte de la liturgia de mis días, me la he repetido durante todo el 2018 y durante todos estos meses que llevamos del 2019". La narradora de Te quiero, pero, de Alejandra Martínez de Miguel, por su parte, se cuestiona si el amor ha de conllevar necesariamente la cláusula de la fidelidad.

Esa mirada sociológica e interesada en captar el desarraigo y las contradicciones del momento se despliega en premisas inesperadas en algunos relatos. Tras cuestionar nociones como hombría y masculinidad en su libro Game Boy (Caballo de Troya), el periodista cultural Víctor Parkas narra la peripecia de un personaje que roba tiendas armado de una pistola y un bebé y reflexiona sobre el capitalismo y los tiempos del clickbait. El madrileño afincado en Granada Munir Hachemi sorprende con un giro hacia lo fantástico, tras aquel retrato de la explotación laboral y la industria alimentaria que fue Cosas vivas (Periférica), y en su cuento Un enorme ojo amarillo habla de una amenaza imprecisa y perturbadora que responde al nombre de La Intemperie, "sólo visible para los jóvenes, y no para todos los jóvenes sino para aquellos que aún miraban a su alrededor y se preguntaban qué era el mundo y cómo funcionaba, por qué sólo se les permitía enamorarse de una persona a la vez o por qué tenían que dedicar un tercio de su vida a trabajar para otros".

El inmigrante forzoso que vuelve a su tierra por un funeral y para recordar un viejo amor de El ojeo, de Lucía Baskaran, y la pareja intermitente que forman una modelo y una fotógrafa, que se enfrentan a una suerte de apocalípsis en El fin del mundo, de Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez, cierran un recorrido que se caracteriza por la variedad, "donde habita el potencial de esta antología", sostienen los editores en el prólogo. "No es este un libro que pretenda erigirse como muestra definitiva de la nueva literatura. Muy al contrario, quiere subrayar que en el mundo en el que vivimos estereotipar es una tarea tan arriesgada como nociva". La única certeza que esgrimen los responsables de este proyecto es que tras estos relatos están autores a los que "seguiremos leyendo en una década o dos".

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