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Un ensayo que disecciona la cultura de una época, pero que no queda ahí: también contribuye, junto con el diagnóstico, a recetar soluciones para los males de esa época. Con Agitación. Sobre el mal de la impaciencia, editado por Páginas de Espuma, Jorge Freire (Madrid, 1985) nos hace retrato de la modernidad, nos señala deficiencias, tópicos, absurdos, y a su vez reflexiona y propone inteligentes remedios. Como escribe el autor en el inicio de la obra, la finalidad de la filosofía es "por un lado, (…) curarnos las heridas que los sinsabores de la existencia provocan y, por otro, nos infunde valor para acopiar argumentos con que edificar una vida razonable y serena".
Freire edifica esta obra, XI Premio Málaga de Ensayo, en torno a la educación, la pedagogía, el sentido del dolor y del sufrimiento, el nacionalismo, el ideal cosmopolita, el deporte. Acompañado de otros autores, como Goethe, Machado, Léon Bloy, Orwell, Jünger…, el ensayista escribe de un nutrido catálogo de hechos y circunstancias cotidianas, de nuestros días, sobre los que aporta tesis propias e ideas interesantes. Asombra la cultura que despacha el autor en cada página, donde casi siempre encontraremos una cita que nos conmueva o un pasaje que nos instruya. Este libro es una conversación con nuestro tiempo, nos será de utilidad para convivir en él, pero también es una conversación con las ideas que nos han precedido, con esos autores que supieron identificar las claves de su época, averiguar sus códigos y, con ellos, abrir las cajas fuertes del enigma y de la duda.
No hay rastro alguno de adanismo o de ingenua revelación entusiasta, lo que quizá distancie al ensayo del manual de autoayuda. Freire no pretende motivarnos (este verbo seguro que le horroriza) con esa palabrería de coach, cuyo resultado es tan perecedero como banal, con esa pirotecnia de "positivismo" y de "emoción" que tan sólo sirve para encandilarnos como niños. Ilusión de un día. Por otra parte, se agradece un libro donde el autor ofrece soluciones, pero siempre desde un prudente escepticismo respecto de sí mismo. Y acompañado de un séquito de nombres y de lecturas que no son condecoraciones del intelectual erudito, sino perfecta compañía a sus apuntes y a sus enseñanzas.
Me detengo ahora en una frase llena de agudeza y de humor: "la democratización del señoritismo ha corrido pareja a la depauperación de las condiciones laborales del precariado. Podría resumirse así: trabajó seis días a la semana por cuatro perras, pero el séptimo día descansó y se dio el capricho de pasar el día a la bartola; en la piscinita se estaba de lujo". Es el humor un recurso que discurre con frecuencia por Agitación. Un humor que reserva gravedad e inteligencia, y que guarda una considerable distancia del chiste recurrente y de la gracieta previsible del zasca tuitero. Aquí hablamos de humor muy bien hilado, sosegado y medido. Ese humor no de sobreactuado monólogo sino de irónico interlocutor que pretende dejarnos con la media sonrisa.
Sobre el humor van algunas notas, que creo que ayudarán a comprenden su dimensión y su propósito. Aquí una consideración: "Si, por definición, el humor debe roerle los calcañares al emperador, el sintagma humor corrosivo es un pleonasmo". Es cierto. Cuántas veces hemos añadido esa etiqueta de "corrosivo" o de "ácido" al sustantivo "humor". Cuando este, al menos en determinados contextos, o es así o no tiene mayor recorrido. A lo sumo hablaríamos de otros gestos: hablaríamos, por ejemplo, de complacencia. De agradar.
Jorge Freire, como decimos, trata multitud de temas. Uno es el aburrimiento, sobre el que nos trae una buena frase de Walter Benjamin: "el pájaro de sueño que incuba el huevo de la experiencia". Una cita que quizá nos sea de utilidad en estos días de tedio y de monotonía. Días en los que es actualidad una palabra: bulo. Sobre ellos, y sobre el periodismo y las noticias falsas, también divaga Freire. Nos habla de sus vicios y de sus virtudes, con honestidad. Entre los defectos, esa proliferación, a principios o finales de siglo, de la telebasura; entre los méritos, la difusión de las ideas políticas, es decir, del debate social, y, según el autor, de la "secularización de Europa". El periodismo fue decisivo para sustituir la influencia social de la religión por el predominio de la vida pública civil. Y donde se dice civil hay que leer política.
Se cuentan interesantes anécdotas, con Luis Landero o Marx y Heine de protagonistas. Aunque estas prefiero dejarlas para el lector. Que él las descubra. Lo que sí conviene destacar es la reflexión que Jorge Freire nos deja del dolor y del sufrimiento. Una reflexión que discute siglos de dominio de mentalidad católica en España. En nuestro carácter, por nuestra historia cultural, subyace eso que el autor llama la ética del sufrimiento, que tan cercana es a la ética del trabajo o a la ética del esfuerzo. En ocasiones, nos consolamos pensando en que el dolor o el esfuerzo serán una recompensa al trabajo, sobre todo si este es en vano. Pero, según Freire, nada de eso. Lo único que nos quedará: apatía, desconcierto y desidia. Por si aún divisamos alguna duda: "El sufrimiento no es bueno per se". Sobre esa tesis se desarrollan buenos argumentos.
En Agitación se ofrece un nítido perfil de la sociedad que nos acompaña, de la sociedad de la que somos parte. Interesa la lucidez de las aportaciones y la notable cultura del autor (este libro podría ser de utilidad tan sólo como muestra de la cultura que nos ha precedido). Un ensayo escrito desde el estilo depurado y desde la idea compleja pero bien expresada. Este género consiste en atender al debate, formular la pregunta y apuntar la respuesta. Se cumple con el encargo. Y además desde una perspectiva propia y desde propuestas convincentes.
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