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EL FASCISMO DE LOS ANTIFASCISTAS | CRÍTICA
'El fascismo de los antifascistas'. Traducción y notas de David Paradela López. Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2021. 12 euros. 104 páginas
Aún es una incógnita quién o quiénes asesinaron a Pier Paolo Pasolini el 2 de noviembre de 1975. Un atroz asesinato del cual hoy día desconocemos quién lo perpetró y sobre todo lo que quizá sea más relevante: quién lo ideó. Mucha hipótesis sobre quién estaría detrás de tal acto y un motivo más o menos claro: Pasolini fue asesinado por ser un escritor incómodo.
En El fascismo de los antifascistas, publicado por Galaxia Gutenberg, con traducción de David Paradela, leemos una recopilación de textos y declaraciones de Pasolini, la mayoría de ellos muy cercanos a la fecha de su trágica muerte. A mediados de la década de los años setenta del siglo XX, el escritor italiano era un nombre destacado en la cultura de su tiempo. Un intelectual con influencia en el debate social. Así lo intuimos en estos escritos con los que Pasolini reflexiona acerca del fascismo y de la sociedad de aquellos tiempos de renovadas industrializaciones, cambios de mentalidad.
Un hecho histórico, el referéndum sobre el divorcio, celebrado el 12 de mayo de 1974, le sirve al escritor para analizar todo un contexto ideológico: el del fascismo. Pasolini procura definir el propósito de un fascismo de nuevo cuño, ya lejano del experimento político de Mussolini, al tiempo que también delimita conceptualmente el comunismo, la democracia cristiana. Pasolini, con lucidez, pronostica una evolución en el paradigma cultural de su siglo; un siglo en el que los valores católicos, patrióticos, de la vida rural… irán teniendo cada vez menos peso. Y serán sustituidos por los de la sociedad de consumo, donde se advierte el resurgir de un totalitarismo.
Son apreciables las críticas -autocríticas- de Pasolini a la forma de hacer política del antifascismo. En un elocuente apunte declara: "No hemos hecho nada para que no haya fascistas. Nos hemos limitado a condenarlo gratificando nuestra conciencia con nuestra indignación; y cuanto más fuerte y petulante era la indignación, más tranquila se quedaba la conciencia". En comentarios como este, y en otros tantos de El fascismo de los antifascistas, se percibe al pensador honesto y valiente. Una honestidad y una valentía que quizá pagó con su propia vida.
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