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'A pie cambiado. (Cuaderno de un futbolista desencantado)'. Miguel Pardeza. El Paseo. 140 páginas. 19,95 euros
Para el común de los mortales, el caso de Miguel Pardeza (La Palma del Condado, Huelva, 1965) es el de una rara avis. ¿Exfutbolista, literato y especialista en la obra de González Ruano? Se extrañará quien crea que el mundo del balón y el cultivo del jardín propio se repelen. No es el caso del autor de A pie cambiado, libro que hace la vez de dietario. Anécdotas sobre fútbol, reflexiones existenciales (pero no existencialistas) y tintes autobiográficos aparecen entre sus páginas. En concreto, el retorno a la infancia aparece con su íntima opalescencia en un epílogo profuso en citas (Papini, Torres Villarroel, Coleridge, Wordsworth). No se cita por fardar, todo lo contrario. Pardeza es de los que citan por humildad, para reconocer que otros ya dijeron mucho antes y mucho más lúcidamente lo que uno siempre quiso decir y no supo cómo hacerlo.
En buena parte, las entradas del personal dietario de Pardeza dan pie a retratos de terceros. Guti y sus hechuras incomprendidas. Mágico González, quien solía quedarse dormido en los descansos de los partidos mientras el entrenador dibujaba entre voces e imprecaciones sus ejercicios tácticos en la pizarra. El turco Özalan Alphay, que tuvo que irse de Inglaterra y del Aston Vila tras haber insultado en un Turquía-Inglaterra al icono patriótico del país: David Beckham. O Darko Kovacevic, delantero de la Real Sociedad, quien solía recibir un gran filete de vacuno, a modo de regalo, cada vez que marcaba un gol (otra manera de entender el controvertido asunto de las primas).
Las supersticiones del entrenador argentino Bilardo y el bilardismo no salen bien parados a juicio del autor (hoy, con el tiempo, se nos antojan dignas de misericordia). Critica Pardeza la moda en la que los jugadores celebran los goles con necias pantomimas y morisquetas, lo que ha ido dejando las viejas cabriolas de Hugo Sánchez en un austero ejercicio de gimnasia masculina. De igual modo, a compás del fútbol, la guerra de Irak, el gusto por las películas de gánsteres o el supuesto plagio del himno de Riego, entre otros temas, aparecen como trasuntos para la opinión. Pardeza integró la llamada Quinta del Buitre del Real Madrid (el nombre se debe al periodista Julio César Iglesias). Pero fue en el Real Zaragoza (“ciudad variable en temperamento con propensión a la brusquedad”) donde brilló mayormente.
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