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Pater infamis | Crítica de libros
'Pater infamis. Genealogía del cura pederasta en españa (1880-1912)'.
Francisco Vázquez García. Cátedra. Madrid, 2020. 294 páginas. 16 euros
Más de un cuarto de siglo lleva el filósofo e historiador Francisco Vázquez García, catedrático en la Universidad de Cádiz, indagando sobre los procesos de construcción de las identidades en la España de los últimos cinco siglos. Identidades sexuales, especialmente, aunque no sólo, porque en su brillante ensayo Tras la autoestima (2005) realizaba una apasionante disección de la configuración del "Yo expresivo" en la modernidad tardía, mientras que en La invención del racismo: nacimiento de la biopolítica en España, 1600-1940 (2009) desvelaba la formación en nuestro país de discursos y prácticas respecto al Otro. No obstante lo cual, han sido su objeto preferente de estudio las contrafiguras de la sexualidad normalizada, su proceso histórico de construcción, los campos de enunciación de los saberes que definieron los perfiles de lo normal y de lo patológico, las superficies de emergencia de contramodelos y de resistencias y las reglas de formación de conceptos en los regímenes de verdad que han ido cercando el terreno abierto de las identidades sexuales en España. Desde el pionero estudio Sexo y Razón. Genealogía de la moral sexual en España, siglos XVI-XX (1997), que puede entenderse, a pesar de sus limitaciones, como un planteamiento programático de amplio recorrido desarrollado en posteriores publicaciones, Vázquez García ha mostrado la genealogía de las figuras fronterizas de la sexualidad normalizada; la homosexualidad en Los invisibles. Una historia de la homosexualidad masculina en España, 1850-1939; o los hermafroditas y los problemas de la identidad sexual en Los hermafroditas. Medicina e identidad sexual en España, 1850-1960 (2011) y en Sexo, identidad y hermafroditas en el mundo ibérico, 1500-1800 (2018). Historias de vidas infames, como dijo Michel Foucault; figuras de las afueras, marginales. Pero es que se aprende más de lo que en cada momento una sociedad considera identidades legítimas a partir de las identidades y prácticas que estigmatizan y excluyen.
En esta ocasión Vázquez García enfoca su lupa sobre algo de candente actualidad como es la pederastia en el seno de la iglesia católica, azotada ésta por incesantes escándalos a nivel mundial y también nacional a pesar de los gestos (más simbólicos que operativos) del actual pontífice. Como siempre, el autor parte del presente para problematizarlo, esto es, para interrogarlo sobre cómo se ha llegado a situar en primer plano de las preocupaciones colectivas una realidad hasta ahora no tan acuciantemente pensada. Como dice el autor, y ello resume su punto de partida analítico: "Una cosa es la realidad indiscutible y preocupante de los abusos y otra, su definición colectiva como problema social".
A explicar el proceso histórico de emergencia de este problema social se dedica este clarividente libro. Se inicia en 1880 porque hasta esa fecha no empiezan a aparecer en la prensa española (en paralelo a lo que ocurría en Francia) artículos sobre casos de abusos de menores por parte de religiosos; y se cierra en 1912 cuando, tras el asesinato de Canalejas y el fin de su política de separación Iglesia-Estado, dejan de publicarse noticias similares.
La base factual de esta investigación la constituye un exhaustivo recorrido por la prensa española y francesa del momento, prensa tanto netamente anticlerical (republicana, radical, librepensadora) como católica. Sobre la base de unos ciento cincuenta y cinco casos, Vázquez se plantea poner a prueba tres hipótesis: que la actual problematización de la pedofilia clerical entronca con la emergencia de la inquietud ante el "cura pederasta" durante la Restauración; poner en relación este proceso con el debate sobre el control de la Iglesia sobre la familia patriarcal, rastreando las intersecciones entre clase, género y edad; y evidenciar la influencia sobre el proceso de construcción simbólica del cura pederasta de los discursos médicos sobre los efectos nocivos del celibato forzoso del clero.
A su vez, la verificación de estas hipótesis es afrontada desde tres ejes diferenciados: el eje del poder (la lucha por el control de las familias entre laicistas y católicos), el eje del saber y la verdad (deslegitimación de las prácticas clericales mediante diversos recursos discursivos en la prensa anticlerical) y el eje de la subjetividad (producción de un nuevo modelo de subjetividad tildada de "perversa").
En la primer parte ("Genealogías") se analizan las filiaciones y las rupturas entre el discurso actual sobre la pedofilia y el de la Restauración sobre los pederastas. La segunda ("Intersecciones") recorre cronológicamente la construcción de "sacerdote pederasta" como problema social. En la tercera ("Biopolíticas") el autor delibera sobre la caracterización del sacerdote pederasta como enemigo biológico que pone en peligro el ideal de masculinidad y que supone una amenaza para el futuro mismo del organismo social. Y en la cuarta ("Vidas infames") se recurre al estudio pormenorizado de una serie de casos individuales que permiten abrir una claraboya de conocimiento sobre cómo las discusiones sobre casos como los del hermano Flaminio, los asesinatos del "Niño Pedrín" y del cura Meliá o los crímenes de los escolapios Doroteo y Román sirvieron de campo de batalla entre quienes aprovecharon dichos casos como arma para exigir una definitiva separación entre Iglesia y Estado (especialmente en el terreno educativo) y las fuerzas más conservadoras del país. Una tensión, a más de un siglo de distancia, lejana de estar resuelta en España, por cierto.
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