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"Hoy frente a una mesa puesta me he mentido tres veces: / 1. Nunca te has ido. / 2. Ya no corres como un puñado de sal garganta abajo. / 3. Guardé las sobras de tu nombre en lo más hondo del congelador", escribe el sevillano Miguel Rivera (Alcalá de Guadaíra, 1974)Miguel Rivera en uno de los poemas de Sistemas binarios (Aguilar), el primer libro que publica este músico que lleva más de dos décadas al frente de su banda Maga su banda Magay que, gracias a esta publicación, vive a sus 45 años "una nueva primera vez, con todo lo que eso conlleva de excitación, anticipación, curiosidad, aprendizaje y, sobre todo, disfrute", resume el intérprete sobre la experiencia.
Pese a que las letras líricas e imaginativas de Maga eran –son– uno de los puntos fuertes del grupo, Rivera nunca se había planteado dar salida a sus textos en un libro. "Cuando me propusieron este proyecto, sentí vertigo", reconoce. "Porque la guitarra y el canto me sirven de parapetos, y aquí no tenía eso, sino mi voz desnuda, con la que por cierto no me siento muy cómodo. Pero nunca he sido una persona apocada, y le eché coraje", señala. Meses después de haber aceptado aquel envite, ya con su obra entre las manos, el autor se alegra de haber dado aquel paso: "Ahora que está el libro impreso siento el mismo orgullo que cuando salió el primer disco de Maga. Como entonces, veo un trabajo hecho con mucho cariño, que hay mucha verdad en él".
La literatura, en todo caso, no resultaba ajena al músico, que se licenció en Filología Inglesa, bautizó a su banda con el nombre de un personaje emblemático de Cortázar y que en su último álbum, Salto horizontal, recordaba al Nobel Vicente Aleixandre con el tema La casa en el número 3. Rivera dedica Sistemas binarios a su progenitor, que le puso al alcance, en su infancia y juventud, una notable biblioteca. "En mi casa", expone, "había miles de libros y cientos de vinilos, yo pasé de escuchar Parchís y Enrique y Ana a oír rock sinfónico. Y pude entrar en los universos de Nabokov, Kafka, Cortázar o García Márquez, lecturas complejas tal vez para un adolescente, pero que sin duda me marcaron: el realismo mágico de los hispanoamericanos, o el surrealismo de Boris Vian, me calaron y han tenido mucha culpa de cómo ha acabado siendo mi imaginario", considera.
El creador, que presenta hoy a las 20:00 su obra en la librería Caótica, donde estará acompañado por el dramaturgo Julio León RochaJulio León Rocha y la periodista Ana Carretero, alterna poemas y relatos en un conjunto que destila esa enigmática belleza que caracteriza al cancionero de Maga. "No sé cómo definir lo que hago, diría que pinto emociones, que escribo como si pintara", explica Rivera, que durante el proceso vivió con intriga e ilusión su apuesta por el relato, "que se apartaba más de lo que hago con las letras del grupo y me permitía algo nuevo: meterme en otros personajes, fantasear con otras vidas. Le pregunté a la editora, Mónica Adán, si había problema en que el libro tuviera fragmentos más narrativos, pero ella me tranquilizó diciéndome que precisamente la colección en la que publico se llama Verso y Cuento".
Un astronauta a la deriva, una pareja arrastrada por la marea que coincide en su naufragio con una tortuga boba o el inquilino de un piso de alquiler que emprende una obsesiva y brutal batalla contra las manchas son algunos de los protagonistas de una obra atravesada por la extrañeza, el humor y la poesía, en la que pesan las ausencias y se sublima el amor. "Es curioso, el libro habla de diferentes tipos de afectos, está dividido en varias partes, y un día me di cuenta de que el segmento que trata sobre la relación con uno mismo ha salido más largo. Creo que es algo revelador: ese intento de conectar tu yo actual con tu voz primigenia, el afán de querer saber por qué eres cómo eres y de dónde vienes, esa búsqueda, es algo que me interesa".
En uno de los pasajes más brillantes del libro, Todas las posibilidades de mí, el narrador se va encontrando con sus yoes del pasado, los diferentes disfraces y reinvenciones que adoptó para complacer a sus diferentes parejas en distintas fases de su vida. "Fue muy catártico escribir ese relato, hacer público algo tan íntimo resultó liberador. Porque me quité un peso, pero no sentía ni culpa ni vergüenza. Todos hemos modificado nuestros comportamientos por una relación, o quizás otros se transformaron para estar con nosotros. En el libro me ridiculizo mucho, pero ha sido como reescribir el cuento del traje nuevo del emperador, como decir: Voy desnudo, ¿y qué? No es tan importante, no pasa nada".
En esa terapia que le ha brindado la escritura, Rivera ha volcado en varios relatos una de sus pasiones, la astronomía. "Y doy muchos datos que son reales, informaciones como a cuánto está la tierra de Plutón o cuánto se tardaría en llegar", revela. "Las estrellas siempre me han fascinado. En los veranos de mi adolescencia, que pasaba en Rota, me escapaba las noches cerradas a contemplar la bóveda celeste. No sabía nada de las constelaciones, pero me gustaba sentirme arropado por el infinito, saber que uno es una mota en el universo. Ese buscar más allá puede entenderse como un símbolo de mi desubicación crónica", argumenta.
También se siente atraída por el espacio Zahara,Zahara que para una canción de un disco que precisamente se llamaba Astronauta (2018) le pidió un texto a Rivera. "Ella, que es amiga, había escrito un libro, y me consultó si quería que le pasara obra mía a su editorial. Así surgió Sistemas binarios", reconstruye el músico, que se pregunta "cuál será el tipo de lector de esta propuesta. Supongo que se acercará a ella la gente a la que le gusta Maga, y no reniego de eso, pero mi deseo sería ampliar ese espectro, trascender ese punto de partida. Aquí está mi universo, el grupo y el libro comparten la misma simiente, pero no me he ceñido al corsé de una melodía, he podido tratar historias que no cabían en una canción, echar a pelear a personajes... Es otro Miguel Rivera, y por eso el público no tiene por qué ser exactamente el mismo".
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