Una orquesta en busca de su público

ROSS. Temporada 2024-25 | Análisis

El gerente interino Victoriano Martín durante la presentación de la temporada.
El gerente interino Victoriano Martín durante la presentación de la temporada. / Ismael Rubio

La ROSS ha ganado una fecha de abono para su ciclo Gran Sinfónico, pero las condiciones de uso del Maestranza no han cambiado, y por eso los saltos entre los programas siguen dominando el calendario: ningún concierto en diciembre, tres en abril, se termina en julio...

Es evidente el esfuerzo de Juan Luis Pérez por llamar al público: esa apertura con Carmina Burana, la célebre cantata de Orff, es como colocar un megáfono con veinte megavatios en lo alto de la Giralda. En julio sólo se puede terminar con algo que concite de igual forma el entusiasmo general, y la 9ª de Beethoven no parece mala apuesta. Entre medias, acaso el único clásico popular sea el Concierto de Aranjuez (que tocará Gallardo del Rey), pero hay muchas otras obras de sobra conocidas por el aficionado medio (4ª de Mahler, Concierto de Sibelius, Enigma de Elgar, Petrushka y Consagración de Stravinski, 2ª de Rajmáninov, Noches de Falla, 6ª de Chaikovski, Concierto para violonchelo de Schumann...).

Por seguir con el repertorio, hay un estreno del sevillano Daahoud Salim y piezas de Gubaidulina y la también sevillana Noelia Lobato como oberturas de un par de programas, además de un Schoenberg en audaz interludio de la beethoveniana. Dos citas resultan un tanto especiales: la que dirigirá desde el puesto de concertino Alexa Farré, un programa casi camerístico con Bach, Mozart y Shostakóvich, y la que reúne a dos hispano-venezolanos, el director Manuel Hernández Silva y el trompetista Pacho Flores, para un programa que viene casi cerrado de fábrica e incluye obras con ritmos americanos, entre ellas un Concierto de Paquito D’ Rivera recién galardonado con un Grammy latino.

Entre los directores sólo hay dos que repitan (Marc Soustrot y György Ráth), y del resto conviene saludar la vuelta de Sagripanti y Coelho, que entusiasmaron en su momento, la presencia de Chichon y de la griega Zoe Zeniodi (que harán también ópera en el teatro) y una terna de primeras espadas españolas: González, Macías, García Calvo. El nivel de solistas se ha elevado, pues la nómina incluye a los pianistas Eldar Nebolsin ( de Liszt), Juan Floristán ( de Bartók) e Iván Martín (Falla), la violinista Alexandra Conunova (Sibelius), la soprano Lucía Martín-Cartón ( de Mahler) y el violonchelista Pablo Ferrández (Schumann). Además el Cuarteto de Guitarras de Andalucía debuta en el teatro (Concierto andaluz de Rodrigo) y Vicent Morelló, flautista de la orquesta, tocará el Concierto de Nielsen. La vuelta del Orfeón Donostiarra a la ciudad también es, por supuesto, noticia.

Hay, en fin, motivos de sobra para saludar con esperanza este año que debe ser de transición, pero todo quedará en nada si el melómano sevillano no responde de la única forma que ayudaría a la orquesta: con su asistencia.

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