Botellín o caña: la mejor forma de tomarte unas cervezas sin arrepentirte después
Los envases influyen en cuestiones clave como la carbonatación o la temperatura de servicio
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La cerveza es una de las bebidas más populares del mundo. Según datos de Statista, los checos son los que registran un mayor consumo per cápita con 189 litros al año en 2022. Le siguen Austria, Polonia, Irlanda, Lituania y, en sexta posición, España, con 95,1 litros por persona y año. Esta es una bebida social por excelencia que seguro ha vuelto a maridar tus encuentros con familiares y amigos durante estas navidades, pero ¿es mejor la cerveza de grifo o los botellines?
Cerveza de barril
La principal ventaja de tomar cerveza de barril es que permite controlar el nivel de presión en todo momento. Por otro lado, los barriles, al ser opacos, contribuyen a una mejor conservación de la cerveza que las botellas, ya que la luz del sol es uno de los enemigos de esta bebida.
Además, la oxidación es mucho menor en la cerveza de barril gracias a que el espacio libre en el interior es mucho menor que en el caso de los botellines. En cuanto a la carbonatación, el hostelero puede ajustar los parámetros de CO2 en todo momento para controlar la acidez y mantener mejor el gas.
A la hora de servir una caña inciden tanto la forma de tirarla como la temperatura. Cuando la espuma es densa, la cerveza tiene mayor duración y cuerpo. Sobre la temperatura, la cerveza de barril pasa por unos serpentines que la enfrían y no siempre es fácil acertar con la temperatura adecuada; mientras esperas que temple, irá perdiendo gas.
La cerveza de barril evoluciona mejor debido a que tiene más espacio y ningún factor externo incide en su calidad. Sin embargo, los barriles pueden pincharse con el conector al cañero, con la consecuente merma de sus propiedades. Asimismo, los conductos por los que pasa antes de llegar al grifo requieren un buen mantenimiento para evitar contaminaciones que arruinen su sabor o pongan en riesgo nuestra salud.
Cerveza de botellín
En comparación, los botellines de vidrio son traslúcidos (más o menos según el material reciclado empleado en su fabricación) y dejan un espacio libre con aire en el cuello, pese a los barridos de CO2 que se hacen al embotellar. El nivel de gas es asimismo el establecido por el fabricante. El botellín suele llevar un extra de gas carbónico, ya que muchos consumidores beben de él directamente a morro. Lo ideal sería vaciar el contenido en un vaso o copa, si bien es cierto que se pierde una pequeña parte de gas en este proceso.
En cuanto al servicio, los botellines son la mejor opción si te gusta la cerveza fría, pues si bien el vidrio tarda más en enfriarse, también ayuda a conservar la temperatura. En este caso, siempre es factible la idea de sacarla de la cámara y esperar a que alcance la temperatura deseada antes de abrirla. Además, se trata de un producto que el hostelero abre para ti en ese preciso momento, del que siempre puedes consultar su fecha de consumo preferente.
Cerveza de lata
Las latas de cerveza merecen una mención especial. Se trata de un envase 100% opaco y hermético que favorece la conservación del sabor y el aroma de la cerveza, siempre que se mantengan una serie de condiciones. No obstante, la abertura de la lata es muy grande y es complicado taponarla en ausencia total de oxígeno, por lo que la oxidación es más rápida que en otros contenedores.
Por otro lado, las latas son un formato ideal para apilar, transportar y consumir en cualquier lugar bebiendo directamente de ella. La tecnología actual impide la transmisión de los sabores metálicos a la cerveza, un temor extendido hasta hace relativamente poco tiempo.
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