Umbrete, en cuatro mostos...y postre
Paseos en salsa
La ciudad ofrece sitios singulares donde disfrutar del vino con guisos tradicionales del Aljarafe
Saborear este vino temprano, más que joven, “adolescente” porque aún no ha terminado de madurar, es una magnífica excusa para vistar Umbrete, bautizada como la ciudad del mosto. La bebida resulta un agradecido aliado para guisos caseros y platos de cocina tradicional que se prodigan en restaurantes y bares de esta localidad aljarafeña. Comer bien y beber mosto umbreteño está de moda. Aunque, quizás, nunca dejó de estarlo.
Desde 1810 lleva la familia Salado, propietaria de bodegas Salado, haciendo mosto en Umbrete. En la actualidad manejan 70 hectáreas de garrido fino en el Aljarafe sevillano de donde todos los años salen entre 500 y 600 mil litros de mosto. Con ellos surten principalmente a Sevilla capital, municipios aljarafeños y, como no, a Umbrete. Porque escasos son los establecimientos umbreteños que a día de hoy continúan elaborando su propio mosto. La gran mayoría confían en el buen hacer de la quinta generación de esta familia de bodegueros y en su marca ‘M de Salado’.
Casa Batato, el templo de los huevos con tomate
Uno de ellos es Casa Batato, que sirve mosto desde su fundación hace más de dos décadas. “Nos gusta tenerlo porque es algo muy nuestro y que va bien con todo, desde un cocido a un arroz con perdiz o carabineros”, explica Juan Manuel Márquez, Batato, propietario de este templo de la cocina de toda la vida de ambientación rociera. “La buena comida y la devoción por la Virgen del Rocío también son señas de identidad de nuestro pueblo”, puntualiza mientras se acerca hasta la barra para mostrar algunas de sus especialidades gastronómicas.
En Casa Batato sirven el mosto en copa y, para abrir boca, lo acompañan con una tapa de rabanitos con aceite y sal. También es sello de la casa que, además de los consabidos pan y picos, los platos se combinen con una torta de aceite aljarafeña. “Tenemos arroces, espinacas con garbanzos, menudo, sangre encebollada, pescado frito…pero de lo que se enamoran nuestros clientes es del tomate frito, con papas y huevo frito”.
La Mechada y los guisos de Carmen Lunar
Otra cocinera sinigual y de gran fama en Umbrete por su pericia entre fogones es Carmen Lunar, encargada junto a sus hijas, de los platos y guisos caseros del restaurante La Mechada desde 1973. Allí también son fieles al mosto de bodegas Salado que los clientes suelen degustar con menudo, espinacas con garbanzos y carrillada ibérica en caldereta, las especialidades más demandadas de Carmela. “El sabor de la uva y el terreno donde se cultiva hace que tengamos este vino tan espectacular”, comenta Jesús García Lunar, actual propietario de la Mechada, que aún recuerda cuando, hace años, “venían autobuses de toda la provincia a tomar mosto y a comer en Umbrete”.
Bodegas Elcano, la carne en salsa
La Bodega El Cano y sus instalaciones de colores taurinos e inspiración rociera suelen estar concurridas. Al igual que también ocurre en Casa Batato y la Mechada, clientes de distintos puntos de la provincia visitan este establecimiento en busca de su cocina casera. En ella gozan de gran prestigio los potajes, menudo, albóndigas y carne en salsa, y, como suele ser común en estos restaurantes umbreteños, diferentes especialidades de arroces y pescado frito. M de Salado también corona las mesas y espacios de la barra que ocupan los comensales de El Cano.
La Justicia, mosto propio
Aunque aún existe un reducto para el mosto artesano en Umbrete. Se trata de la taberna La Justicia, una antigua bodega centenaria reabierta hace cuatro años por Curro Trigo. En ella ya no se pisa la uva como antaño, pero su propietario la adquiere ya pisada para introducirla en sus cinco bocoyes de 600 litros cada uno y dar vida así a un mosto propio. “Así consigo un vino natural con un sabor muy particular que cambia de un bocoy a otro”, comenta Curro Trigo a la vez que llena una botella de su mosto para servirla a dos recién llegados clientes.
El establecimiento conserva casi intacta la estructura de la bodega que fue. Techos altos con vigas de maderas, paredes blancas rústicas cargadas de aperos de labranza y objetos vinculados al vino, e incluso una chimenea encendida invitan al visitante a hacer un alto en el camino y entrar en calor con un mosto de los de Trigo. Junto a él, tanto la carrillada como la carne con tomate o la caldereta se convierten en el complemento perfecto, sin desestimar por ello el arroz con conejo o perdiz, otra de las insignias gastronómicas de la casa.
Las bizcotelas de El Puchero
Al mismo nivel de autenticidad gastronómica umbreteña que su mosto y cocina casera de calidad, se encuentra un recién recuperado dulce tradicional que se antoja ideal para concluir esta ruta “amostada” por Umbrete. Se trata de las típicas bizcotelas de la localidad que, tras más de cuarenta años sin fabricarse, ha vuelto a elaborar la panadería Salvador El Puchero. “Hemos emprendido un proyecto en el que se han implicado las personas mayores del pueblo que nos han ayudado a dar con la receta exacta a base de constantes pruebas”, explica Francisco Barragán, promotor de la iniciativa y dueño de Salvador El Puchero.
Las bizcotelas umbreteñas contienen bizcocho, cabello de ángel y merengue y el éxito de su resurrección y lanzamiento al mercado hace pocas semanas ha sido tal que los encargos a esta panadería umbreteña no cesan. “Nadie se puede ir de Umbrete sin probarlas”, arenga Barragán. Así que toca tomar nota.
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