José del Olmo: El orfebre del bordado
El Silencio inaugura en el Hospital de la Caridad una muestra dedicada a uno de los mejores bordadores sevillanos.
Un reconocimiento justo y necesario. La Hermandad del Silencio inaugura este lunes una doble exposición en la que, por un lado honra su historia inmaculista, con el hito del Voto de Sangre realizado en 1615, y, por otro, con motivo del primer centenario del manto de la Virgen de la Concepción, repasa la figura y la trayectoria de un bordador y un taller único: el de José del Olmo. Pese a que la producción del obrador fue corta en el tiempo, algunos de los mejores bordados sevillanos salieron de allí gracias al buen hacer de Olmo, su diseñadora, Herminia Álvarez Udell; y la maestra bordadora, Concepción Fernández del Toro. Una terna que alcanzó tales cotas de excelencia que muchos expertos aseguran no se han superado.
No hay mucha literatura acerca del taller de Olmo. No se sabe a ciencia cierta cuándo abrió sus puertas, y el nombre del bordador es confundido la mayoría de las veces con el de su padre Miguel del Olmo, poseedor de una cordonería en la calle Francos que pasó a manos de sus hijos tras su fallecimiento. Pero la memoria de José del Olmo sigue muy viva en el recuerdo de su hija más joven, Salud del Olmo Pérez, quien a sus 90 años explica con gran elocuencia quién era su padre: "El taller de bordados lo tenía mi padre sólo. Muchas veces se confunde con Miguel del Olmo, que era su padre, o con Hijos de Miguel del Olmo, pero el bordador era José del Olmo". Jacinto, uno de los hijos de Salud, añade que su bisabuelo también trabajó este oficio: "Era un afamado bordador decimonónico. Poco a poco vamos conociendo obras que él hizo. Miguel del Olmo y Rodríguez tenía una tienda pasamanería y artículos relacionados en la calle Zamudio, 1. Y también hacía vestidos para santos, como ponía en la publicidad".
José del Olmo abrió el obrador cuando se casó, a los 23 años, y lo cerró en 1931. "Con la situación política y la llegada de la República las hermandades dejaron de encargar trabajos. Aunque luego siguió haciendo algunas cosas con las monjas Adoratrices, pero ya no tenía el taller". Salud del Olmo, pese a su corta edad cuando el taller funcionaba a pleno rendimiento, describe perfectamente la larga habitación en la casa familiar de la calle Muñoz y Pabón de donde salían estas grandes obras de arte: "Recuerdo estar por allí correteando y cómo Conchita (Concepción Fernández del Toro) me subía a sus rodillas. Yo nací en esa casa. El taller estaba en una habitación muy larga que daba a un jardín. Allí tenían unos bastidores enormes".
Olmo era hermano del Silencio. "Salía de canastilla en el último tramo de la Virgen. Allí lo hizo todo. Al tiempo de haber muerto fuimos mi madre y yo a llevar un cíngulo que había dejado sin terminar. El otro día cuando estuve en el besamanos y vi a la Virgen lo reconocí inmediatamente". También era de la Pastora de Santa Marina, "era muy pastoreño". La familia es del Amor. "Yo tengo el número 24. Voy a hacer los 75 años de hermana". Precisamente, la última obra que hizo fueron las caídas para la Virgen del Socorro que hoy se encuentran en Carmona.
Son muchas las anécdotas que repasa de su padre y el taller. Como cuando eligieron su diseño para el manto de la Virgen de las Lágrimas de Santa Catalina: "Juan Manuel era hermano y presentó un dibujo, pero cuando vieron el de mi padre se quedaron maravillados y se lo dieron a él. Mi padre hacía un bordado muy clásico, pero era muy caro por los materiales y la técnica. Por eso las hermandades elegían a Rodríguez Ojeda. Lo que mi padre hacía es imposible hacerlo ahora. En Santa Bárbara cuando restauraron los bordados del Silencio se quedaron maravillados. Decían que había puntos que no conocían".
Otra anécdota es cuando entregaron el estandarte del Cachorro minutos antes de la salida de la cofradía: "No le habían pagado y no entregó el trabajo. Yo creo que fue Belmonte el que pagó el mismo día de la salida y mi padre fue con mi hermano a llevar el estandarte en un taxi...". El actual exorno de la Virgen de la Concepción también fue, de alguna manera, obra de José del Olmo: "No tenía dinero para pagarle a mi padre y decidieron no comprar las flores y ponerle el azahar de la finca de un hermano".
A Salud del Olmo la obra de su padre que más le gusta es el simpecado del Silencio, que tuvo que ser reproducido en 2008 por Santa Bárbara por las dificultades que presentaba su restauración debido a la complicada técnica de ejecución: "Es lo que más me gusta. Ahí están las manos de mi padre, no la de las bordadoras. Recuerdo que lo bordaron entre Conchita y él. Cada uno por una cara. Es una obra maestra".
Los expertos no dudan en identificar a Olmo con uno de los grandes bordadores sevillanos, tanto en creatividad como técnica. Entre sus obras más destacadas se encuentran las realizadas para el Silencio, el manto de la Virgen de las Lágrimas, el conjunto de la Virgen del Patrocinio, o el antiguo palio de la Esperanza de Triana, aunque este último es distinto en técnico y diseño. Andrés Luque Teruel, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla, destaca la importancia de la diseñadora, Herminia Álvarez Udell, y de la directora técnica del taller, Concepción Fernández del Toro, en la personalidad de la obra de Olmo: "Forman un trío excepcional. Herminia y Concepción aportan un estilo muy acusado dentro del concepto regionalista". Luque Teruel explica que los motivos son andalusíes y pone como referencias previas los bordados de la Virgen del Voto, del siglo XVII, las caídas de la Virgen del Valle, o la túnica que Juan Manuel borda en 1907 para el Gran Poder, la mal llamada persa: "Juan Manuel una de las vías que abre es ésta. Con inspiración en elementos andalusíes como telas o cerámicas. Él hizo la túnica del Gran Poder pero no siguió cultivando este estilo. De ese concepto parte Herminia. Lo proyecta sacándole el máximo partido. Son motivos andalusíes que se van repitiendo. Las técnicas difieren de las de Juan Manuel. Olmo le da mucho protagonismo a la hojilla. Son muy originales, además de los diseños, los cortes de las piezas. Este taller fue uno de los grandes creadores del regionalismo sevillano, a la altura de Juan Manuel".
La familia de José del Olmo agradece profundamente la oportunidad brindada por el Silencio para reivindicar su figura. "Es una pena que uno de los grandes bordadores de Sevilla no tenga una calle. Es justo que tenga un reconocimiento. Cualquiera de sus mantos podría estar en un museo". A José del Olmo lo han definido muchas veces como el orfebre del bordado al parecer sus obras piezas de orfebrería. A partir de hoy, su legado vuelve a estar más vivo que nunca gracias a la exposición organizada por el Silencio en la Santa Caridad.
Referencias previas
La inspiración mudéjar. Los especialistas identifican varias referencias que Olmo y Álvarez Udell pudieron tomar para sus bordados. Además de cerámica y tejidos mudéjares y andalusíes, están los bordados de la Virgen el Voto (siglo XVII), las caídas del palio del Valle, o la túnica mal llamada persa del Gran Poder.
La búsqueda de la excelencia
Las tres personas claves para desarrollar un estilo característico. José del Olmo, junto a Concepción Fernández del Toro y Herminia Álvarez Udell (por este orden en las fotos) dotaron al taller de un estilo único y característico. Álvarez Udell era la responsable de los diseños que se pasaban al tejido pinchando los contornos con un alfiler y rociándolo con talco para señalarlos en la tela. Las bordadoras dirigidas por Fernández del Toro se encargaban de bordar directamente el dibujo con una técnica magistral. Del taller salieron algunas de las piezas más importantes del bordado sevillano del siglo XX. Esta producción sería muy difícil de repetir en la actualidad.
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