Artesanos al borde del colapso
Los encargos apenas llegan a los talleres que trabajan para la Semana Santa Muchos de ellos han tenido que cerrar, los más afortunados sobreviven con el núcleo familiar.
Una situación límite. La crisis económica, de la que las hermandades no son ajenas, se está cebando con los artesanos que trabajan para la Semana Santa. Orfebres, bordadores, tallistas, doradores... están bajo mínimos. Los encargos se han reducido considerablemente o, simplemente no hay. Los cobros de lo poco que se hace se dilata y el precio de las materias primas se ha disparado. La consecuencia es el cierre de muchos talleres y el despido de muchos trabajadores. A esto hay que añadir que un sector como el del arte sacro, único en el mundo, no cuenta con ayudas para su protección o promoción (tampoco las tenían en época de bonanza). Los artesanos lanzan un grito desesperado para tratar de salvar estos oficios que engrandecen la Semana Santa.
"Estamos muy mal. Simplemente sobreviviendo. La artesanía es un sector muy importante en el que trabajan muchas familias y no sabemos qué hacer". Así de desesperado se muestra Ángel Delgado, del taller de orfebrería Hermanos Delgado, uno de los más importantes de Sevilla del que han salido algunas de las piezas más importantes de la Semana Santa, como toda la orfebrería del palio de la Virgen de la Aurora, de la Hermandad de la Resurrección. Los encargos que llegan a este taller son prácticamente inexistentes. Si en otro tiempo durante esta época trabajaban día y noche hasta nueve personas para dar salida a los importantes encargos que tenían, ahora ni siquiera echan la jornada completa. "Lo que tenemos son insignificancias. Algunas restauraciones para tratar de aguantar el tipo y sobrevivir. De nueve personas y un taller en plena ebullición, quedamos sólo los tres hermanos".
El gremio de los doradores se encuentra en la misma situación crítica que los orfebres. Apenas se hacen pasos y las restauraciones son mínimas. Javier González, de Artesanía del Dorado Hermanos González, resume la situación que viven: "Hay muy poca alegría. Los presupuestos se regatean al máximo y los trabajos se cogen muy devaluados. Se cobra mucho menos y se echan más horas que antes". En este taller, poseedor de diversos premios, como el Demófilo por su buen hacer, también han tenido que prescindir de la mitad de los empleados. Sólo quedan los cuatro miembros de la familia. Antes contrataban los trabajos con un año de antelación. Ahora, acaban de coger un par de cartelas para esta misma Semana Santa: "Siempre hemos dado de margen 3-4 años para dorar un paso. Ahora se tiene que hacer en 6, 7 u 8".
El taller de bordados de Charo Bernardino acaba de recibir un gran encargo: el nuevo palio de la Virgen del Rosario de la Hermandad del Polígono de San Pablo. Pese a ello, constatan que la crisis hace mella. Se nota en el número de bordadoras o en los presupuestos que se dan: "El palio está proyectado para hacerlo hasta en siete años. Antes había menos miedo a la hora de contratar trabajos. Ahora se lo piensan mucho porque no sabemos qué pasará dentro de dos días". El número de bordadoras ha pasado de ocho o nueve a sólo cuatro.
Los Hermanos Caballero, carpinteros y tallistas, corroboran que tienen los mismos problemas que el resto de sus compañeros e inciden en la dificultad para cobrar, aspecto apuntado por la mayoría de los artesanos. "Ese es el principal problema. Te pagan cuando buenamente pueden. Nosotros somos ahora seis personas menos. En el taller quedamos solamente la familia. Así nos vamos defendiendo", señala Federico Caballero, quien además añade la dificultad que tienen para encontrar suministros por el cierre de numerosos proveedores.
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