Una noche de ira, monstruos... y Emma Suárez
XXXI Premios Goya
La película de Raúl Arévalo logra cuatro galardones, incluido el de mejor película, mientras la cinta de Bayona se hace con nueve.
Alberto Rodríguez y Rafael Cobos, mejor guión adaptado.
El algecireño Manolo Solo, mejor actor de reparto.
Había sido un buen año para el cine español –con el espectacular balance de haber superado los cien millones de euros de recaudación y los 18 millones de espectadores–, pero Raúl Arévalo y su Tarde para la ira se habían perfilado como favoritos para conquistar los Goya. Aquel proyecto que el intérprete le adelantaba con ilusión a los directores con los que trabajaba, a los que consultaba en las pausas de sus rodajes, ha acabado siendo el largometraje de 2016. Pese a la competencia, los PremiosForqué, los Feroz y los galardones del Círculo de Escritores Cinematográficos ya mostraron su preferencia por esta historia de venganza, y la Academia, que a lo largo de su historia ya premió otros debuts como Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, El Bola o Tesis, también se decantó por este thriller seco y brutal.
Arévalo fue precisamente quien abrió la noche con el premio a la mejor dirección novel, el primero de los cuatro reconocimientos que su película sumó. Uno de los cabezones logrados por el filme fue para Manolo Solo, elegido mejor actor de reparto un año después de estar entre los candidatos por B, la película. El algecireño formado en Sevilla agradeció al director "haberme dado libertad para volar" con una interpretación arriesgada en la que impostaba la voz y por el que se ha llevado un buen puñado de premios. Tarde... hizo pleno también en el guión original, de David Pulido y Arévalo.
Pero el palmarés más abultado de la noche fue para Un monstruo viene a verme, con nueve estatuillas. La superproducción que orquesta Juan Antonio Bayona pudo con sus rivales en los campos de director (el tercero ya para el barcelonés), fotografía (Óscar Faura), maquillaje y peluquería (Marese Langan y David Martí), dirección artística (Eugenio Caballero), dirección de producción (Sandra Hermida), música (Fernando Velázquez), efectos especiales (Pau Costa y Félix Bergés), sonido (Oriol Tarragó, Peter Glossop y Marc Orts) y montaje (Bernat Vilaplana y Jaume Martí).
Roberto Álamo, que ya cuenta con un Goya por La gran familia española, consiguió otro, como el mejor actor protagonista de 2016, por Que Dios nos perdone, de Rodrigo Sorogoyen, que ya le había aportado el Feroz y el Forqué y por la que se impuso a Eduard Fernández, Luis Callejo y a Antonio de la Torre, que otro año más se queda en la nominación.
Emma Suárez, recuperada en una espléndida madurez por Pedro Almodóvar y el tándem de Isaki Lacuesta e Isa Campo, hizo doblete veinte años después de su primer Goya por El perro del hortelano: recogió de manos de Almodóvar su premio a la mejor actriz protagonista por Julieta y ganó también el galardón a la actriz secundaria por La próxima piel.
El malagueño Dani Rovira encadenó su tercera presentación de los premios y controló mejor los tiempos que en 2016. Se vistió de Superman para complacer a la presidenta de la Academia Yvonne Blake –que se encargó del vestuario del superhéroe–, le cantó La Bien Pagá a Penélope Cruz y se calzó unos tacones para reclamar una mayor presencia de la mujer en la sociedad y en el cine.
El algecireño Alexis Morante no pudo lograr el Goya al mejor cortometraje de ficción por Bla Bla Bla ante el que era el favorito, un trabajo que está nominado al Oscar y que se llevó la Palma de Oro en Cannes, Timecode, de Juanjo Giménez. Tampoco los documentales andaluces 2016. Nacido en Siria y Omega pudieron materializar sus opciones.
Fue la primera ceremonia en la que ejerció como presidenta de la Academia Yvonne Blake. La diseñadora de vestuario estuvo acompañada en su intervención por el vicepresidente de la institución, Mariano Barroso, que reivindicó que los profesionales del audiovisual "no somos un sector que vive del Estado" y añadió que el Gobierno recauda con el IVA y las entradas "28 millones más de los que invierte" en el cine español.
Tras vencer con La Isla Mínima, los sevillanos Alberto Rodríguez y Rafael Cobos se hicieron este año con el premio al mejor guión adaptado por El hombre de las mil caras, una película por la que Carlos Santos fue elegido el mejor actor revelación por su asombrosa transformación en Luis Roldán. AnnaCastillo, por su parte, dio la sorpresa al imponerse en la categoría de actriz revelación por su estupendo papel en El olivo de Icíar Bollaín. En su apartado, y pese a la soberbia Belén Cuesta de Kiki, el amor se hace, las quinielas apuntaban a Ruth Díaz, distinguida en la sección Orizzonti de Venecia, en los Feroz y en las medallas del CEC por su labor en Tarde para la ira.
Silvia Pérez Cruz (mejor canción), la Elle de Paul Verhoeven (mejor película europea), la argentina El ciudadano ilustre (película iberoamericana) fueron otros ganadores de una noche que tuvo entre sus protagonistas a Ana Belén, que salvo su breve y reciente aparición de La reina de España llevaba más de una década apartada del cine, y que recogió el Goya de Honor por su trayectoria. Una trayectoria en la que señaló la influencia de Miguel Narros, que la animó a estudiar "y ahí empezó lo bueno, porque me di cuenta de que ser actriz es prepararse y leer", y de otros directores como Mario Camus, Manuel Gutiérrez Aragón, Pedro Olea, Vicente Aranda o Pilar Miró. La actriz de La casa de Bernarda Alba y La pasión turca declaró asimismo que no lograba comprender "por qué a las mujeres nos cuesta tanto que nos valoren igual que a los hombres, en una profesión tan liberal como la nuestra".
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