El hombre que soñó con los ojos abiertos
Festival de Sevilla
Laura Hojman presentará en el Festival de Sevilla 'Antonio Machado. Los días azules', en el que retrata a un poeta al que ve como un "símbolo del exilio y de la España que creyó en la cultura"
A la directora Laura Hojman le conmovió conocer un dato vinculado a la tumba de Antonio Machado, saber que al cementerio de Collioure llegaban con frecuencia cartas emocionadas desde los rincones más dispares del planeta, "de gente anónima, pero también de personas de la cultura". El volumen de misivas era tal que la fundación dedicada al poeta en la localidad francesa donde éste murió las recogía y custodiaba. "Nos dejaron grabar el archivo, pero no las cartas, porque eran personales y querían respetar la privacidad", explica la realizadora, "pero nos contaron que había quien le pedía suerte en el trabajo, o en el amor, como si fuera un santo laico".
Hojman, que ya abordó la figura de otro poeta, Rubén Darío, en su largometraje Tierras solares, abre su nuevo documental, Antonio Machado. Los días azules, con la imagen de ese buzón ubicado junto a la sepultura del autor sevillano. Un detalle que revela la vigencia que conservan su obra y su pensamiento, la devoción con que se le recuerda, ocho décadas después de su muerte, el 22 de febrero de 1939, apenas a unos metros de ese pequeño cementerio, en el Hotel Bougnol-Quintana al que llegaría exhausto y derrotado. "Desde el principio tuve claro que si intentaba retratar a Machado", expone Hojman, "no hablaría sólo del poeta, el filósofo, el dramaturgo, el maestro de escuela… También del símbolo que es: de nuestra historia, del exilio, de un proyecto que intentó generar a través de la cultura y la educación una sociedad mejor. Machado era eso para mí, y quería contarlo".
La cinta, que se presentará en el Festival de Cine Español de Edimburgo y la Seminci de Valladolid antes de participar en la sección Panorama Andaluz del Festival de Sevilla, toma como título aquellos emocionantes versos, "estos días azules y este sol de la infancia", que José, el hermano de Machado, encontró en el bolsillo del gabán. "Como dice Jacques Issorel en el documental, en ese escrito están unidos el principio y el final de su vida, su niñez en Sevilla y el dolor por la pérdida de un pasado que no va a volver. Pero ese título de Los días azules", señala Hojman, "alude también, para mí, al espíritu de proyectos como la Institución Libre de Enseñanza o las Misiones Pedagógicas, que veían en la cultura y la educación el modo de impulsar un país, unos valores que Machado encarna, una España que desaparecería con la dictadura", argumenta la cineasta.
Ian Gibson, Antonio Muñoz Molina, Alfonso Guerra, Elvira Lindo, Luis García Montero, Amelina Correa, Fanny Rubio, Antonio Rodríguez Almodóvar o Francisca Aguirre, que moriría poco después de prestar su testimonio, reconstruyen con sus aportaciones la dolorosa biografía del autor de Campos de Castilla, el largo viaje y el proceso de concienciación de ese hombre "en el buen sentido de la palabra, bueno". Un trayecto que arranca en ese "patio de Sevilla", aquel "huerto claro donde madura el limonero" en el que comenzó todo, el Palacio de Dueñas. "Es un sitio mágico que no conocemos bien los sevillanos. Yo misma no me di cuenta de lo especial que es hasta que empecé a preparar el documental. Al verlo, entiendes por qué en Machado ese espacio perdurará como un paraíso perdido", apunta la directora, que entre otros escenarios también recuerda impresionada "ese cuartito" de la pensión en la que el poeta y catedrático de francés se alojó en Segovia desde 1919 hasta 1932. En Collioure, el equipo fue testigo de un momento histórico: la visita de Pedro Sánchez, "el primer presidente en activo que acudía a la tumba del poeta", y su encuentro con los hijos y los descendientes de exiliados españoles que como Machado cruzaron la frontera huyendo de la guerra. "Esos familiares llevaban 80 años esperando que desde el Gobierno de España alguien les pidiera perdón por todo lo sufrido. Nunca se me olvidarán las conversaciones que tuvimos con ellos".
Frente a la gravedad con que se describe a Machado en otras semblanzas, Los días azules no elude, como destaca Elvira Lindo, que el autor austero y trascendente también fuera una vez un muchacho inconsciente y fantasioso. "Es un Machado desconocido", asiente Hojman. "Sorprende que ese hombre no se sacara el bachillerato hasta los 25 años, que fuera un bohemio y que no le gustara estudiar. Su afición era el teatro y quiso ser actor, aunque, como reconocería, fue un actor malísimo. Y vivió junto a su hermano Manuel la noche de Madrid. Me interesaba contar esa juventud para romper esa imagen a la que se le vincula a menudo, la de un señor muy serio".
Hojman, que filma con un exquisito sentido de la composición –"es algo que me preocupa, hablé mucho con mi director de fotografía, Jesús Perujo"–, se apoya en las animaciones de la ilustradora María Pulido para reforzar el lirismo del proyecto. "Mi propósito con un documental de poesía es transmitir emociones, y la fórmula de alternar entrevistas e imagen real me parecía limitada. El trabajo de María, que es fantástico, me permitía narrar algunos hechos de la vida de Machado de una manera más personal", analiza la directora, que vuelve a contar con la voz de Pedro Casablanc tras Tierras solares. "Él estuvo detrás de mí, me decía: Llámame para tu Machado. Yo al principio tenía mis dudas por eso de no repetir, pero Pedro es tan bueno, tiene esa voz... Cuidamos, eso sí, que recitara en un registro distinto: no es lo mismo leer a Rubén Darío que a Antonio Machado".
Junto al que será su primer largometraje de ficción, la realizadora prepara otro documental, "pero por el momento aparcaré la poesía. La gente me dice: Ahora te toca Juan Ramón, ¿no? Y, claro, me encantaría, pero siento que debo hacer otras cosas para no encasillarme". Mientras se materializan esos proyectos, Hojman presentará Los días azules al mundo. "Paca Aguirre decía que leer a Machado te enseñaba cómo vivir, y es cierto. Los suyos no son sólo unos poemas hermosos, que lo son. Es muy interesante el proceso que vivió: dejó atrás el simbolismo, el ensimismamiento, para soñar con los ojos abiertos, como él decía, y apostar por lo que él llamaba la vida activa, la vida militante".
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