¿Dónde estabas en el 92?
El año del descubrimiento | Festival de cine de Sevilla
Ficha
**** 'El año del descubrimiento'. Sección Oficial. Documental, España, 2020, 200 min. Dirección: Luis López Carrasco. Guion: Luis L. Carrasco y Raúl Liarte.
Tal vez la película española más importante de esta aciaga temporada con permiso de Almodóvar, El año del descubrimiento viaja a la España triunfal del 92 para dar cuenta de la cara B o el reverso igualmente real de aquellas fastuosas celebraciones olímpico-culturales que para cierta historiografía oficial marcaban el esplendor del felipismo y ponían el colofón dorado a la (Cultura de la) Transición. Una cara B que recuerda las huelgas, el asalto y la quema del parlamento autonómico murciano por parte de los trabajadores y damnificados del desmantelamiento industrial de la zona (Cartagena, La Unión) cursado con alevosía y nocturnidad mientras el país miraba embobado hacia Sevilla o Barcelona.
López Carrasco (El futuro, Aliens) convoca y reúne a algunos protagonistas (obreros y sindicalistas) de aquella historia y aquellas acciones violentas duramente reprimidas por la policía y parte la pantalla en dos para buscar o aislar detalles de expresión o ponerlos a dialogar con jóvenes igualmente azotados por la crisis de 2008, herederos de un mismo proceso de desclasamiento, y con las imágenes televisivas de aquellos días, estableciendo una vía de acercamiento documental a la historia y sus dinámicas cíclicas que se forja en la palabra, los rostros y los gestos sometidos a la cercanía del objetivo y el ruido y el humo de los bares como espacios para la liberación del pensamiento, los relatos personales e íntimos (algunos realmente estremecedores y emotivos) y la elocuencia del pueblo.
En la operación, que pasa también por la recreación de las texturas de la imagen pre-digital y sucia de aquellos días, se revela el enorme poder de la palabra (una palabra que es sobre todo habla, lenguaje, acento y tiempo) y el montaje como convocantes de acontecimientos, puentes y conceptos, una palabra enardecida, a veces contradictoria (fantástico ese tipo que se confiesa nostálgico del franquismo previas disculpas) o incluso onírica que deja escuchar y ver el pasado de un país y a unas nuevas generaciones que parecen haber perdido el orgullo de clase para contentarse con las migajas de la lucha y las reivindicaciones de sus padres.
También te puede interesar