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¡A todo tren! Destino Asturias | Crítica
* '¡A todo tren! Destino Asturias'. Comedia, España, 2021, 88 min. Dirección: Santiago Segura. Guion: Marta González de la Vega, S. Segura. Fotografía: Ángel Iguacel. Música: Roque Baños. Intérpretes: Santiago Segura, Leo Harlem, Luna Fulgencio, Florentino Fernández, Joaquín Reyes, David Guapo, Sirena Segura, Diego Arroba "El Cejas".
Reventada ya la grasienta gallina de los huevos de oro de Torrente, Santiago Segura rebusca en las franquicias de segunda y en el baúl de los recuerdos del cine español fórmulas de éxito con las que seguir liderando la taquilla y atrayendo a públicos familiares con ganas de pasar la tarde al fresco acondicionado en el centro comercial.
Si Sin rodeos apuntaba el posible camino (truncado) de un cine de Ciudadanos y cuñados, las dos entregas de Padre no hay más que uno y esta A todo tren. Destino Asturias que bien pudiera ser una tercera parte con nueva peluquería, se miran indisimuladamente en sus respectivos títulos previos italianos y franceses y en el amable conservadurismo de La gran familia y su secuela como moldes para la comedia blanca, familiar y con leves apuntes de actualidad donde volcar fórmulas de guion a la americana y maneras audiovisuales fast-food para lanzar a la aventura inocente a un puñado de niños de anuncio y a dos adultos que, protagonizados por el limitadísimo Segura y un domesticado Leo Harlem, muy lejos de ser la pareja cómica con química a la que aspiran, recorren en paralelo el camino desde la capital a los verdes parajes asturianos en una larga noche de gamberradas light, accidentes y encuentros aptos para menores de 7 años.
La película se maneja así en modo piloto automático y a ritmo de trote cochinero con escasas sorpresas y ningún sobresalto verdadero, tanto en el interior de un tren de la bruja en el que Florentino Fernández aburre a unos niños de buena dicción, como en ese viaje por las carreteras secundarias de España en el que los farloperos de after, los canis de buenas maneras, la guardia civil y los catetos rurales celebran al unísono y con algún que otro gag suelto la diversidad nacional, el cameo televisivo o la corrección política parcial a costa de veganos, podemitas y usuarios del lenguaje inclusivo.
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