Borgo | Crítica
Una mujer en Córcega
Premios Oscar
El británico Gary Oldman, intenso y versátil, era uno de los actores más reputados de su generación, pero hasta que no se escondió tras una sorprendente caracterización de Winston ChurchillWinston Churchill en El instante más oscuro su trabajo no fue reconocido con el Oscar. No ocurrió hasta el pasado año, después de que el intérprete de Drácula, JFK o El topo sumara un buen puñado de papeles memorables y llevara a sus espaldas una estimulante e impredecible trayectoria.
No es ningún secreto que a los votantes de la Academia les entusiasma una buena transformación, más cuando se trata de personajes reales. Nicole Kidman obtuvo el único Oscar de su carrera cuando se colocó una nariz postiza y se sumió en el dolor de Virginia Woolf. Meryl Streep conquistó su tercera y esquiva estatuilla (habían pasado 29 años desde la segunda) por meterse en la piel de Margaret Thatcher. Charlize Theron despertó la admiración cuando se afeó y encarnó a la asesina Aileen Wuornos en Monster. Marion Cotillard superó el inconveniente de protagonizar una película en francés y ganó el Oscar por dar vida a Edith Piaf. Helen Mirren fascinó a todos al revivir la crisis que afrontó Isabel II cuando murió Lady Di.
La larga lista de metamorfosis que se saldaron con el triunfo en los Oscar confirma que el gusto de la Academia prefiere las interpretaciones más aparatosas que los papeles intimistas y sobrios. Jamie Foxx venció por su retrato de Ray Charles, y Daniel Day Lewis cuando adoptó el soberbio perfil de Lincoln. Matthew McConaughey exhibió un inmenso (e inesperado) talento en Dallas Buyers Club, pero ayudaba a la veracidad de su trabajo que hubiese adelgazado 22 kilos. Eddie Redmayne se impuso al favorito de esa edición, Michael Keaton, por convertirse en Stephen Hawking.
Esta dinámica se repite este año. Rami Malek, bendecido con el Globo de Oro al actor de drama, el premio del Sindicato de Actores y el Bafta, parte con más posibilidades por su encarnación de Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody. Este domingo mide sus fuerzas con otro actor habituado a las caracterizaciones asombrosas, Christian Bale, irreconocible como Dick Cheney en El vicio del poder. A los fans de Viggo Mortensen nos gustaría ver al actor con una estatuilla por Green Book. Ojalá la división de votos entre los dos favoritos lo beneficie, pero un personaje de italoamericano glotón se antoja poco disfraz para el triunfo.
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