Un gran Nicolas Cage renace como un Joseph K. posmoderno

DREAM SCENARIO | CRÍTICA

Nicolas Cage protagoniza el largometraje.
Nicolas Cage protagoniza el largometraje. / D. S.

La ficha

**** 'Dream Scenario'. Comedia de terror, EEUU, 2024, 96 min. Dirección: Kristoffer Borgli. Guion: Kristoffer Borgli. Fotografía: Benjamin Loeb. Música: Owen Pallett. Intérpretes: Nicolas Cage, Julianne Nicholson, Michael Cera, Tim Meadows, Dylan Gelula, Kate Berlant, Lily Bird.

El nombre del noruego Kristoffer Borgli empezó a sonar fuera de su país cuando presentó su cortometraje Former Cult Member Hears Music for the First Time (2020) en el festival Sundance y sobre todo cuando su largometraje Sick of Myself (2022) fue seleccionado para la sección Un certain regard de Cannes y nominado al Globo de Oro. Se trataba de una disparatada, ácida y agresiva comedia negra lindante con el terror sobre la obsesión por la imagen en una sociedad narcisista que obliga a crearse una nueva personalidad o incluso una nueva persona a quien quiera o necesite ser conocido y triunfar, alcanzar notoriedad en un universo circense de frikis. Nada de extraño tiene que el guionista, director y productor Aris Aster –Hereditary, Midsommar, Beau tiene miedo- haya apadrinado su debut estadounidense con esta película que, de alguna forma, prolonga la propuesta de Sick of Myself. Como nada de extraño tiene que a ambos les haya interesado contar para ella con Nicolas Cage. Incluso construir toda la película a partir de él.

Cage, actor que se dio por muerto tras convertirse en una caricatura de sí mismo interpretando, cada vez peor, películas cada vez peores, tiene mucho en común con los universos de Aster y Borgli. Salvada in extremis su dignidad como actor por Pig (Samoski, 2021) optó sin embargo por extremar su caricatura convirtiéndola en una personalidad autoconsciente en El insoportable peso de un talento descomunal (Gormican, 2022) que era una declaración de intenciones en la que se interpretaba a sí mismo -o al personaje en el que se había convertido- en su versión más caricaturescamente desaforada. A la vista de que sus posteriores interpretaciones serias fueron fracasos, optó por ir aún más allá en la autoparodia consciente con Renfield (2023, McKay) y volvió a triunfar. El encuentro entre Cage y Borgli produce chispas. El director se enfrenta a un actor que parece sacado de su película anterior, Sick of Myself (enferma de mí, harta de mí), por su capacidad para sacar lo mejor de lo peor de sí mismo para exhibirse con éxito.

En un mundo que es el nuestro -o más bien su pintura negra- el protagonista empieza a ser visto en sueños (o pesadillas) por millones de personas, primero próximas a él, después desconocidos. De pronto un gris profesor a quien nadie prestaba atención se convierte en una celebridad cuya vida se irá desdibujando entre lo real y onírico, entre él y como lo ven los demás, entre su anodina personalidad real y el comportamiento de su otro yo en los sueños (cuya evolución, por supuesto, no desvelaré).

Comedia negra, negrísima, con grandes momentos de humor cruel, y feroz reflexión satírica sobre la narcisista sociedad de la imagen, las redes y la explotación de frikis en la que -casi como un Josef K. de Kafka- se ve inmerso, esta película ofrece a Cage uno de los mejores papeles de su carrera y él le corresponde con una de sus mejores interpretaciones, sorprendentemente muy medida, como si se tomara esta vez en serio haber tenido que convertirse para triunfar y remontar su carrera en el personaje (el sueño) en el que sus muchas malas interpretaciones en malas películas le habían convertido.

Solo dañada por una cierta moralina final, esta interesante película enlaza con Adaptation. El ladrón de orquídeas (Jonze / Kaufman, 2002), una de las mejores interpretaciones de Cage. No debe ser casual que aquella fuera su última nominación al Globo de Oro hasta lograr ser nominado por esta. Se cierra un círculo.

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