Chantal Akerman, desde el otro lado
Fallece a los 65 años la cineasta belga, una de las figuras más importantes del cine moderno. Su último trabajo íntimo y autobiográfico, 'No Home Movie', podrá verse en el próximo SEFF.
Jacques Aumont daba el primer aviso a media mañana de ayer: "Acabo de enterarme del suicidio de Chantal Akerman. Impresión de irrealidad: esto no es posible". Una contención fría y una multitud de pequeños homenajes en forma de frases de despedida, imágenes, fragmentos, collages y fotogramas de sus películas se expandían rápidamente por las redes sociales entre una cinefilia también incrédula y estupefacta ante la doble noticia: la inesperada muerte a los 65 años de una de las cineastas más importantes, admiradas y queridas, y el suicidio como el más desalentador de los motivos. Tal vez desde la muerte de Jean Eustache en 1981 no se había producido un estremecimiento parecido entre la comunidad cinéfila, amplificado ahora por la instantaneidad de la información y esta nueva modalidad de duelo colectivo.
Y nos llega esta triste noticia justo cuando esperábamos ver en pocas semanas su último trabajo, No Home Movie, retrato-diálogo con su madre, muerta en 2014 a los 86 años, judía de origen polaco que sobrevivió a Auschwitz, en el que sostiene de nuevo la mirada y controla la emoción y la ira ante los estragos de la autobiografía familiar con las más rudimentarias herramientas de ese cine íntimo y casero capaz de erigirse en relato colectivo sobre la humanidad y sus desastres a lo largo del pasado siglo.
Como toda gran obra, la de Akerman se resiste a etiquetas y encasillamientos fáciles, por más que los feminismos y estructuralismos de los años 60 y 70, cuando vieron la luz sus primeras y reveladoras cintas de intimidad y clausura (Saute ma vie), quisieran apropiársela para sus propósitos reivindicativos y analíticos a costa de "la rebelión femenina, y las condiciones de restricción de libertad y confinamiento de la mujer" (Fran Benavente). No en vano, la mujer errante hacia un destino incierto es una de las figuras emblemáticas de su cine.
Es también un lugar común apelar a la trayectoria de la cineasta belga, nacida en Bruselas en 1950, como un zigzagueante recorrido de ida y vuelta a través de la ficción (original o adaptada, entre la ligereza del burlesco y el musical y la gravedad del drama: Je, tu, il, elle, la portentosa y referencial Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles, Les rendez-vous d'Anna, Toute un nuit, Golden Eighties, Noche y día, La cautiva, Démaine on démenage, La folie Almayer), el documental (D'Est, Sud, De l'autre côté), la experimentación (Hotel Monterey, La chambre), el ensayo (Là-bas), el diario (Les années 80), la correspondencia (News from Home) o el autorretrato (Chantal Akerman par Chantal Akerman), como lo es también señalar que en Akerman el formato corto, la videoinstalación (From the Other Side), la televisión (Dis moi, L'homme à la valise), el teatro (Hall de nuit, L'Ocean) o sus no menos elegantes y simbióticos acercamientos a la música y la danza (Avec Sonia Wieder-Atherton, Un jour Pina à demandé...) no marcan diferencia ni distancia alguna respecto a las exigencias conceptuales y estéticas de su proyecto creativo.
Cineasta de cuerpos, posturas y abrazos, de soledades, desplazamientos, errancias y ruinas vivas, de relatos y encuentros apenas esbozados, Akerman buscó, en palabras de Dana Linssen, "imágenes que no representen nada, que no signifiquen otra cosa (excepto, tal vez, ellas mismas), mientras se concentra en la cámara que observa minuciosamente y se expresa en primera instancia a través del estilo: distanciado, limpio, sobrio, mirando a la imagen desde fuera de la propia imagen. A pesar de su aparente simplicidad, la narrativa y los sólidos encuadres y planos-secuencia de Akerman, hechos de bloques de tiempo y entrecortados por elipsis radicales, no son fácilmente imitables. Al contrario, el impacto de sus películas se hace evidente en la emergencia de una nueva sensibilidad y una aproximación a la observación y el peso del tiempo".
Desgraciadamente, Chantal Akerman casi no tuvo presencia en la devaluada cartelera española, a la que apenas llegaron puntualmente La cautiva o Un diván en Nueva York, tal vez la menos interesante de sus películas. Tan sólo el sello Intermedio se ha preocupado de editar en DVD algunas de sus películas: Noche y día, D'Est, Sur, De l'autre côté y Là-bas. Por suerte, gracias a los festivales, internet y los circuitos de la nueva cinefilia mutante, su obra ha podido ser descubierta y apreciada por las nuevas generaciones en su justa valía.
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