Apoteosis monstruosa: Godzilla, Kong, Mothra y compañía
GODZILLA Y KONG: EL NUEVO IMPERIO | CRÍTICA
Ficha
***** 'Godzilla y Kong: El nuevo imperio'. Acción, EEUU, 2024, 115 min. Dirección: Adam Wingard. Guion: Terry Rossio, Simon Barrett, Jeremy Slater. Historia: Terry Rossio, Simon Barrett, Adam Wingard. Fotografía: Ben Seresin. Música: Junkie XL, Antonio Di Iorio. Intérpretes: Rebecca Hall, Kaylee Hottle, Dan Stevens, Brian Tyree Henry, Rachel House, Alex Ferns
Unir monstruos de películas distintas es casi tan antiguo como el propio cine fantástico sonoro. Ya se trate de monstruos más o menos humanos -vampiros, momias, hombres lobo, Frankenstein- reunidos desde la pionera Frankenstein y el hombre lobo (1943) a la que siguió un año después la superpoblada por criaturas La zíngara y los monstruos en la que se apelotonaban Frankenstein, el Hombre Lobo, Drácula, el Jorobado y el Doctor Loco. O de monstruos más o menos prehistóricos, como hizo la referencia directa de la película que hoy nos ocupa: King Kong contra Godzilla de Ishiro Honda (1962). Fue la inspiración de la franquicia MonsterVerse que une con éxito de taquilla y en ocasiones resultados tan interesantes como divertidos las criaturas e intereses estadounidenses-japoneses de Warner, Legendary y Toho. En 2014 resucitaron al monstruo japonés en Godzilla de Garreth Edwards, en 2017 al monstruo americano en Kong: la isla de la Calavera de Jordan Vogt-Roberts -estupenda película de fantasía con la que el proyecto empezó a cuajar como bien engrasada máquina de entretenimiento y espectáculo, nunca mejor dicho, a lo bestia-, en 2019 le volvió a tocar el turno al bicho japonés en Godzilla 2: el rey de los monstruos de Michael Dougherty y por fin, en 2021, los unieron en Godzilla vs. Kong de Adam Wingard, que ahora repite con Godzilla y Kong: el nuevo imperio.
Tras una larga carrera en la serie B de terror o fantasía Wingard logró reconocimiento con la sangrienta Tú eres el siguiente (2011) y sobre todo con la interesante The Guest (2014), a las que siguieron los tropiezos de Blair Witch (2016), fallida secuela de The Blair Witch Proyect, y Death Note (2017), igualmente fallida adaptación de la serie manga del mismo título. Afortunadamente para él y para nosotros salió a flote con la pareja Godzilla-Kong y repite éxito con esta secuela en la que el monstruoso dúo está a punto de acabar con todo -desde Sao Paulo a las pirámides de Egipto, Roma o Cádiz- para salvarlo todo y para gozo de los espectadores. Como Michelle y ma belle, Kong y Godzilla son les mots qui vont très bien ensemble, nacido el primero de los miedos muy reales de la Gran Depresión y el segundo de los por desgracia peores de Hiroshima y Nagasaki, como venganzas de la naturaleza ultrajada por la civilización capitalista, en el caso del gorila llevado a Nueva York para exhibirlo, y por la guerra atómica, en el caso del imaginario Godzillasaurus agigantado por las radiaciones.
La suma de bichos con los que luchan da a la película un aire fresco, juguetón, divertido, que se agradece tras tantos años de querer convertir tebeos y fantasías heroicas en tragedias griegas, shakespearianas o wagnerianas. Esto es pura diversión fantástica llevada a los límites del absurdo. Los humanos y sus conflictos pasan al discreto segundo lugar que les corresponde, con la excepción de Rebecca Hall y la niña Kaylee Hotte, para dejar todo el protagonismo a los muchos bichos que se suman a Godzilla y Kong -que casi le roba la película al Godzillasaurus- entre los que quienes somos fieles desde nuestra infancia a los kaiju, los monstruos de las películas japonesas, nos felicitamos de reencontrarnos con Mothra, la polilla gigante que debutó allá por 1961 en Mothra y tres años más tarde reapareció en Mothra contra Godzilla, ambas del gran Ishiro Honda. Añadiéndose estupendas nuevas criaturas como Skar King o Shimo. Se agradece también que pese al carísimo y apabullante derroche técnico se conserve algo del encanto de las ya viejas -como nosotros, sus coetáneos- películas de monstruos de los fabulosos años 50 de nuestra infancia en los que coincidieron en las pantallas los monstruos de la Toho japonesa y las producciones de Charles H. Schneer con criaturas de Harryhausen y música de Bernard Herrmann, además de Gorgo, por supuesto. En su género, una cinco estrellas.
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