Síndrome expresivo 77
Oda a la letra K
Síndromes expresivos
Durante toda la historia, los filólogos y los amantes de la lengua pública han soñado con una sociedad en la que los actos de habla estuvieran guiados por los ideales de paz, justicia y hermandad. Un mundo ideal cohesionado por el cultivo de las artes, la admiración por el papel de la cultura y el respeto de los ciudadanos por las reglas de puntuación. Sí, querido lector, la instauración de un modelo social en la isla de Utopía, donde los magnánimos e inmaculados hablantes emplean con criterio y corrección la coma obligatoria en el vocativo. ¡Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, porque los hablantes conocían la regla del vocativo!
Pues sí, bro. Según la RAE, el despreciado vocativo es “una expresión nominal que se inserta en el discurso para dirigirse a una persona, a un animal o a una cosa personificada, unas veces a la espera de una respuesta o de otra reacción y otras como simple recurso retórico”. ¿Te queda claro el concepto sintáctico, amigo? ¿Lo has pillado a la primera, miarma? ¿Me he explicado bien, cari? ¿Necesitas que lo repita con otras palabras menos enrevesadas y oscurecidas, eximio lector? ¡Hola, Gol Norte! ¡Vete a la playa, Jorge! Profesor, ¿hasta dónde quieres llegar con el jueguecito del vocativo? Perdona, fiel seguidor, no es mi intención que pierdas tu tiempo enredado en laberintos idiomáticos. ¡Te prometo, cabeza, que no sé explicar el uso de la coma en el vocativo de otra forma!
Aunque pueda parecer una exageración impostada, como profesor de Lengua Castellana y Literatura y receptor de centenares de mensajes escritos cada día, no logro comprender la ausencia de la coma para aislar el vocativo en multitud de textos publicados en los medios de comunicación y en las aplicaciones de mensajería digital. Sin solución aparente, casi un día sí y otro también, se repite uno de los errores más habituales entre los hablantes con una formación cultural media: una coma desaparecida ante la soledad más humillante del inmortal vocativo. Ante tal panorama expresivo, parece obligado un recordatorio sucinto sobre los vocativos clásicos en nuestra lengua:
En la lengua oral y escrita, los vocativos definen nuestras relaciones con los oyentes. En general, debemos cuidar la cortesía positiva y marcar al receptor de los saludos, agradecimientos, piropos, felicitaciones, despedidas o disculpas con una coma afectiva. En caso contrario, la coma en el vocativo también es obligatoria para marcar la diana de nuestras órdenes, críticas o reproches. ¡Salvemos juntos al vocativo! No abandones la coma. Ella nunca lo haría contigo. Vale.
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