Anglicismos en la empresa
Síndrome expresivo 80
El alejamiento de una biblioteca, de una sala de estudio o de un aula siempre es una acción arriesgada para un filólogo amante de la pureza lingüística y literaria. Más aún cuando la ingenuidad del aventurero ocasional consiste en visitar una oficina, donde una multinacional implanta un sistema de gestión moderno y, sobre todo, rentable.
En principio, el mundo empresarial es un entorno alejado de las preocupaciones cotidianas de un profesor de lengua y literatura. Por este motivo, pedí a algunos amigos que me ayudarán a comprender por qué los anglicismos han invadido las conversaciones en el ámbito laboral. Tal vez esté equivocado, pero creo que la moda de nombrar la realidad con palabras ajenas al español está sobrepasando las necesidades propias del mercado global. El sociólogo Amando de Miguel lo analiza como “una rendición cultural”. A mí me parece que somos imbéciles.
Soy un afortunado por contar con la complicidad de tres expertos en la materia. Mi admirada Isabel López me advierte que el primer impacto al pisar una oficina es el sentimiento de confusión al constatar cómo decenas de individuos están enredados en una madeja de auriculares y pantallas luminosas. Los pobres solo articulan una ristra de anglicismos vacíos como feedback, deadline o networking. Ella nos lo explica de forma sencilla: “Yo soy una account specialist. ¡Qué arte! A los colegas de mi barrio les cuento que soy la típica superwoman que se dedica a clicar y anotar miles de números en hojas de excel. A veces, salgo de la rutina y mando correos con la palabra URGENTE en el asunto. My life es absolutamente apasionante”. ¡Wow!
Mi brother Carlos Martínez (¡me estoy contagiando!) estalla en carcajadas y afila el colmillo expresivo. Hace años que disfruto con su agudeza y sé que su alma creativa siempre aclara mis incertidumbres lingüísticas: “Mira, Jorge, tal vez la peña crea que un marketing manager como yo es un gurú que convulsiona el mercado con campañas revolucionarias y estrategias disruptivas. Ahora, está de moda en las grandes empresas la figura del digital prophet (profeta digital). Todo muy cool. Sin embargo, en el fondo, muchos son coleccionistas de presentaciones de powerpoint con eslóganes en inglés. Aunque no lo creas, muchos ganan una pasta por decidir en qué esquina superior colocan el logo creado por la inteligencia artificial”. ¡Top!
En efecto, parece que la estafa de las palabras grandilocuentes y huecas procedentes del inglés es más brutal de lo que creía. En este punto, mi Cristi (Cristina Benavides) lo borda: “¿Sabes cómo me llaman en la empresa? ¡La accounts payable team leader!”. Os reconozco que me quedé impactado con la retahíla de palabrejas ininteligibles. De inmediato, pensé que alguien con ese nombre debía de ganar una pasta gansa, aunque mi Cristi va al trabajo con su blusa de Primark. “No le des muchas vueltas, Jorge. Mi trabajo es dar explicaciones de por qué se paga tarde, animar a los de abajo para que no se depriman y, en última instancia, hablar y hablar del cash flow (flujo de dinero efectivo) para que me dejen vivir”.
¿Se puede superar?
¡Claro que se puede superar! ¿Lo dudas? Los lectores menos habituales no me van a creer, pero, en los ecosistemas empresariales (que expresión tan vacía me ha salido), se crean casi a diario nuevos puestos de trabajo con una rimbombante descripción en inglés. Como botón de muestra, os detallo algunos descubrimientos deslumbrantes:
- Head of first impressions o responsable de las primeras impresiones. Este tipo es el encargado de ofrecer una imagen impecable para aquellos visitantes o clientes de una oficina. Suele ir peinado a la moda y siempre nos dedica una sonrisa ensayada. No sé lo que os sugiere a vosotros la combinación de palabras en inglés, pero me arriesgaría a afirmar que con el término recepcionista iríamos servidos.
- Wizard of light bulb moments o el mago de los momentos de inspiración. En este puesto suelen colocar a un autodenominado leadership coach, career coach, performance coach, team coach, business coach, life coach, innovation coach, change coach y conflict coach. Según los jefes, nuestra existencia en la empresa y fuera de ella está tan cosificada que todos necesitamos de la ayuda de un mago de las emociones con sonrisa impostada. Lo mismo si prueban a pagarnos más, no necesitaríamos el consejo infantil del último buhonero de verbo aterciopelado.
Consejo final. Gracias a Isa, a Carlos y a mi Cristi, he comprendido que la denominación de mi triste cargo de profesor de lengua y literatura es un tanto arcaica y desmotivadora para mis lúcidos alumnos (y sus sabios papis y mamis). A partir del lunes, exhibiré con orgullo mis nuevas credenciales para envidia de la ciudad y del mundo: Grammar sorcerer and sentence protector (Hechicero de la gramática y protector de las oraciones); Literary pioneer and metaphor architect (Pionero de la literatura y arquitecto en metáforas); Rhetoric luminary and verbs perfectionist (Luminaria del arte de la retórica y perfeccionista de verbos). ¡Ya soy un imbécil moderno! ¡Wow!
También te puede interesar