Manuel Campo Vidal
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La manicura rusa ha cogido mucha popularidad en los últimos años, especialmente, por su acabado limpio y pulido. Sin embargo, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) no duda en alertar a la población sobre los riesgos que se esconden detrás de esta metodología, capaz de favorecer la aparición de infecciones en las uñas. Por ello, lo más aconsejable es optar por prácticas menos agresivas con las que lucir unas manos bien arregladas y, sobre todo, saludables.
La característica principal de la manicura rusa es la eliminación de la cutícula. Para ello, se lleva a cabo un proceso por el cual “las cutículas se levantan, se exfolian y se recortan cuidadosamente con una lima eléctrica”. Ahora bien, ¿por qué supone un riesgo para la salud? Como informa la OCU, “la cutícula es una barrera protectora natural de la uña contra la entrada de agentes patógenos”. Por lo tanto, al eliminar la cutícula esa zona queda totalmente expuesta y es ahí donde se encuentra el verdadero problema.
El procedimiento de la manicura rusa parte de limar y alisar la superficie de la uña, para después levantar, exfoliar y eliminar esta fina capa, la cutícula. Además, recuerda la OCU que “estas operaciones se hacen en seco, sin el remojo previo que se hace en la manicura tradicional” y disminuye el efecto de la agresión.
Con esta práctica se pretende que los bordes queden limpios, la manicura dure más y se consiga “un aspecto general cuidado”. Sin embargo, bajo una sana apariencia se esconde un problema latente que la academia americana de dermatología desaconseja rotundamente.
“Por un lado puede favorecer infecciones conocidas como paroniquia", explica la OCU. Es decir, en este caso "las bacterias y los hongos infectan la zona, y la piel que rodea la uña se inflama, duele y pierde color”. Posteriormente, se puede producir otro tipo de agravantes, como la disfrofia ungueal, que consiste en "la distorsión y decoloración de la estructura normal de la uña, consecuencia de cualquier proceso traumático o inflamatorio como puede ser una manicura agresiva”.
Al respecto, señala la organización que esto “puede manifestarse de diversas formas: engrosamiento, decoloración, formación de surcos o grietas, deformidades… y en algunos casos conduce al desprendimiento de la uña”. Todo ello, a raíz de un estilo que “se publicita como seguro”, pero tiene el “potencial de causar problemas en las uñas” bastante serios.
Por lo tanto, a la hora de hacernos la manicura es imprescindible que, más allá de lo estilosa que resulte, sea segura para garantizar la salud de nuestras manos y uñas. Un proceso que parte de una base menos agresiva, en la que influyen muchas más cuestiones que la propia manicura. Por su parte, la OCU da una serie de pautas y recomendaciones para evitar cualquier tipo de problema asociado:
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