La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Los calentitos son economía productiva en Sevilla
La aldaba
El gobierno local comienza el curso con fuerza. Tendremos una auditoría externa para evaluar la eficacia de los servicios de limpieza, según leímos ayer en la información avanzada por Ana Sánchez Ameneiro. Gastaremos dinero en que unos profesionales nos hagan el mapa de la basura de una Sevilla saturada. Debe ser el paso definitivo para que Lipasam sea LipaSanz. ¿Problemas con las licencias en la Gerencia de Urbanismo? Se las pasamos al Colegio de Arquitectos para que repartan el trabajo. ¿No nos fiamos de la labor de los inspectores de limpieza? Vamos a sacarles los colores con el dictamen que nos hagan los auditores. ¿Que se hacía ya con Zoido a a partir de 2011? Toma del frasco, pero la situación es radicalmente distinta. Y peor. ¿Cuánto nos costará la auditoría de la cochambre? Perdamos el cariño a casi 260.000 euros de fondos municipales. Han leído bien. 260.000 euros para que nos digan lo que ya sabemos porque los sevillanos retransmiten a diario por las redes sociales la ruta de la porquería en el centro histórico, en los barrios donde ya se extiende la conocida como Sevilla AT (Apartamentos Turísticos) y en esos parques que los lunes amanecen con las papeleras rebosantes. Los sevillanos llevan un año poniendo en jaque la paciencia de la concejal Evelia Rincón, una suerte de Agustina de Aragón contra guarros e incívicos, sean vecinos o visitantes. Porque una cosa es que no haya un contenedor cada veinte metros y otra muy distinta es que semejante carencia genere el derecho a dejar la bolsa con los residuos en cualquier sitio.
La auditoría de la cochambre suena al dictamen exculpatorio que se le encarga a un perito para ganar un pleito. Sabemos de antemano el resultado. Podríamos encargar una auditoría para saber si tenemos demasiadas procesiones extraordinarias, sobre la falta de aparcamiento en Triana, sobre los accesos al Estadio de la Cartuja, el muerto que vive con respiración asistida de fondos públicos; sobre la necesidad de sombra en la ciudad que calienta el sol seis meses al año, sobre las terrazas de veladores, sobre el número de bares por cada mil habitantes (pero encargada de acuerdo con la patronal para que no se enoje el lobby) y, cómo no, otra sobre el funcionamiento interno de la Gerencia de Urbanismo, que, como el otro día oímos, es más bien la Gerencia de “Ur(bar)nismo” por la afición de algunos de sus dirigentes por el sector hostelero en cuanto pasa la hora del Ángelus. Poco nos pasa, demasiado buen humor tenemos pese a ser la tierra de la guasa, con muy poco nos conformamos. Al final hay cosas que no se arreglan almorzando, sino trabajando. La auditoría de la cochambre es el mareo de la perdiz. Y pensar que no querían a doña Evelia en la lista electoral. Y es la que está echándole redaños al asunto.
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