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José Cortés Jiménez, Pansequito, sabe que mantenerse en activo cuando se cumplen los 50 años de trayectoria es una circunstancia insólita, cree que "llevar ese tiempo y poder defenderte aún" es "un privilegio" porque otros compañeros alcanzan la veteranía "con unas facultades pésimas". Por ello el cantaor se sube hoy al Teatro Lope de Vega (a las 23:00) dispuesto a celebrar esa fortuna de la mejor manera que sabe: volcándose en ese territorio artístico que define como "lo mejor del mundo" y cuya esencia siempre le ha preocupado. "Esto es la Bienal y aquí hay que cantar flamenco", afirma el intérprete, con la satisfacción de tener casi agotadas las entradas -"que es lo más bonito que le puede ocurrir a un artista, llenar los teatros"- y el propósito de superarse a sí mismo, "porque con mi mujer [Aurora Vargas, que triunfó el otro día con un recital] no puedo competir", confiesa desde el afecto.
En una época confusa en la que "hay un muchacho al que han propuesto para un Grammy Latino al mejor disco de flamenco, y lo que hace es copla", Pansequito pone todo su empeño en "defender lo mío, que es lo nuestro". Mis bodas de oro en el cante será así un concierto planteado desde el respeto a las raíces, que tirará de un repertorio conocido. "El flamenco tiene que evolucionar, claro, pero ¿dónde está ahora la gente que escribe buenas letras?", apunta antes de desvelar que en el programa habrá "todo tipo de cantes: seguiriyas, martinetes, mirabrás, tarantos, soleás...", enumera. El repaso a su carrera promete imágenes emotivas: una que inmortaliza un homenaje a Camarón de la Isla junto a Lola Flores, Pansequito y Camarón "de jovencitos" o un retrato al que posee cariño, "la primera fotografía que me hice con una artista, Pastora Imperio. Es curioso: la admiraba mucho, con esa majestad que tenía, y ahora resulta que hemos acabado siendo familia", relata divertido.
En su biografía, Pansequito señala la importancia que tuvo Madrid, "que fue la primera ciudad que dijo que sí. Y Sevilla da prestigio, pero Madrid da el dinero. En el toro y en el cante, quien quiera triunfar tiene que irse", opina. El cantaor rememora un tiempo feliz en el que había "17 tablaos en la ciudad, y estabas rodeado de figuras como Curro Vélez o Terremoto. Recuerdo que había veces en que después de toda la noche cogíamos un avión que nos traía a Sevilla, el que traía la prensa y que se llamaba el golfo".
La mirada atrás a esos duros inicios en los que "tenías que viajar en autobús y comer bocadillos" le hace sostener una teoría sobre los pasos que debe seguir todo artista. "Como en la educación uno va a la guardería, al colegio, al instituto y la universidad, en el flamenco tienes que pasar por los tablaos, acompañar a una figura del baile y luego independizarte", argumenta. En la actualidad, lamenta, hay jóvenes "que cantan muy bien, pero no me emborracharía con ellos. Y veo que se han comercializado. Yo también lo hice, no lo niego. Una vez yo competí con gente como Raimon o Stevie Wonder".
Mis bodas de oro en el cante. Pansequito. Teatro Lope de Vega, hoy a las 23:00. Últimas entradas disponibles entre los 16 y los 30 euros.
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