La ceremonia de lo jondo

Dicen que para cantar | Crítica

Pedro el Granaíno en el Auditorio de Cartuja.
Pedro el Granaíno en el Auditorio de Cartuja. / Laura León/Bienal

La ficha

**** 'Dicen que para cantar' Pedro el Granaíno. Cante: Pedro el Granaíno, Estrella. Guitarra: Patrocinio hijo, José Acedo. Bajo eléctrico y contrabajo: Román. Coros y palmas: Naim Real, Miguel Heredia, El Indio. Percusión: El Cheyenne. Lugar: Auditorio Cartuja. Fecha: Sábado, 14 de septiembre. Aforo: Casi lleno.

El cantaor Pedro el Granaíno presentó en esta Bienal su primer disco como solista. Es el primero, a pesar de que ya tiene una larga trayectoria en los escenarios flamencos de todo el mundo y es un habitual de este festival.

El título lo toma de una letra por tangos de Farruquito. Los cantó cuando era parte de la compañía del bailaor y desde entonces los incorporó a su repertorio. Anoche lo hizo con el segundo grupo de acompañamiento, el constituido por José Acedo a la guitarra, Román al bajo eléctrico y contrabajo y palmas y voces masculinas a coro para el estribillo. Es el mismo grupo que utilizó para los segundos tangos de la noche y para los estilos festeros en genera. Por cierto que en la segunda entrega por tangos estuvo acompañado, también, de la voz de Estrella. Asimismo, estuvo a la guitarra José Acedo en la sentimental vidalita con estribillo que cerró el concierto, un tema muy emotivo y que dijo con enorme entrega el cantaor. Esta interpretación provocó una prolongada ovación. El romance mairenista lo ejecutó sin acompañamiento de guitarra, solo con el compás de las palmas.

El otro grupo de acompañamiento lo constituye, en solitario, Patricinio hijo, que tocó al cantaor de Granada en los estilos más graves. Así en la soleá que abrió la noche, de contenido autobiográfico. También en la taranta y cartagenera del El Rojo, con una letra dedicada a El Chocolate. Uno de los grandes referentes por dichos estilos. Un cante cortado a pico, sentimental, de melismas cortos pero muy emotivos. Emotiva fue también la granaína, con una letra de nueva creación relativa a la madre del cantaor. De nuevo, el de Granada sabe traerse a su terreno la composición de Chacón y el arreglo de Manuel Vallejo, hasta hacerlos suyos. Muy solemne. Y la seguiriya. Un prodigio de intimidad y sentimiento. Sin excesos, de los que huye por intuición el cantaor. Con ese hilo de voz que parece que se va romper en cualquier momento pero que es capaz de explorar todas la emociones básicas. Patricinio hijo llevó a cabo un acompañamiento clásico, muy solemne, siempre al servicio de la voz. Y José Acedo supo poner la imaginación y la frescura en los cantes en los que intervino.

Si hay un pero que le pondría a este recital es el exceso de letras autorreferenciales, tanto biográficas como relativas al cante, la etnia, etc. Prefiero las letras que apelan directamente a las emociones universales de lo jondo.

Lo que tiene esta cantaor, lo que lo hace único es su timbre vocal. Bello, delicado, sutil, pletórico de armónicos. Voz cobriza.

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