Paula Comitre regresa a la Bienal: "El flamenco es un grano de arena en la playa inmensa del arte"
Bienal de Flamenco
La bailaora y coreógrafa sevillana trae 'Après vous, madame', su personal visión del legado de la bailarina Antonia Mercé, 'La Argentina'
Su actuación hoy martes en el Teatro Central supondrá el estreno nacional de la obra, gestada en París
Una residencia artística de seis meses en la Cité Internationale des Arts de París ha propiciado que Paula Comitre (Sevilla, 1994) ahonde en su personalidad dancística, una de las más versátiles, sugerentes e intelectualmente sólidas del panorama jondo. Para ello, ha establecido un juego de espejos con la figura de Antonia Mercé, La Argentina, una mujer que definió buena parte de la danza española a principios del siglo XX desde su residencia en la Ciudad de la Luz, a donde Comitre ha ido a rescatar su legado. Un recorrido personal con el que la sevillana refuerza su vinculación con el país galo, donde ya ha estrenado y producido otros dos espectáculos, y del que surge este Après vous, madame estrenado en Nimes. Este martes lo trae a la Bienal, el festival que en 2020 impulsó su carrera en solitario al concederle el Giraldillo Revelación.
-¿Qué sensaciones le produce regresar a su ciudad para la Bienal?
-Siempre digo que este es el festival donde he crecido como aficionada, al que he acudido desde niña a ver a mis ídolos. Por tanto siento mucha alegría y una gran responsabilidad. Al mismo tiempo estoy muy motivada porque siento que con Aprés vous, Madame me he acercado un poco más a mí misma. Creo que este proyecto es el resultado del aprendizaje y la búsqueda surgidos de todos mis espectáculos previos, unido a la gran inspiración que supone Antonia Mercé, La Argentina.
-¿Qué tipo de fascinación ejerció sobre usted la figura de La Argentina para dedicarle este último proyecto?
-Siempre he pensado que ella no goza de la fama que otras bailarinas tienen, pero la chispa surge en 2020, cuando se publicó su epistolario, que incluye cartas con compositores y artistas, por ejemplo con Falla. Leer sus palabras, entender su energía, ver cómo organizaba sus espectáculos en la distancia, cruzando cartas entre España y Francia; me fascinó. La casualidad quiso que justo este año la Academia de las Bellas Artes de París sacara una convocatoria para artistas no franceses, por primera vez abierta a coreógrafos. Presenté la solicitud con la intención de estudiar los veinte años de vida de La Argentina en París, y para mi sorpresa fui seleccionada.
-¿Cómo ha indagado en el baile de La Argentina, puesto que no hay grabaciones de ella actuando?
-Primeramente reuní mucha documentación sobre ella, para ver qué provocaba en mí su legado; ya que no he planteado un homenaje, la tomo como un punto de partida. Cierto, solo hay un minuto de ella grabado, pero por ejemplo Lorca la describió con tal precisión, que eso me sirvió para imaginarme cómo ella bailaba, pudiendo interpretarla libremente sin caer en la imitación.
-La Argentina encargó música a sus contemporáneos Granados, Albéniz o el propio Falla. ¿Cómo ha solventado el apartado musical?
-Me acompaña Orlando Bass, compositor e instrumentista de piano preparado, lo que significa que él intercala pequeños objetos entre las cuerdas que altera el sonido del instrumento a lo largo del recital. Su creación musical parte del repertorio de danza española que La Argentina interpretaba, incluyendo guiños a las piezas de esos compositores, pero también otros elementos muy interesantes, como el uso genial que ella hacía de las castañuelas, así como la influencia de su periodo en los music hall como Moulin Rouge; y por supuesto el flamenco.
Soy la primera flamenca becada en la Cité des Arts de París
-Es evidente que el vestuario siempre juega un papel importante en sus creaciones.
-En este proyecto quería darle incluso más protagonismo, porque La Argentina estuvo vinculada con modistas como Coco Chanel, y llegó a marcar pautas del vestuario flamenco que perduran en la actualidad. Incluso creó tendencias que se trasladaron a la moda de calle. En París conocí a María Alcaide, una artista plástica y visual; que ha diseñado para mí una bata de cola inflable, que muta a lo largo del recital y que tiene mucha importancia en él.
-Una residencia de seis meses en la Ciudad Internacional de las Artes de París suena a Disneyland para creadores. ¿Cómo ha aprovechado su tiempo allí?
-Ha sido una experiencia inolvidable. Había trescientos artistas becados viviendo allí, siendo yo la primera flamenca. Cada uno de nosotros teníamos un estudio donde dormíamos y ensayábamos. Intenté, además de dedicar tiempo a mi coreografía, aprovechar para empaparme de la vida cultural de la ciudad, que es inabarcable. También decidí ampliar mi lenguaje de movimientos y recibí clases de ballet y danza contemporánea.
-¿Echa de menos ese tipo de iniciativas en nuestro país?
-Por supuesto. Lo más increíble es que esas becas son para artistas extranjeros. Los franceses lo justifican entendiendo que así París sigue siendo una capital mundial de la cultura, da igual de donde provengan los creadores. Creo que esa mentalidad es difícil de explicar aquí.
-Con la perspectiva de esa experiencia, ¿qué papel considera que ocupa el flamenco en la cultura internacional?
-En comparación con otras disciplinas el flamenco es un arte relativamente pequeño, es decir, su actualidad es abarcable. En una capital como París te das cuenta de que somos un granito de arena en una playa inmensa, solo una pequeña parte del gran mapa del arte. Eso reduce el ombliguismo y te hace consciente de que la creación puede ser mucho más diáfana.
El flamenco conserva una raíz muy sólida, eso es lo que me enamora
-¿En su caso, se han diluido definitivamente las líneas entre danza contemporánea y flamenco?
-Creo que el flamenco conserva una raíz muy sólida, que es lo que me enamora. Pero también es cierto que mi formación incluye otros lenguajes que me permiten interpretar desde otro lugar, que recibe la etiqueta de contemporáneo simplemente porque se crea hoy día.
-Por último: por favor, corríjame al pronunciar Après vous, madame.
-¡Para nada! -ríe-. Precisamente busqué un título que sonara divinamente en andaluz. Es un guiño a esa cultura española afrancesada, esa mirada a nuestra cultura popular desde lo francés.
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