Miguel Poveda

Federico y el cante | Crítica

El cantaor en la cabal de Silverio. / Bienal/Laura León

La ficha

'Federico y el cante'. Miguel Poveda. Cante: Miguel Poveda, Manuel Monje, Victoria Prado. Guitarra: Jesús Guerrero, Diego del Morao. Percusión: Paquito González. Coros y palmas: Miguel Ángel Soto Peña ‘El Londro’, Los Makarines y Carlos Grilo. Baile: Eva Yerbabuena, La Majuma, La Yoya, Luisa Garrido. Banda: Agrupación Musical Virgen de los Reyes. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: 13 y 14 de septiembre. Aforo: Lleno.

El festival ya nos ha deparado en su segundo día uno de esos momentos memorables que tanto nos gustan a los sevillanos. Se trata del cantaor rodeado de los músicos de la Agrupación Virgen de los Reyes para cantar un fragmento del Poema de la saeta de Lorca. Con la melodía jonda tradicional y arropado de una marcha contemporánea, Gitano de Sevilla de Paco Lola. El cantaor es de una inteligencia artística superior y sabe cómo nos gusta aquí reconocernos a nosotros mismos. Sabe que en esta ciudad no existe la polaridad artista/espectadores porque todos nos sentimos protagonistas de nuestra vida pública. Y qué momento más sevillano, a lo largo del año, que la semana grande. Ello no es óbice para subrayar la belleza de la música, la belleza del canto y cómo es capaz el intérprete de recrear y revivir la melodía tradicional para hacerla joven, viva. Para que respiremos con él cómo canta una ciudad.

Hubo otros momentos de emoción a lo largo de la noche donde nos encontramos con la sorpresa de un recital de cante flamenco de cerca de dos horas a cargo de Miguel Poveda. Por ejemplo, la petenera. Ahí reconocí el intimismo, la cercanía, la naturalidad que en los últimos recitales del cantaor me cuesta encontrar, arrollado por el turbión del ritmo, la potencia vocal de la copla o la canción. Y es que el cante no es para sordos, como dijo un genio.

También la soleá de Tomás Pavón. Porque Poveda fue Lorca y también Chacón, un poco, Juan Breva, algo, Silverio, la cabal. El Tenazas, la caña. Manuel Torre, fandangos y taranta. Y fue, sobre todo, Pastora Pavón. Un recital clásico en la música que cantó y en las letras que hizo, todas registradas por los cantaores señalados. Con un arreglo contemporáneo, no se crean.

Dos temáticas se fundieron en la escena. Dos textos lorquianos separados por una década. Lo que quedó del Poema del Cante Jondo fue la mencionada saeta, las viñetas de Silverio y Juan Breva, Sevilla por fandangos. Lo otro fue el Juego y teoría del duende que dictó el poeta en Buenos Aires en 1933. Por ahí llegó La Niña, Torre, Pavón ... y es que, a lo largo de esa década, Lorca había conocido el flamenco de carne y hueso gracias a su amistad con Ignacio Sánchez Mejías y La Argentinita. La escena representa un café cantante y Manuel Monje es un niño poeta aficionado a estos locales. Pero Lorca no había pisado un café cantante en 1922, como hemos comentado arriba. También hubo recitados, poemas y la conferencia, que también es poema, a cargo de Poveda y de Monje. El cantaor se entrega, lo da todo. Siempre. Por pedir algo pediría un poco de serenidad, de sosiego, tanto en el cante como en los recitados. Detenerse algo más en la petenera, en la granaína. Pasar por los tonos sin romperlos. El cante no es para sordos. Porque Monje, además de Lorca, es también el joven Manuel Ortega Juárez. Dentro de la gira Poema del cante jondo, esta parada por dos días en Sevilla, en la Bienal de Sevilla, tiene un nombre propio, un sabor propio. Se trata de Federico y el cante una propuesta que se acerca más al flamenco clásico que el disco con el cual está girando Poveda actualmente por España. ¿La razón? Pues hemos de suponer que Sevilla es especial. Que la Bienal es especial. Así, Poveda firma un espectáculo donde hay unas pinceladas del mencionados disco Poema del cante jondo pero que, a través de los referentes jondos de Lorca, Silverio, Juan Breva, Manuel Torre y Pastora Pavón, se trasforma en un espectáculo relativamente clásico, pues clásicos son los repertorios de los cantaores mencionados que es básicamente de lo que se alimenta la propuesta.

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