Madame Paula Comitre

Après vous, madame | Crítica de danza

Paula Comitre en la primera escena de la pieza que llevó anoche al Teatro Central
Paula Comitre en la primera escena de la pieza que llevó anoche al Teatro Central / Archivo Fotográfico de la Bienal de Flamenco / ©Laura León

La ficha

**** ‘Après vous, madame’. Dirección, coreografía e idea original: Paula Comitre. Creación musical: Orlando Bass. Asesoramiento dramatúrgico y escénico: La Ejecutora (Fran Pérez Román y Julio León rocha). Artista visual creadora de la Bata de cola inflable: María Alcaide. Visión externa: David Coria. Confección de vestuario: Pilar Cordero. Confección de escenografía: Marina Sanz y Paula Abao. Iluminación: Benito Jiménez. Lugar: Teatro Central. Fecha: Martes, 24 de septiembre. Aforo: Lleno.

Presencia destacable siempre en compañías como las de Rafaela Carrasco y David Coria, o en el Ballet Flamenco de Andalucía, Paula Comitre (Sevilla, 1994) ha dejado clara su voluntad de querer emprender su propio camino y, lejos ya de ser la artista revelación de los grandes festivales andaluces, hoy es una de las figuras más destacadas de la joven danza flamenca. 

Artista inquieta y atrevida, una beca llevó a Comitre a París donde, durante seis meses, buceó en la prolija documentación existente en la Cité des Arts sobre otra artista tan grande como poco conocida: Antonia Mercé, La Argentina.

De su baile no se ha conservado más que una grabación de un minuto, pero sabemos que en su cuerpo delgado, como el de Comitre, se mezclaban la danza clásica -su padre era el maestro de Ballet del Teatro Real de Madrid y su madre una bailarina del mismo- los bailes boleros, el folklore y el flamenco gitano que ella reivindicó hasta el fin de sus días.

Y tras establecerse en París en 1921, crear hasta 67 piezas breves y siete ballets completos perfectamente orquestados y codearse con las vanguardias artísticas del momento, en ese mismo cuerpo, según dijo en una de las conferencias que daba junto a Paul Valery o el crítico André Levinson, se encuentran también la música, la poesía, el dibujo, la escultura y la arquitectura”.

Con todo el material encontrado, especialmente con la correspondencia que mantuvo con Falla -no olvidemos que su primer gran éxito fue El amor brujo, en 1925-, Joaquín Nin, Bacarisas, Rivas Cherif, etc. la bailarina sevillana ha creado un imaginario absolutamente personal que desarrolla en seis pequeñas piezas.

En ellas, con la única compañía de un piano preparado (para La Argentina, lo primero era la música), Comitre fantasea con las castañuelas (que toca el piano) que la hicieron famosa, se acuerda de su paso por los teatros de variedades y rememora la Danza Gitana del ballet Sonatina de Ernesto Halffter para terminar cantando una farruca envuelta en una montaña de tela roja. 

Al principio, intentamos identificar algo de todo ese montón de referencias. Pero basta con dejar de lado esa ansia por reconocer, por encontrar una historia que nos tranquilice, para empezar a disfrutar de una bailarina realmente impresionante. 

Al principio, su danza, más contemporánea, parece ponerse al servicio de una enorme falda roja inflada para invitarnos a entrar en un mundo fantástico, lleno de imágenes improbables

Más tarde, sin embargo, Comitre se calza los tacones y nos va dejando, escena tras escena, un hermoso recital en el que el ritmo -ese ritmo esencial para Mercé-, interno y entrecortado al inicio, se va afianzando a través de unos pies precisos que la asientan en la tierra y en sus raíces flamencas; unos pies absolutamente musicales que ella complementa con unos preciosos brazos volanderos, a veces vertiginosos, con las expresiones de su rostro y con unos giros interminables con los que recorre el espacio entre el piano -también formidable en su variedad de registros- y una cascada de tela roja drapeada que cae del techo mientras que la luz parte desde abajo ya para iluminarla ya para dejarla en penumbra. 

En muchos momentos nos gustaría verla bailar sin la falda, sin la tela, sin efecto alguno. Pero su propuesta es absolutamente radical, unitaria de principio a fin. 

Como todo trabajo experimental, Après vous, madame tal vez no sea del gusto de todos, pero hay que reconocer que su nivel de danza es verdaderamente extraordinario.  

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