Leonor Leal educa a los aficionados del futuro en la Bienal de Sevilla

La bailaora jerezana ha ideado junto a Antonio Moreno un 'Manual de flamenco para familias' que imparte en CaixaForum como la una de las labores de difusión incluidas en la Bienal

Leonor Leal contagia su amor por el baile / Rafa del Barrio

"Nuestro público es muy mayor; esta es una labor importante". Así de convencida se muestra Leonor Leal (Jerez de la Frontera, 1980) a pocos minutos de estrenar Manual de flamenco para familias, el taller en el que danza, percute, se expresa y enseña entre al tapiz de Miró que preside el hall de CaixaForum y un círculo de niños que la miran embobados. La escena corresponde a una iniciativa de la Bienal para crear nuevos públicos para el arte jondo, con un pase gratuito hasta completar aforo que se repetirá este sábado a las 18:30 y el domingo a las 12:30.

Con ese afán se instaló junto al percusionista Antonio Moreno entre panderetas, castañuelas, botellas de anís, un gigantesco bombo y la marimba que dejaba a los pequeños con la boca abierta "porque el ritmo establece una conexión muy inmediata". Así, reunidos en la comunión de un semicírculo, los aficionados del futuro se sentían invitados a jugar con esos instrumentos mágicos, que en unos golpes de son trazan una música que puede ensanchar sus vidas, a la que -si quieren- podrán acudir para emocionarse el resto de sus días. Pero el regalo es mucho más completo que eso: el flamenco es una cultura con otros efectos beneficiosos sobre sus incipientes vidas, por ejemplo entender la historia de su tierra -tan mestiza- o incluso, para los más talentosos, adquirir un lenguaje artístico que les ayudará a expresarse ahora y siempre.

Emocionaba ver a los niños formar una especie de corro de la patata para pulsar el parche del bombo, que respondía dócil con una nota muy grave, como el arrullo de esos san bernardos mansones que saben soportar las carantoñas de los chiquillos. Daba la sensación de estar asistiendo al nacimiento de algo, un feliz encuentro entre las almas más libres que pueden acercarse a un arte y una música que peca a menudo de rígida y hermética. Moreno y Leal, quien tiene una niña "que me pide mucho flamenco" saben que aquello con lo que uno se divierte no se olvida nunca.

"Esto es algo que hay que continuar haciendo", repetía Leal a este Diario. Que una bailarina y coreógrafa de su talla se implique en este proyecto define su motivación y generosidad. Un primer paso para saldar esa deuda permanente que tiene la Bienal con la calle, la capacidad de seducción de púlbico neófito y la difusión del flamenco en general. En definitiva, aprovechar la oportunidad de desplegar este arte por la ciudad para que lo conozca, disfrute y goce todo el que quiera, tenga la edad que tenga.

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