¿Hubo alguna vez 66 palos?

66 palos | Crítica

Juan de Juan en el Monasterio de la Cartuja.
Juan de Juan en el Monasterio de la Cartuja. / Laura León/Archivo La Bienal

La ficha

*** '66 palos' Juan de Juan. Baile, coreografía y dirección: Juan de Juan. Palmas y baile: Antonio Amaya ‘Petete', Emilio Castañeda. Guitarra: Paco Iglesias, Rubén Romero. Cante: David el Galli, Cristina Tovar, Rocío Luna. Lugar: Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Fecha: Lunes, 30 de septiembre. Aforo: Lleno.

Sí. Esta noche. Se trata de un espectáculo picaflor que va de estilo en estilo, de palo en palo, como reza el título de la obra. Por ello no se puede detener mucho tiempo en cada una. En la mayoría de las ocasiones es apenas una copla. En otras, incluso, una frase musical, un verso. Es por ello que no puede profundizar. En todo caso, obedece a esta tendencia deconstructivista del flamenco de moda desde hace un par de décadas. Pero llevada al extremo. Es, por tanto, un tour de force. Una obra frenética donde Juan de Juan tiene que exprimirse, ofrecernos todos sus pasos, todas sus coreografías. Con la colaboración de Rubén Olmo, que hizo un paso a dos delicioso con el protagonista de la noche. Nos recordó a aquel mítico dúo de Mario Maya y El Güito por caña cuando eran parte del Trío Madrid. También por el vestuario de Olmo, que hizo un solo estupendo por farruca. El frenesí parece estar guiado, según deducimos por el texto del programa de mano, por una orientación historicista: primero los estilos llamados básicos, supuestamente más antiguos, y luego los de más reciente aparición. Así, se abre por romances, sigue con estilos sin guitarra, armonizados, seguiriyas, etc. hasta desembocar en los fandangos. La moderna investigación histórica ha dado la vuelta, como saben, a esta clasificación, invirtiéndola completamente. De manera que ya tenemos fandangos en el siglo XVIII, en tanto que las tonás es, obviamente, un son muy de la sensibilidad de posguerra. Hubo un momento en que este ritmo frenético se rompió, cuando la cantaora Rocío Luna se levantó de su silla y cantó una serie de tarantas muy gustosas. Justo después la obra, más que acabar, se disolvió como un azucarillo. ¿Hubo alguna vez 66 palos? Sí, si, como hace esta obra, se considera como estilos independientes los fandangos con nombre propio, rondeñas, verdiales, etc., o las tarantas con nombre propio como minera, levantica, murciana. La obra necesitaba un espacio con mejor sonido, luz y visibilidad.

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