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Dorantes antes de estrenar en la Bienal: "Se nota que Scarlatti estuvo viviendo en Sevilla"

Bienal de Flamenco

El músico lebrijano ahondará en el sonido flamenco de las sonatas de Domenico Scarlatti, compositor del barroco italiano

Interpretará sus partituras al clave en la Iglesia de San Luis de los Franceses este domingo

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Dorantes presenta sus 'Scarlattianas' en San Luis / Rafa del Barrio

Este es un viaje de ida y vuelta en el tiempo. Domenico Scarlatti, compositor italiano, llegó a España en 1729 como profesor de la princesa María Bárbara Braganza, que iba a desposarse con el heredero al trono español, Fernando VI. Durante su estancia, se sirvió de formas de la música popular andaluza para componer buena parte de sus célebres sonatas para clave. Ahora, Dorantes muda de piel desde el piano a ese instrumento, símbolo de la música barroca, para rescatar desde su sensibilidad única lo que de flamenco había sembrado en la obra del italiano. El resultado de esa labor podrá escucharse esta Bienal en un escenario idóneo: la Iglesia de San Luis de los Franceses. Scarlattianas fue el primer espectáculo del festival en agotar sus entradas el pasado abril.

-¿Qué le atrajo de la música de Domenico Scarlatti?

-Siempre ha estado en mí. Lo tocaba en el Conservatorio, siempre me llamó la atención viniendo yo del flamenco. En él veía algo especial, que se acercaba mucho más a lo que yo estaba acostumbrado a escuchar en mi entorno. Parte de mi familia se arrimaba cuando yo tocaba algo de Scarlatti. Sucede igual con el clave, en el conservatorio había uno, y en salas en donde he tocado siempre hay otro, con lo que se me quedó la idea de manejarlo y grabarlo. 

-¿Qué elementos ha encontrado en la música del compositor italiano que le han servido para llevarla al flamenco?

-Scarlatti estuvo viviendo en Sevilla durante cuatro años. En sus más de 500 sonatas, hay un grupo de ellas que están compuestas aquí. Al analizarlas, te das cuenta que él utilizó cosas que había escuchado en Andalucía, se nota bastante en muchos conceptos: rítmicamente, en la armonía que usa, que es el modo frigio… Me agarro a eso para entrar en su mundo y luego traerlo al mío. 

-Parece que existe una relación entre determinadas estructuras del flamenco y la música barroca.

-Quiero decir que tampoco soy un gran entendido de la música barroca, aunque la escucho mucho y es cierto que encuentro muchos puntos en común con el flamenco, sin embargo he querido ceñirme a la música de Scarlatti, más que a la música barroca en general, que es amplísima. 

Me siento un músico curioso, muy vivo, no quiero quedarme en un sólo instrumento o sonido

-¿Qué le transmite el clave, qué supone ese nuevo sonido en su carrera?

-Es un reto, hay mucha diferencia con el piano, solo respecto al tacto ya hay un mundo, es muy sensible. Además no hay pedal, la mecánica es de púa no de martillo…. por todo ello se acerca mucho al mundo de la guitarra, pero como yo toco la guitarra también para mí es familiar. Me aporta un sonido nuevo y a la vez me recuerda a la guitarra. Yo me siento un músico curioso, muy vivo, no quiero quedarme toda la vida en un solo instrumento o sonido. El clave me da la oportunidad de salir de mi zona de confort. 

-Va a tocar estas Scarlattianas en la Iglesia de San Luis de los Franceses: música barroca en una joya del barroco.

-Tuve la experiencia de estrenar mi disco Identidad durante la Bienal allí, y aunque era plena pandemia tengo grandes recuerdos, en especial la vibración. Estoy encantado, deseando tocar allí de nuevo, ese sitio atrae al clave. 

-¿Es esta una línea de trabajo que quiera continuar? 

-Sí, quiero disfrutar más de este instrumento y a su vez de ver a la gente disfrutando de él. Ya hay fechas confirmadas. 

El mundo de la música es muy grande, siento que aún tengo mucho bueno que encontrar

-De las influencias que forman su estilo, ¿qué peso otorga a la música clásica?

-La música clásica forma parte de mi formación, la sigo usando para avanzar, es otro de mis lenguajes, pero cuanto más pasan los años, al analizarme veo que soy bastante abierto, que no me quedo con un único estilo de música. Sigo explorando nuevos mundos de expresión, de armonías y compositivos… El mundo es muy grande, y hay músicos geniales en todas partes, lo que me hace concluir que aún tengo mucho que aprender, mucho bueno por encontrar. Tengo el flamenco como raíz, pero tengo colores de un montón de músicas que voy haciendo mías. 

-Su pueblo Lebrija, y en especial su familia, resultan un ejemplo de tradición muy arraigada combinada con un espíritu abierto y rompedor. 

-Lebrija es un sitio mágico, un lugar donde se han hecho un montón de primeras cosas. Por ejemplo la primera la compañía de teatro andaluza La Cuadra, por no hablar de Elio Antonio de Nebrija: nos estamos comunicando gracias a un paisano. Luego ha dado cosas muy populares como las sevillanas corraleras, mira qué cosa tan original. Lebrija es muy peculiar, tiene un sonido muy de tierra, campestre, pero al mismo tiempo muy creativo. En cuanto a mi familia, es verdad que somos muy abiertos, a mí mismo me han enseñado de pequeño a escuchar todo tipo de música y valorarlas todas: desde ópera al flamenco. Todo eso se convierte en tu sombra. Mi tío Juan Peña El Lebrijano afirmaba que su sueño era ser director de orquesta. 

-Usted es un músico flamenco formado en el conservatorio ¿por qué el academicismo tiene tan mala prensa entre los aficionados jondos?

Para mí el flamenco es un lenguaje natural, aprendido en casa, no es académico. Pero realmente pienso que estudiar siempre es bueno, siempre y cuando se sea consciente de qué tradición estamos defendiendo, esa que no se enseña, que proviene de la vivencia. Son dos mundos que pueden convivir perfectamente y enriquecerse. Vivimos en un mundo con mucha información, es interesante que haya lugares donde te enseñen toda la gramática del flamenco si no has tenido la suerte que te lo enseñen de pequeño, pero existe otra parte de coordenadas sentimentales, de cómo expresar el flamenco, que se nutre de juntarte con gente y disfrutar. Esto es algo que envidian mucho los clásicos, que la música no sólo esté en el Reina Sofía, que también esté en los barrios. 

-Usted ha girado por todo el mundo. ¿Qué diferencias encuentra entre las distintas nacionalidades de su público?

-Cada público es un mundo, si te vas a Centro Europa, están muy educados en cómo escuchar y en el respeto. Todo son salas acústicas, en las que no se puede ni toser. Eso en Japón es mucho más intenso todavía. Todos los públicos te educan en saber sentir las vibraciones que te transmiten, porque para eso nos subimos a un escenario, para emocionar a base de lo que sea, de rarezas o simplezas, de rapidez o de sencillez, pero emocionar. 

-Con esa experiencia, ¿confirma que el flamenco es una música universal?

-En el extranjero se sorprenden mucho de que se pueda tocar flamenco en el piano. Yo tengo mi público y vienen a ver lo que hago, más allá del flamenco creo que les atrae mi música. De todas formas, el baile es con lo que se siguen volcando. 

-Usted contribuyó a crear un lenguaje y a asentar una tradición con respecto al piano flamenco. Pasado el tiempo ¿cómo le hace sentir ese estatus de pionero?

-Siempre he dicho que me he encontrado bastante solo. Hay más pianistas, pero éramos muy poquitos. Para que este camino se cimiente hace falta más gente que toque el piano. Ahora veo que hay gente que se suma, y eso me alegra mucho porque significa que ese camino va a permanecer en el flamenco. 

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