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Por los siglos del cante | Crítica

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Por los siglos del cante. Espectáculo de la Bienal de Flamenco 2024 / Redacción Sevilla, Vídeo: Rafa del Barrio

La ficha

*** 'Por los siglos del cante'. Cante: Calixto Sánchez, José de la Tomasa, Marcelo Sousa, Nano de Jerez, Juanito Villar. Guitarra: Eduardo Rebollar, Antonio Carrión, Manuel Herrera, Manuel Jero. Coordinador musical: Eduardo Rebollar. Idea Original: Manuel Curao. Lugar: Real Alcázar. Fecha: martes, 17 de septiembre. Aforo: Casi lleno.

Es un espectáculo de otra época. Con otros valores, con otra estética. Calixto Sánchez abre y cierra la noche. Es como si no hubiese dejado de cantar en público jamás. Está en una forma física prodigiosa. Con ese fraseo largo, interminable, con esa voz poderosa de tenor jondo. Abre con pregones a los que dota de mucho humor, igual que la canción por bulerías que cierra la noche. En el camino encontramos también la soleá: no estoy de acuerdo con su manifestación de que "la soleá es amor". De hecho, todo lo que canta por este palo es desamor. Tientos y tangos completan su actuación. Hizo cuatro cantes. Los mismos que José de la Tomasa, que cantó su seguiriya, esa que enarbola como patrimonio familiar, después de la seguiriya de Marcelo Sousa. Cuando canta, bajo la luna, "A la luna le pido", lo anuncia como un cante de Pepe Torre. Bien hecho. Aunque Mairena lo atribuyó a El Planeta, lo cierto es que El Planeta nunca cantó por seguiriyas. Luego el taranto "para que no suene todo igual". De nuevo Manuel Torre. También fandangos y las tonás con las que había abierto la noche. Luego, otros tres cantaores que hicieron dos cantes cada uno, en tanto que Sánchez y Tomasa cantaron cuatro. ¿Las razones? La dinámica del espectáculo no lo explica. Quizá el caché. El Nano de Jerez, bulería por soleá y bulería. Está también en un buen momento de forma. Con ese timbre vocal prodigioso. Y ese compás de vértigo que lo llevó a marcarse un par de pataítas. Juan Villar tangos y bulerías. Grande Juan Villar. Y Marcelo Sousa con las mencionadas seguiriyas y un cante poco habitual en estos tiempos, la farruca, en la que introdujo un estribillo muy sentimental.

Es un espectáculo de otra época, con otros valores. Una estética muy hacia afuera. Muy elocuente, por usar la terminología de Pierre Lefranc. Más social, menos íntima. Con la megafonía a tope y la voz a pleno pulmón. Una estética que no ha muerto, que tiene su continuidad hoy en cantaores jóvenes, en festivales de verano. Y que, francamente, no echamos de menos. Una indisposición impidió a Romerito de Jerez cantar en la Bienal de Sevilla con 92 años.

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