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La cetrería es un arte milenario en el que el ser humano ha aprendido a trabajar en armonía con aves rapaces, desarrollando una relación basada en la confianza, el respeto y el conocimiento profundo del comportamiento de estos majestuosos animales. No se trata solo de una actividad de caza, sino de una disciplina que fusiona teoría y práctica para garantizar el bienestar de las aves y su óptimo rendimiento en vuelo.
En España, los primeros indicios de cetrería datan del siglo IX, en el reino de Asturias, aunque fue con el impuso de Félix Rodríguez de la Fuente en el siglo XX cuando esta práctica vivió un resurgir. Gracias a su labor, renació el interés por la cetrería en el país y se fomentaron importantes avances en la cría en cautividad de estas aves y su reintroducción en el medio natural.
Hoy en día, la cetrería se practica en el mundo occidental con aves de presa criadas en cautividad, lo que asegura que no representa una amenaza para las poblaciones de aves silvestres. Sin embargo, en algunas regiones remotas aún se capturan aves en estado salvaje para esta práctica.
En novimebre de 2010, la cetrería fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su relevancia histórica y por tratarse de una actividad que honra el equilibrio ecológico, transmitida de generación en generación.
Más recientemente, en mayo de 2024, la Comunidad de Madrid declaró la cetrería como Bien de Interés Cultural en la categoría de patrimonio inmaterial. Este reconocimiento destaca los valores ancestrales que conserva, considerándola una tradición social y recreativa.
El entorno en el que se desarrolla la cetrería es fundamental para su éxito. Reservas naturales, parques nacionales y santuarios de aves rapaces son algunos de los lugares más apropiados para llevar a cabo el entrenamiento y cuidado de estas aves. Estos espacios proporcionan un ambiente seguro y controlado donde las aves pueden desarrollar sus habilidades, mientras que el cetrero participa activamente en la conservación del ecosistema.
En la cetrería, para asegurar que las aves rapaces no escapen durante su entrenamiento, se suelen seleccionar aquellas que están recién alimentadas o cansadas, ya que su energía es menor y son más fáciles de manejar. El proceso de adiestramiento comienza llevando a la rapaz a un entorno controlado, como una tienda, donde se mantiene durante aproximadamente un mes. Durante este tiempo, el ave se adapta al contacto humano, a los movimientos y a los sonidos que produce el cetrero, lo que es fundamental para establecer una relación de confianza.
Además, se controla su peso para reducir su agresividad y condicionándola a recibir alimento del guante o del señuelo. Tras unas semanas, el ave está lista para realizar vuelos cortos con una cuerda de seguridad llamada fiador. Una vez que responde de forma fiable a los llamados del cetrero, puede volar libremente, lo que marca el inicio de la cacería.
Durante las siguientes semanas, el cetrero lleva al ave sobre su brazo, enseñándole a mantenerse equilibrada y a no agitarse mientras se encuentra en el guante. Una vez que el ave se ha acostumbrado a estas rutinas, el siguiente paso es entrenarla para que regrese al llamado del cetrero, que es una de las habilidades más importantes en la cetrería.
Es importante distinguir entre las aves de bajo y alto vuelo, ya que las técnicas de caza y las presas varían significativamente. Las rapaces de bajo vuelo, como águilas, aguilillas y gavilanes, suelen cazar presas terrestres como roedores o aves lentas. En este caso, se entrenan usando el guante o la lúa (un tipo de señuelo). Por otro lado, las rapaces de alto vuelo, como los halcones, cazan presas más rápidas y voladoras, como palomas o patos, y son entrenadas con señuelos.
Originalmente, la cetrería era utilizada para obtener alimento, pero hoy en día su finalidad ha cambiado. Una vez que el halcón captura una presa, el cetrero se acerca ofreciéndole un trozo de carne en el guante, lo que desvía la atención del ave de su presa hacia la recompensa. Esto permite al cetrero retirar la presa mientras mantiene al halcón interesado y dispuesto a seguir cazando.
Uno de los pilares fundamentales de la cetrería es el conocimiento de la ornitología, la ciencia que estudia las aves. Para poder trabajar de forma adecuada con halcones, águilas o azores, es imprescindible contar con una base sólida en aspectos claves como la distribución geográfica de las especies, su ciclo anual y los cuidados preventivos necesarios para evitar enfermedades. Estos conocimientos permiten entender el comportamiento natural de las aves, anticipar sus necesidades y responder ante posibles emergencias médicas.
Para trabajar con aves rapaces, es imprescindible contar con el equipamiento adecuado. Uno de los elementos más icónicos es el guante de cetrero, que no solo protege al cuidador de las afiladas garras del ave, sino que también ofrece un lugar seguro para que se pose. Asimismo, las caperuzas son fundamentales para mantener al ave tranquila durante el transporte o en momentos de descanso, limitando su visión y ayudándola a relajarse.
Otro equipo indispensable son los sistemas de seguimiento, como las pihuelas equipadas con transmisores, que permiten al cetrero rastrear al ave en caso de que se aleje durante el vuelo. Los señuelos, por su parte, son herramientas clave en el entrenamiento de caza, estimulando el instinto depredador del ave y reforzando el vínculo con su cuidador.
Para localizar a las aves durante el vuelo, se integraron GPS en el emisor que se coloca en la pata del ave. Esto facilitó el rastreo y añadió funciones como altímetros en tiempo real, velocímetros y posicionamiento exacto. Los datos que aporta este método pueden guardarse para análisis posteriores, lo que ha llevado a la cetrería a un nuevo nivel de precisión y seguridad.
La esencia de la cetrería es la profunda conexión entre el halconero y el ave. Esta relación exige una gran responsabilidad ética, ya que el bienestar de las aves depende completamente del cuidador. No se trata solo de manejar al animal, sino de garantizarle una vida digna y un trato respetuoso en todo momento, además de respetar la naturaleza y las criaturas que la habitan.
Los halconeros a menudo asumen la tarea de rehabilitar aves heridas, una labor que requiere dedicación y paciencia. Este esfuerzo de recuperación va más allá de una simple acción; es un reflejo del compromiso ético hacia la vida silvestre y del valor que la cetrería otorga a la existencia de estas aves. Además, los cetreros tienen una responsabilidad social importante, ya que su trabajo puede influir en cómo la sociedad percibe las aves de presa y la conservación del medio ambiente.
La ética también juega un papel crucial en la caza misma. Los halconeros deben asegurarse de que sus aves estén en óptimas condiciones fícias y mentales, y que la caza se realice de manera justa, minimizando el sufrimiento de la presa.
Tras la publicación de los reportajes sobre la fiesta de las Fallas de Valencia, la fiesta de los patios de Córdoba, las fiestas del fuego del solsticio de verano en los Pirineos, el misterio de Elche, los "castells" y la cetrería, el calendario de publicaciones patrocinadas por Iryo sobre el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en España es el siguiente:
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