¿Y ahora qué?, porque algo habrá que hacer para que el Congreso suponga un punto de inflexión y no se reduzca al amable recuerdo de una brillante procesión de clausura
Si hubiera que resumir el Congreso en un titular éste sería: La Iglesia asume y proclama la importancia de la religiosidad popular como expresión de fe e instrumento de evangelización
La Iglesia siempre ha reconocido y animado la religiosidad popular. San Juan Pablo II explicaba, rotundo, que "una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada y no fielmente vivida"
Se precisan hermanos decididos a contrastar sus ideas y opiniones sin renunciar a ellas, que es renunciar a la libertad. Sin miedo, que roba el futuro, donde hay miedo es imposible la libertad
Hay que plantearse reducir gastos, seleccionar prioridades de gasto e inversión y, lo más importante, el diseño de un plan estratégico que garantice la supervivencia de la hermandad en el tiempo
No se trata de crear en cada hermandad un consejo de sabios, ni de forzar una minoría intelectual, sino de ser conscientes de la necesidad perentoria de reforzar los fundamentos de la cultura cristiana desde las hermandades
Si la procesión se plantea como la sesión final de un Congreso en el que, según está previsto, se va a reforzar y profundizar en la piedad popular, con el aval de ponentes de primer nivel eclesiástico, podemos decir que es un digno colofón