Los valores de la subjetividad
Míchel, "muy feliz" y optimista, asume el paso atrás para elevar el rendimiento del Sevilla. Monchi justifica su elección porque "no sólo sabe los males, sino también las soluciones".
Por primera vez en la era de José María del Nido, los valores subjetivos han primado sobre los objetivos a la hora de contratar a un entrenador. Míchel es el primer técnico que, sin cumplir las metas fijadas, tendrá continuidad en el Sevilla y Monchi lo argumentó. El técnico y el director deportivo asumieron la primacía de la subjetividad, que responde a un análisis y una reflexión profundos sobre el fracaso del concluido curso. La consecuencia ha sido el realismo de bajar de la nube al Sevilla, un club que, según Del Nido, ha estado viviendo por encima de sus posibilidades. La famosa losa de los títulos, que debe dejar de pesar ya.
Míchel asumió ese paso atrás y Monchi explicó el porqué de la decisión. Apenas hubo datos objetivos en la comparecencia de ambos. Hablaron de mejorar el rendimiento, de la competitividad, de adecuar un nuevo hábitat, de conocer los males y las soluciones..., pero sin definir ninguno de esos conceptos. El madrileño se confesó "muy feliz" por su renovación y hasta entendió que el club tentara a otros técnicos. "Lo lógico, por los resultados, es que hubiera optado por otro", dijo, pero... "En mi primera rueda de prensa dije que era un hombre de club, que no significa cómodo, así que, lejos de parecer un descrédito, para mí es un halago. Algo habrán intuido y visto en mí para pensar que puedo seguir".
Una de esas razones subjetivas es que Míchel conoce los males. "Intuyo algunos, pero también los bienes. Esta plantilla tiene cosas buenas. Siempre dije que, a partir del 1 de julio, este equipo será distinto. Tiene que mejorar en cuanto a competitividad y disciplina. Eso hará que sea mucho mejor".
El director deportivo argumentó la decisión tomada así: "Fundamentalmente, el haber testado durante casi tres meses su capacidad de trabajo, el ser conocedor, por las múltiples charlas que hemos tenido y reuniones, de los males que tiene el equipo y sobre todo porque creo que conoce no solamente los males, sino también las soluciones, que es lo más importante". A colación de los males, otra respuesta subjetiva: "Creemos que va a ser capaz de encontrar ese estado de ánimo y conseguir ese hábitat necesario para que los jugadores rindan mejor. Va a cambiar la plantilla, porque creemos que necesita mejoría, pero hay un problema dentro del club, por algo no se rinde al máximo".
¿El exceso de presión quizá? A Míchel se le preguntaba si bajar la presión, el listón general, contribuirá a soltar a los jugadores y a subir el rendimiento: "La presión puede producir ansiedad. Pero es una base importante que los jugadores sepan a qué club vienen o en qué club están, los objetivos por los que que luchar y la camiseta que uno se pone. Eso, a algunos futbolistas, les crea ansiedad y queremos ayudarles a que esa ansiedad se traduzca en competitividad".
El asunto del rendimiento de la plantilla según el contexto o el ambiente fue recurrente en ambos protagonistas: "No creo en los malos fichajes, creo en los malos rendimientos. Es verdad que en los últimos tiempos no ha habido el rendimiento esperado en muchos jugadores, pero es que quizá no hemos conseguido encontrar ese estado general dentro del grupo para su rendimiento. Asumo la máxima responsabilidad y vamos a intentar corregir esos errores, reconociendo que ha habido errores e intentar conseguir que esos jugadores que están o que llegan tengan una regularidad en el rendimiento", dijo Monchi, que puso un ejemplo muy nítido: "¿Kone era un mal fichaje? No, ha rendido mal, con un gol o dos en cuatro años, y ahora en otro hábitat ha rendido bien. Posiblemente no hemos sido capaces de encontrar que esos jugadores puedan rendir al máximo nivel. Hay que conseguir al entrenador idóneo para que se pudiera conseguir el máximo rendimiento, pero no hemos acertado en los últimos tiempos, por eso hemos confiado en Míchel, tras conocerlo hemos pensado que podría ser él".
Y Míchel también hablaba de ese hábitat idóneo para que el jugador rinda a su verdadero nivel: "Habrá muchos futbolistas que, por diferentes motivos, mejorarán su rendimiento. Lo lógico es que peleemos para estar en Europa. A partir de ahí, el equipo tiene que tener una sensación distinta y los objetivos se irán cumpliendo, siempre y cuando pasen cosas normales, porque este año han pasado demasiadas cosas malas. La normalidad tenderá a tener al Sevilla en los puestos altos. Lo que no se puede es dar la espalda a una realidad. El equipo tiene que volver a impulsarse y suturar los puntos por donde uno está perdiendo sangre. Y, para ello, a veces hay que dar un paso atrás y eso no debe sonar como una mala gestión".
Quizá el único dato objetivo fue que Míchel quiere una plantilla corta, con la quimérica idea de contar con la cantera, que generalmente luego no se lleva a cabo: "Sobre cuestiones técnicas, no pediré nombres de jugadores, tampoco pido una plantilla demasiado larga porque quiero contar con la gente del filial y queremos que el grupo de 20 ó 21 futbolistas tenga cohesión para que entre todos hagamos un equipo, porque eso aumenta la competitividad". ¿Y del filial? "Quiero que siempre haya dos, tres, cuatro futbolistas entrenando con nosotros y compitiendo. No somos perezosos a la hora de meter a los chavales. De hecho, cuando he entendido que tenía que jugar Deivid, así ha sido".
Tampoco aclaró Míchel si el club le ha prometido mantener a sus estrellas: "No he recibido promesa ninguna de que se vayan a quedar ni he hecho petición alguna. Este club siempre ha resistido salidas importantes. Ha seguido funcionando, no hemos hablado de eso, pero si llega alguna oferta magnífica, habrá que valorar qué hacer".
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