Sacyr 'incumple' el concurso
La constructora del complejo comercial Metropol Parasol logró el contrato en función del plazo de la obra y del presupuesto, elementos que no se han respetado · El proyecto no tiene fecha de terminación
Ni en plazo ni en presupuesto. La operación política para remodelar la plaza de la Encarnación, adjudicada en 2005 por el Ayuntamiento a la constructora Sacyr, lleva más de dos años y medio de retraso y, con independencia de cuál sea su coste global, supondrá para las ya maltrechas arcas públicas municipales un quebranto de más de 50 millones de euros, el doble de lo que hace sólo cinco años se prometió. Son hechos.
También muestra el incumplimiento de los dos factores que hace un lustro provocaron que la Gerencia de Urbanismo decidiera optar por la fórmula jurídica de la explotación privada para abordar esta operación urbanística en lugar de -como ha hecho en otros muchos espacios públicos de igual importancia, como la Alameda o la Avenida de la Constitución- abordar el proyecto de forma directa. Sin intermediarios.
Los argumentos para entregar la Encarnación durante cuatro décadas a una empresa constructora eran, entonces, de índole económica y práctica. Según la versión del gobierno local (PSOE-IU), la concesión administrativa tenía dos ventajas: permitía que la financiación corriera a cargo de una entidad ajena al Consistorio (lo que en teoría lo liberaba de los costes) a cambio de que ésta recuperase el dinero en 40 años. Además, situaba los riesgos -inherentes a cualquier obra de este tipo- a la "ventura" de la concesionaria.
Cinco años después ha ocurrido más bien lo contrario. La financiación -al menos la mitad del coste oficial- va a salir de las arcas públicas. Y los riesgos, que esencialmente son presupuestarios, han vuelto a ser asumidos en solitario, y es ya la segunda vez, por Urbanismo, que tendrá que detraer fondos de la bolsa de dinero reservada para las infraestructuras de la ciudad -los sistemas generales, dicho sea en estrictos términos urbanísticos- para capear la situación. La pregunta siguiente cae por su propio peso: ¿Entonces para qué se ha privatizado este espacio público?
La empresa adjudicataria, Sacyr, ha incumplido hasta en cuatro ocasiones el calendario de entrega de la obra. Además, ha obligado al Consistorio a hacer un gasto superior a los 50 millones para continuar adelante con los trabajos. Casualmente estos dos elementos -el coste para las arcas públicas y el plazo de ejecución de la remodelación- son los que en septiembre de 2005 hicieron que esta importante constructora se impusiera a las otras tres que pugnaron por las obras. También son hechos. El jurado del concurso convocado por Urbanismo decidió dar la concesión a Sacyr en base a que su oferta afirmaba que la reforma estaría terminada en 20 meses y a que su viabilidad estaba garantizada si el Ayuntamiento aceptaba dar como subvención un máximo de 25 millones de euros para que la explotación del Parasol arrojase al menos una rentabilidad del 8%. Sacyr explotaría así la Encarnación durante cuatro décadas en régimen privado. Cosa que también estaban dispuestas a hacer el resto de empresas. A fin de cuentas, éste era el modelo municipal.
Las demás candidatas corrieron menos riesgos en relación al plazo de obras y a la inversión necesaria. Las Uniones Temporales formadas por Detea/Vías y por Martín Casillas/Ficoan no bajaban el plazo mínimo de ejecución de los 22 y 24 meses. Entre dos y cuatro meses más que Sacyr. Este factor las dejó fuera de juego. El otro elemento que jugó a favor de la actual concesionaria de la Encarnación fue la muleta económica pública. El pliego de condiciones otorgaba más puntos a las empresas capaces de recortar la aportación municipal a la concesión. El tope máximo se fijó en 25 millones de euros. Las firmas que hubieran necesitado menos dinero público hubieran recibido en el cómputo global más puntos. Ninguna lo hizo: no querían renunciar a una liquidez que, en comparación con el presupuesto inicial, era casi la mitad de la obra. Detea/Vías, al igual que Sacyr, la limitaban a estos 25 millones de euros. El resto del dinero, en teoría, saldría de los ingresos de explotación del complejo comercial asociado al Parasol, que no sólo comprende el yacimiento arqueológico, las galerías comerciales, la plaza elevada y el mirador, sino también el edificio municipal de Hacienda situado en la zona, que iba a destinarse a centro de oficinas de alquiler. Estos elementos hicieron que sólo Sacyr y Detea/Vías superaran el primer corte. A partir de aquí, el jurado que otorgó el contrato entró a valorar en detalle cada una de las dos ofertas en liza. Sacyr obtuvo un total de 44 puntos. Detea/Vías, sólo 31,3.
Los otros dos competidores -la UTE formada por Martín Casillas y Ficoan (anterior adjudicataria del proyecto inicial de remodelación) y la constructora Sando, una de las más importantes de Andalucía, fueron eliminadas. El motivo no fue otro que su plan financiero, que obligaba al Consistorio a poner más dinero del que entonces estaba previsto. El tiempo, sin embargo, ha terminado dándoles la razón -al menos en parte- si se evalúa la aportación que va a salir de las arcas públicas para sustentar la concesión. Martín Casillas/Ficoan, a la que el Ayuntamiento indemnizó (9 millones de euros) por los trabajos realizados en el solar y, de paso, adjudicó las obras de emergencia previas al Parasol (8,3 millones más), decisiones que evitaron un pleito por haber incumplido el contrato firmado en su día por el PA, cifró en 37,9 millones de euros, la aportación de dinero público necesaria para sacar adelante el proyecto. Fue eliminada. En el caso de Sando, esta cifra ascendía a 46,5 millones de euros. Bastante más de lo que Sacyr decía necesitar y de lo que Urbanismo quería poner encima de la mesa. Motivo por el que también fue descartada. El tiempo, sin embargo, revela que esta cantidad estaba más cerca de la realidad, ya que el Consistorio de momento ya sabe que tendrá que poner más de 50 millones de euros.
La propuesta de adjudicación a Sacyr fue gestionada y elevada a los órganos del gobierno local por el gerente de Urbanismo, que entonces era Manuel Jesús Marchena, responsable del consorcio de empresas municipales DeSevilla. Se basaba en un informe de la dirección técnica de la Gerencia en el que se valoraban las cuatro ofertas. Sus conclusiones dejan muy claro los motivos del descarte de Sando y de Martín Casillas/Ficoan. "Ambas empresas especificaron aportaciones de la financiación municipal por encima de la cantidad reflejada por el pliego". El director técnico sólo entra pues a evaluar las propuestas de Sacyr y Detea/Vías. Sobre la primera elogia que precise qué empresa (una de su propio grupo) se encargará de mantener el recinto del Parasol y que proponga convertir la Encarnación en "un referente cultural sobre el flamenco". Sobre el plan financiero, dice: "Es más robusto, coherente y tiene mayor alcance que el presentado por Detea/Vías en lo que se refiere al sistema de tarifas y en lo relativo a la inversión y financiación". Han pasado cinco años. El coste global del proyecto se ha duplicado.
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